La segunda gala de OT 2020 arranca con el propósito de asemejarse a un capítulo de Friends. La sintonía de la sitcom sienta bastante mejor a los concursantes que el -intento- de homenaje a Marisol de la semana pasada. Además, impregna de buen rollo una noche que se anticipaba controvertida por los dos broncOTes que han marcado la convivencia. También se avecina el drama, pues toca despedir a Ariadna o Nick. Mientras, Roberto Leal trata de levantar los ánimos informando del privilegio del favorito. “Cantar en solitario”, informa. “¿Y si no quiero?”, pregunta preocupada Maialen. ¿Os acordáis del entusiasmo de OT 2018 cuando les dijeron que uno de ellos sería nuestro representante en Eurovisión? Pues parecido.
Vamos con los nominados. Sin duda, y como se anticipaba en los pases de micros, brindan dos de las mejores actuaciones de la gala. Ariadna se luce con You know I'm no good, emocionante y poderosa. Al acabar recibe la visita de su padre, que le advierte: “Pase lo que pase, chapó”.
Turno de Nick y su Jelous. “Siempre te empeñas en ser Superman cuando queremos ver a Clark Kent”, le explica Ivan Labanda en el resumen de sus ensayos. Revivimos los ánimos que le dio Cesc Escolà. Normal que haya remontado, con Cesc todos nos venimos arriba. A Nick le sienta muy bien, por fin, separar los brazos de su cuerpo. Eso sí, para superwoman su madre, que le canta en catalán. “Quiérete y sé tu mismo”, le dice.
Bueno, pasado el mal trago inicial, Bruno y Javy se acercan a Roberto para presentar su Mucho mejor. “Parecía que veníamos de after”, recuerda el segundo sobre su sobreactuado pase de micros. También sus lágrimas en la clase de composición de Andrés Suárez. “Todas mis rupturas son con él de fondo”, confiesa el primero. Y las nuestras. Pero toca que haga “mucho calor”. Nina les aplaude: “Habéis sido el alma de la fiesta”. La jueza viste, por cierto, una chaqueta que ya usó Alfred -menos mal que es la ropa y no su libro de poemas lo que comparten-.
Y entonces llega Natalia Lacunza, vestida de una mezcla entre bicho palo, largarto y el outfit para la pijama party del Chat. “He entrado y me he puesto a llorar”, revela, “estar aquí es una fantasía”. La navarra, que seguramente todavía no ha asimilado que quedara tercera, devuelve al plató de OT la ternura con la que se enfrentó a su propio paso por la Academia.
Mientras, Anne y Maialen se preparan para Ilargia, la primera actuación en euskera del concurso, que piden que aparezca subtitulada. Aun así, no entendemos nada. Pretenden retornar con ella a la adolescencia, pero les rodea una especie de camerino con trajes del siglo pasado. Para colmo, confirmamos que Anne ha heredado el estilismo de Marta. Solo le faltan unos parches a la cortina que “luce” por falda. Más suerte tiene Maialen, escondida detrás de su guitarra. Del número, los dos técnicos que se cuelan en plano en su inicio transmiten más, aunque nerviosismo, que la pareja de vascas.
Pero ojo, que lo peor estaba por llegar. Por mucho que Natalia Jiménez defienda que Bonita es un temazo, no comprendemos por qué de todo el mamarracheo que podrían haber elegido para Rafa y Eli, optan por esta sosez que no hay por dónde cogerla. Les rodean bailarines y un decorado reciclado de Charlie y la Fábrica de Chocolate que tampoco mejora. Hacen lo que pueden, pero no puede bastar.
Menos mal que la gala remonta apostando, aunque con mucha elegancia, por el reality. El programa saca los colores a Jesús y Eli, y muestran fragmentos de sus “tutorías” con Noemí Galera. Ya se lo dijo la directora a lasegunda en su charla, “si quieres te enseño las imágenes”. Consiguen no hacer sangre y ambos piden perdón. No podemos evitar ver un destello de Mónica Naranjo a lo La isla de las tentaciones en Roberto, cambiando la hoguera por los sofás del plató, con el poder de las cámaras que graban las 24 horas de lo que ocurre en la Academia.
Natalia Lacunza sale al escenario y echamos de menos sus Seven nation army o Toxic, pero la escuchamos igualmente. Con menos ganas acogemos a Flavio y a Eva. Alucinamos con lo poco convincentes que se muestran antes de salir a cantar, y así les va. Entre los graves y agudos asesinos y sus caras de susto, nos quedamos igual que empezamos. “Nos ha dejado fríos”, dice Nina. Y tanto.
Les siguen Hugo y Gérard. El segundo, reconvertido en Harry Potter. Entre las gafas y su chaqueta, sólo le falta sacar su varita para lanzar algún encantamiento. Aún así, no hay Wingardium Leviosa que baste, la cuqui pareja defiende Sucker sin alcanzar el máximo nivel de desparpajo. Sí afinan, entretienen y cumplen. “Los Jonas Brothers son brothers”, les cuenta Portu en un arrebato de elocuencia. Gracias por la info.
Quedan dos actuaciones: el Mediterráneo de Samantha y Jesús, que salvan mejor de lo que se esperaba, incluso vestida ella de Elsa de Frozen. Y el hitazo, con Guantanamera de Anaju y Nía. Bailan, se gustan, gustan y aprovechan su puesta en escena para lucirse. “Esto sale como que me llamo Estefanía”, había asegurado la segunda, en lo que el reality de Mediaset volvió a colarse en el de TVE. Se escucha el grito desde el público, la triunfita flipa y Roberto, como puede, se ahorra hacerle publicidad a la competencia.
Antes de la despedida, Dvicio hace tiempo, y lo aprovechan como nadie, recitando en el final de su canción que “pronto vuelven a sacar disco”. Andrés, su vocalista, luce el mismo pendiente que la mitad de sus concursantes en su oreja izquierda. Nos entra la curiosidad: ¿los regalan?
Por desgracia, se viene el bajón, y Ari dice adiós. La expulsada y Nick se funden en un largo abrazo, que bien contrarresta al “ivo, ivo, ivo” con el que le hicieron el feo sus compañeros en la última gala. Después, Flavio es elegido como favorito.
Todavía queda el plato fuerte -e incomprensible- de la noche: las nominaciones. Si el jurado se permitió en la Gala 1 juzgar a Eli por su semana, en la 2 no queda rastro de tal decisión. Y no comprendemos nada. Gèrard está “impecable vocalmente” y Anaju tiene un único fallo en uno de los mejores números de la velada, pero se van al pozo.
Peores críticas reciben otros como Flavio, que “no ha salido todo lo bien que nos habría gustado”; o Anne, que lleva haciendo “lo mismo desde la la gala 0”, pero se libran. Igual que Maialen pese a que no pone “la piel de gallina” y Eva, a la que el jurado ha notado “incómoda”. Aparte, si van a poder nominar a más de cuatro concursantes, y los ha habido que se merecían quedarse a la espera, ¿a qué están esperando?
Aplaudimos que Nick, Bruno y Javy se salven. Y esperamos que dejen de convertir a Nía en el verdugo de sus compañeros. Si la perla que soltaron de su número junto a Ari fue que “habría cantado mejor sola”, esta semana Natalia deja a Anaju por los suelos porque “no está a su altura”. Coincidimos, eso sí, con que Eli y Rafa sean reconocidos como los más flojos. “No tienes una de las grandes voces”, le suelta la ex vocalista de La quinta estación al graciosillo, “pero sí algo que muchos de tus compañeros no tienen, carisma. Hoy han faltado los dos”.
Echamos de menos que penalicen a Jesús por su semana y Samantha, pues sin más. Menos mal que los profesores ponen cordura al desastre y salvan a Anaju, y que los compañeros reparten sus votos para que finalmente sea Gèrard el que cruce al pasarela. Los “bonitos” se quedan en la cuerda floja, a la espera de las “nuevas imágenes” de los próximos siete días, antes de su siguiente examen. De momento, responden medio bien. Nosotras optamos por seguir el ejemplo de Ari, y nos compramos palomitas.