“Los países de Europa estaban en guerra desde hacía siglos hasta que un día un tío del que nadie se acuerda, o quizá una tía, dijo: 'Chicos por qué no dejamos de pelear y hacemos reglamentos y mierdas así?' Y aquí estamos”. Así es como le resumen a Samy lo que es y para lo que sirve el Parlamento Europeo.
Samy es el protagonista de Parliament, la nueva serie que estrena Filmin este martes 24 de noviembre, una coproducción de Francia, Bélgica y Alemania y que, con humor tan ingenioso como sibilino, es una crítica mordaz a la existencia de dicha institución. Y a la dificultad que tiene aún Europa por erigirse como ente político.
Y aunque unir “humor” y “política” suele sonar extraño, en esta ficción lo consiguen de forma exquisita (empezando por los títulos de cada capítulo). Como lo lograba Silicon Valley al mofarse desde dentro de ellos mismos. Así lo alcanza esta apuesta que, sin miedos, va directa a todos los complejos que el viejo continente intenta esconder desde las alturas.
Un protagonista que a todos nos resuena por dentro
Samy llega a Bruselas en un momento crítico: días después del referéndum del Brexit. El espectador empatiza con él casi de forma inmediata porque todos en algún momento de nuestra vida hemos sido los “nuevos” de algún lugar. Y aunque él se presente como “asistente parlamentario”, la realidad es que es un becario, el último mono, el nuevo “pringado” al que dirigir las novatadas. Sí, ese que un día fuimos.
Así llega él al Parlamento europeo, un lugar al que se le supone una seriedad diplomática, un aprendizaje garantizado y una mezcla de culturas enriquecedora. Sin embargo, en los 10 capítulos de la producción franco-belga-alemana demuestran todo lo contrario: exceso de burocracia que nadie entiende, encaje de bolillos de las ideologías, sinsentido y sensibilidades absurdas provenientes de cada nación.
Eso sí, mientras la serie avanza el espectador suspira aliviado por saber que no es el único que nunca entendió qué se hace en el órgano legislativo. Porque los que trabajan en él tampoco lo entienden y hasta han tirado la toalla.
Del Brexit, al Procés catalán: cómo reírse de los temas más trascendentales
Parliament también encuentra la forma de tratar los temas más peliagudos de cada país europeo y arrancar una carcajada. Demuestra que tanto el Brexit, como el Procés o la lucha por salvar a los tiburones tiene su parte cómica, que no superficial.
La forma en que lo hace es relativizando cada asunto: pasándolo de “problemática” a “obsesión”, por lo que lo sitúan al mismo nivel de cualquier hincha de un deporte que, al fin y al cabo y por muy serio que trate el resultado de un partido, deja claro que es puro entretenimiento.
La serie cambia el foco de todas esas cuestiones capitales de cada país y las refleja a través de los ojos de alguien que entra de nuevas y para el que aún nada tiene tanta trascendencia, por lo que sus ojos “vírgenes” pueden ver hasta lo ridículo de muchas luchas políticas.
Varios idiomas, varias parodias culturales
Otro de los aspectos interesantes de Parliament es su coproducción franco-belga y alemana que, además de darle distintos puntos de vista, también hace constantes guiños al humor de los diferentes países.
Dicha unión da como resultado un reparto totalmente internacional que multiplica los giros cómicos con los distintos acentos de los personajes y la cultura que plasman. Hacen que el arquetipo que todos conocemos de cada país se mezcle con las nuevas generaciones que llegan.
Y se multiplica la crítica y la comedia. Eso sí, Parliament se debería ver en versión original, para entender hasta el último detalle de nuestra concordia europea.