Han pasado casi 8 años desde su final, pero siempre hay un buen motivo para recordar ‘Perdidos’. Y el que hoy se nos presenta es uno de las mejores. Porque un 28 de febrero, pero de hace 10 años, se emitió en Estados Unidos ‘La constante’, uno de los más emblemáticos y románticos episodios de la historia de la serie.
Sí, románticos. Porque fuera de esa dualidad entre la ciencia y la fe representada por Jack Shephard y John Locke, de los osos polares en plena selva, el humo negro, la iniciativa Dharma y otras tantas rarezas, en ‘Perdidos’ también había espacio para el amor. Y ‘La constante’ fue la mejor prueba de ello.
En una serie que brillaba especialmente en sus finales de temporada, el episodio en cuestión fue el quinto de la cuarta entrega. A priori, un lugar de lo más inocente que no impidió a ‘La constante’ convertirse en un clásico “lostiano” instantáneo. Hablamos del favorito de las cabezas pensantes de la serie, Carlton Cuse y Damon Lindelof’, del más votado en IMdb (9.7, empatado con ‘A través del espejo’) y del mejor que se pudo ver en televisión en 2008 según la revista Time.
Reconocimientos, todos ellos, que quedan en un segundo plano si los comparamos con la huella que dejó entre los fans. Porque entre los 121 capítulos que dieron forma a ‘Perdidos’, pocos encontraron un consenso tan generalizado como ‘La constante’. Pocos fueron abrazados con tanta fuerza. Tan elogiados. Tan aplaudidos.
Los capítulos de Desmond, sinónimo de calidad en 'Perdidos'
Pero, ¿a qué vino tanto fervor? ¿Por qué esa acogida? Básicamente, porque este capítulo contaba con dos ingredientes que lo hacían infalible: Desmond Hume y una potente historia de amor entre viajes en el tiempo. El carismático personaje interpretado por Henry Ian Cusick fue, sin duda, uno de los más agraciados de la ficción de ABC. Cada capítulo donde jugaba un papel importante era sinónimo de calidad, como se puede apreciar en todos aquellos que, de una u otra manera, nos condujeron a los acontecimientos ocurridos en ‘La constante'.
Por ejemplo, la season finale de la segunda temporada, ‘Vivir juntos, morir solos. Parte 2’, fue otro episodio de altura donde descubrimos que su amada Penny Widmore, a la que dejó de forma repentina y dolorosa por sentir que no era suficiente para ella, lejos de renunciar a aquella relación, había emprendido una búsqueda para dar con el paradero desconocido del hombre de su vida.
En el cuarto, el octavo y el decimoséptimo de la tercera temporada, ‘Sálvese quien pueda’, ‘Ráfagas ante tus ojos’ y 'Trampa 22', Desmond tiene premoniciones y puede ver el futuro. Y en ‘Grandes éxitos', de esa misma temporada, ese futuro pasaba porque Charlie asumiera su fatídico destino y muriera para salvar a sus compañeros. Algo que acabaría haciendo en ‘A través del espejo’, no sin antes avisar de que el barco que se aproximaba a la isla no era el de Penny y decirle a ésta que estaba junto a Desmond.
No sería hasta el final de la cuarta entrega, ‘Nada mejor que estar en casa Part 3’, cuando la pareja de enamorados se reencontraría finalmente. Sin embargo, aquellos besos y promesas eternas resultaron algo fríos en comparación a lo visto en ‘La constante’, cuyo “momento llamada” era tan único y especial que no daba pie a comparaciones.
El planteamiento de 'La constante', un homenaje a 'Star Trek'
Pero antes de esa escena, nuestro entrañable escocés no lo pasó nada bien. En este capítulo, Desmond, junto a Sayid y Lapidus, pone rumbo en helicóptero al carguero Kahana, que no era el barco de Penny pero sí la mayor esperanza del grupo de Jack para salir de la isla. En pleno viaje, el protagonista de esta historia pierde la memoria.
Cumpliendo con los peores temores de Daniel Faraday, la alta exposición radiactiva (sufrida tras la explosión de la escotilla al final de la segunda temporada), y el hecho de que Lapidus tenga dificultades para mantener el rumbo fijado por el científico, dan como resultado que la mente de Desmond viaje aleatoriamente entre el presente (2004) y 1996, año en el que cree estar realmente.
Así, el escocés vive entre dos realidades: una en el barco cerca de la isla, y la otra como soldado del ejército escocés. Este planteamiento, como Damon Lindelof acabaría reconociendo años más tarde, era un homenaje a ‘Star Trek: la nueva generación’. Concretamente a su capítulo final, ‘Todas las cosas buenas’, donde la mente del capitán Picard, interpretado por Patrick Stewart, se desplazaba tanto al pasado como al futuro, desconcertando por completo a la tripulación del Enterprise.
“Desmond, no tienes una constante”
En el caso de ‘Perdidos’, el desconcertado es Sayid, que no entiende el comportamiento de su amigo. No así Faraday, que desde la orilla de la isla se presenta como él único capaz de dar con una solución a problema. Y ésta, en uno de esos inexplicables giros marca de la casa de ‘Perdidos’, pasa porque el Desmond de 1996 vaya a la Universidad de Oxford para hablar con el Faraday de aquella época, por entonces profesor de física y obsesionado con los viajes en el tiempo.
Tras decirle Desmond que sabe “lo de Eloise”, apunte indispensable para que el científico crea a este viajero en el tiempo, éste último le explica que para poner fin a sus viajes debe encontrar un ancla, una constante:
“Una ecuación necesita estabilidad, algo conocido. Se llama constante. Desmond, no tienes una constante. Al viajar en el futuro nada te es familiar. Si quieres acabar con esto necesitas encontrar algo allí. Algo que realmente te importe y también exista aquí, en 1996”
“¿Esa constante puede ser una persona?”, le pregunta Desmond acto seguido. “Sí, tal vez, pero debes entrar en contacto con ella”, responde Faraday sin dar más explicaciones. A partir de ese momento, Desmond comienza una lucha contrarreloj por conseguir el nuevo número de teléfono de la Penny de 1996, aún rota de dolor por la reciente ruptura, para poder llamarla desde el carguero 8 años después, como así le prometió que haría ante su incredulidad.
La llamada de Desmond a Penny, gran momento de 'Perdidos'
Una vez lo consigue, no sin insistencia, solo falta que ella cumpla con aquello que Desmond le pidió desesperadamente: que coja el teléfono durante la Nochebuena de 2004. Y lo coge. Porque Penny, pese a todo, sigue amando a Desmond.
“Me creíste, aún sientes algo por mí”, dice él tras oír su voz. Para entonces la emoción es desbordante. Más aún con un montaje visual que hace justicia a semejante momento, con vertiginosos cambios de plano de ambos mientras se juran reencontrarse y se declararan su amor pese al paso del tiempo.
La batería que a duras penas había permitido esa llamada se agota y la conversación entre ambos llega a su fin, pero resulta suficiente para que Desmond encuentre a su constante y vuelva a ser quien era. Penny, por su parte, rastrea la llamada para localizar, ya al final de la temporada, el bote en el que Desmond, Lapidus y los posteriormente bautizados como ‘Oceanic Six’ se hallan tras la explosión del Kahana.
Esto último resultó ser lo más importante que nos dejó, en lo que a trama se refiere, ‘La constante', que antes de finalizar nos tenía preparado otro momento para el recuerdo. Ese en el que Faraday mira su diario y se encuentra, remarcado en rojo, con el siguiente mensaje: “Si algo va mal, Desmond Hume será mi constante”.
“El amor es la fuerza motriz de 'Perdidos'”
Aquel mensaje en el diario de Faraday fue el broche final a un capítulo que, como decimos, no tuvo un impacto inmediato en la historia principal. Es más, la presencia de Desmond en el resto de la temporada fue escasa. Incluso lo que se nos cuenta en esta capítulo, esos viajes entre el presente y el pasado de Desmond, ya los vimos en 'Ráfagas ante tus ojos'.
Sin embargo, aquel episodio no contaba con esa declaración de amor verdadero a través del tiempo de 'La constante'. Y es que el amor, y no las rarezas de aquella isla ni las personas que habitaban en ella, era, según el propio Henry Ian Cusick, “la fuerza motriz de 'Perdidos'”.
* Las seis temporadas de 'Perdidos' están disponibles en Netflix.