La apertura del festival de Eurovisión en Israel y la conmemoración anual de la Nakba (“desastre” del éxodo palestino) han desencadenado esta semana la convocatoria de varias manifestaciones y actos de protesta por parte de un heterogéneo grupo de organizaciones políticas y movimientos sociales locales como Combatants for Peace (Combatientes por la Paz), Mesarvot, Coalition of Women for Peace (Coalición de Mujeres para la Paz), Hadash o Ta´ayush entre otros. El objetivo de estas protestas, que han sido más minoritarias de lo que esperaban sus organizadores, es denunciar lo que, para ellos, es la hipocresía del fenómeno llamado “whitewashing”. En otras palabras, el blanqueo de la ocupación de los territorios palestinos por parte de Israel o el bloqueo a Gaza con eventos como el de Eurovisión.
En colaboración con ellas ha trabajado estrechamente otra de las plataformas más activas sobre esta cuestión, el movimiento BDS (Boicot, Desinversiones, Sanciones), que desde hace años reclama a la comunidad internacional que aplique a Israel medidas similares a las que se emplearon contra el Apartheid en Sudáfrica, de forma que el Estado hebreo termine con sus políticas en Cisjordania o Gaza y cese en lo que, a su juicio, es “la violación sistemática de los derechos de los palestinos”.
Uno de los cofundadores del movimiento BDS y quizás su cara más conocida a escala internacional, Omar Bargouthi, ha hablado con este diario sobre la paradójica confluencia entre los fastos de Eurovisión en Tel Aviv y las movilizaciones con motivo de la conmemoración de la Nakba que han tenido lugar en la Franja de Gaza y Cisjordania, y que nuevamente han dejado varias decenas de heridos, si bien este año no ha habido que lamentar muertes. “La manifestación que organizamos el martes en Tel Aviv contra Eurovisión presentaba dos objetivos: por un lado, recordar al mundo que dos millones de palestinos están sufriendo una situación inhumana en Gaza debido al brutal bloqueo por tierra, mar y aire impuesto por Israel desde hace ya 12 años, y por otro protestar por el papel de Eurovisión en el lavado de cara que la celebración del festival proporciona al régimen de ocupación y apartheid”.
“Organizar Eurovisión en Israel es como organizarlo en Ciudad del Cabo durante el Apartheid”
El pasado mes de septiembre, un grupo de destacados artistas, incluidos varios finalistas y un ganador de Eurovisión, escribieron una carta abierta en apoyo del llamamiento palestino al boicot de la celebración del concurso en Israel. También figuras culturales británicas como Roger Waters, Peter Gabriel o Julie Christie firmaron una carta en enero pidiendo a la BBC que cancelara la cobertura del concurso de Eurovisión de este año, algo a lo que la cadena pública británica se negó con el argumento de no querer caer en la politización del festival.
Sin embargo, “organizar un concurso de música mientras Israel sigue subyugando a otro pueblo es un acto definitivamente político además de inmoral, ya que proporciona al régimen de extrema derecha de Israel patente de corso para seguir adelante con sus crímenes contra los palestinos”, aduce Bargouthi. “Es como organizar un evento musical en Ciudad del Cabo durante la época del Apartheid, o celebrar un concierto en Arabia Saudita a pesar de los crímenes de lesa humanidad que está perpetrando en Yemen y las leyes misóginas contra sus mujeres”, añade.
En contraposición a Waters y Gabriel, otros artistas y músicos anglosajones, entre ellos Sharon Osbourne y Rachel Riley, firmaron otra carta bajo los auspicios de la Comunidad Creativa para la Paz (CCfP) hablando en contra del boicot y afirmando que el movimiento de boicot cultural resulta contraproducente para los propios palestinos y para aquellos israelíes que trabajan para “promover la paz a través del compromiso, el intercambio y el reconocimiento mutuo”. Sin embargo, esta iniciativa no convence al portavoz del BDS. “El llamado CCfP pertenece a un grupo de presión israelí que persigue trazar cortinas de humo para eximir a un régimen de apartheid de la rendición de cuentas ante el derecho internacional y ocultar sus crímenes contra los palestinos”, apunta este licenciado en ingeniaría por la Universidad de Columbia.
Asimismo, algunos artistas locales, entre ellos las Speed Sisters, pidieron a la cantante Madonna que viajase a Israel cuando tenía prevista una actuación durante la final de Eurovisión. Ella respondió que aprovecharía la oportunidad para promover la convivencia, tal como aseguró que hizo en un concierto previo que celebró en el estadio de fútbol de Tel Aviv en 2012 y es casi seguro que participará en el certamen. “La Campaña Palestina por el Boicot Académico y Cultural de Israel (PACBI, fundada por el propio Bargouthi) respondió a la excusa insostenible de Madonna”, asevera Barghouti. “Le dijimos que si se presta a actuar mientras persiste el apartheid, ciertamente no sirve a la causa de la justicia, la libertad o la igualdad, sino que permite que se mantengan el racismo, la limpieza étnica y la brutalidad”, agrega.
“Somos un movimiento no violento de derechos humanos”
Respecto a la reciente campaña de relaciones públicas puesta en marcha por el Gobierno israelí bajo el nombre de Beautiful, Diverse, Sensational - cuyo acrónimo persigue desacreditar al BDS-, el palestino ironiza. “Hemos denunciado cómo después de expoliar la tierra y de intentar eliminar la cultura palestina, Israel trata ahora de apropiarse de unas siglas, símbolo de nuestra resistencia no-violenta”.
Aunque el Gobierno hebreo denuncia que algunos activistas de BDS piden que el propio Israel sea desmantelado, desde el BDS aseguran que su objetivo no es boicotear a Israel sino a la ocupación. “Somos un movimiento no violento de derechos humanos que reclama libertad, justicia e igualdad de derechos para los palestinos de cara a terminar con la ocupación que comenzó en 1967, con el régimen de apartheid y con la negación del derecho al retorno de los refugiados”, elabora. Bargouthi cuenta en su haber académico con un título máster en Filosofía y Ética de la Universidad de Tel Aviv, en la que, por cierto, se organizó una campaña de recogida de firmas para expulsarlo del campus.
Durante la legislatura pasada, el Gobierno de Israel –todavía en funciones, dado que el candidato ganador de las elecciones del pasado 9 de abril, Benjamín Netanyahu, dispone hasta finales de este mes para presentar el nuevo Ejecutivo– creó un Departamento específico para contrarrestar el BDS bajo el paraguas del Ministerio de Seguridad Pública.
El ministro saliente, Gilad Erdan, ha acusado a algunos activistas del BDS de tener vínculos con grupos extremistas, y la semana pasada publicó un informe que decía que los activistas del BDS habían creado 232 perfiles de Twitter falsos para fomentar la oposición a Eurovisión. Sin embargo, desde el BDS desestimaron las acusaciones. “Se trata de propaganda descabellada y reciclada por un gobierno de extrema derecha. No merece la pena ni responder a tal acusación”, dice Barghouti.
El movimiento BDS y su vínculo con ayuntamientos españoles
En relación al BDS y a España varios ayuntamientos se enfrentan a acciones legales , emprendidas por parte del grupo de presión Acción y Comunicación sobre Oriente Medio (ACOM) por promover una supuesta discriminación antisemita al respaldar la campaña BDS. Los consistorios en cuestión –Barbate, Conil de la Frontera, Reinosa y Torrelavega, entre otros– han aprobado medidas para auto-presentarse como “espacios libres de Apartheid israelí”, en apoyo del BDS.
A pesar que desde ACOM aseguran que estas declaraciones equivalen a discriminación por motivos de origen y violan la Constitución española, Bargouthi recurre al sarcasmo. “¡El lobby de Israel en Madrid, ACOM, calificando a los activistas de derechos humanos como racistas es como si un grupo neofranquista llamara racistas a los antifascistas”, ironiza.
Al término de la entrevista Bargouthi aprovecha para “mandar un saludo a todos los ayuntamientos del Estado Español que cumplen con sus obligaciones legales y morales en virtud del derecho internacional al terminar con la complicidad en los crímenes de guerra de Israel y las graves violaciones de derechos humanos”. Según este profesor universitario afincado en San Juan de Acre, el movimiento BDS se basa en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, y como tal, rechaza todas las formas de racismo y discriminación, incluyendo la islamofobia, el antisemitismo, la misoginia, el sexismo, la discriminación anti-LGTBI, etc.
Debido al apoyo con el que, según el activista, el BDS cuenta entre los llamados millennials judíos norteamericanos, la Administración Trump y el Gobierno de Israel se pusieron de acuerdo para denegarle la entrada en Estados Unidos, a pesar de contar con un visado en regla. “Mire, a día de hoy los amigos más cercanos de Israel en el mundo son, evidentemente, fuerzas racistas, xenófobas e incluso antisemitas, que van desde la Casa Blanca a Brasil, e incluyen también a Hungría y a partidos fascistas de toda Europa”, concluye Omar Barghouti.