La transformación de Jimmy McGill está a punto de completarse. Better Call Saul llega al final de una cuarta temporada que, de una vez por todas, parece abrir la puerta al abogado sin escrúpulos que colaborará con Walter White para “lavar” dinero. Llegan los trajes de colores, los anuncios televisivos cutres y los engaños por doquier. Porque, al igual que ocurre en Breaking Bad, su spin-off es la historia de alguien que baja al infierno tras una serie de catastróficas desdichas. Algunas de ellas, como se ha podido comprobar, bien merecidas.
Jimmy ha emprendido un viaje oscuro sin retorno. El camino no es recto, sino que hace zigzag entre el bien y el mal, entre “la verdad y nada más que la verdad” y “el dinero y nada más que el dinero”. Saul Goodman aparece del mismo modo que lo hizo Heissenberg: arrastrando a todos sus amigos y familiares hacia un pozo sin fondo. Son ellos las verdaderas víctimas del que en realidad es el antagonista.
El paso del yin al yang ha estado, de nuevo, meticulosamente orquestado por Vince Gilligan. Better Call Saul es una serie pausada, con largos monólogos y escenas sostenidas a base de miradas incómodas. Pero los detalles suministrados con cuentagotas a veces son los peores: cuando el espectador se da cuenta el recipiente ya está rebosando. Le ocurrió a Walter, y también a Jimmy. Por ello, hacemos un repaso por los puntos más importantes de esta temporada para recordar cómo, casi sin darnos cuenta, hemos acompañado al ilustre abogado hacia la perdición. A partir de aquí, comienzan los SPOILERS.
1. Crónica de una ruptura anunciada
“No creo que ninguno de nosotros entendiera lo importante que es Kim Wexler para el programa y para Jimmy cuando empezamos”, explica el guionista Peter Gould en The Hollywood Reporter. Ella es la verdadera salvadora, la única que tiene valor para continuar ascendiendo a pesar de estar acompañada por una nube gris llamada Saul Goodman. Consiguió salvar a Huell Babineaux tras golpear a un policía e incluso quizá, y esto es una hipótesis, modificara la carta que Chuck dejó póstumamente a Jimmy para convertirla en una emotiva despedida. Lo único seguro es que trató de minimizar un supuesto problema, el de leer el testimonio de un hermano fallecido, que luego su pareja enfrentó impasible mientras desayunaba cereales.
La discusión en la azotea del penúltimo episodio fue clave: “Jimmy, tú siempre estás abatido”, le recriminó Wexler para frenar un enésimo intento de convertir la charlatanería en victimismo. “La pesadilla no es que ella rompa con Jimmy. La pesadilla es que ella no lo hace”, aclara Gould en la entrevista de THR. Las jugarretas de Saul casi siempre terminan salpicándola de una forma u otra, ya sea implicándola en la defensa de un criminal o haciéndole cómplice de sus mentiras (como en el capítulo final). No obstante, su paciencia tiene un límite. Uno que, por lo visto, está a punto de alcanzar.
2. La muerte de Chuck
Este punto está relacionado con el anterior, pero merece un apartado por sí solo. Finalmente Jimmy recuperó su licencia de abogado tras recurrir a una junta de apelaciones y engañar a todos, incluyendo Kim Wexler. Les hizo creer que de verdad estaba afectado por la muerte de su hermano, que le marcó como persona y como abogado, y que intentaría rendir homenaje al apellido McGill a toda costa. Nada de eso. Solo bastó un minuto para que Jimmy decidiera abandonar su nombre original para ejercer como Saul Goodman.
“Creo que él realmente interiorizó cómo Chuck pensó de él. En el fondo cree que es un mal tipo y que es indigno”, explica Gennifer Hutchison, otra guionista de la serie, en The Hollywood Reporter. Jimmy se resiste a aceptar que su hermano, a pesar de todo, ha terminado condicionado su forma de ser. Como se recuerda constantemente a través de flashbacks, juntos vivieron una serie de encuentros de amor fraternal en los que la frustración también tenía cabida: Jimmy se ha sentido inferior y ridiculizado. La forma de canalizarlo ha sido a través de la indiferencia, tanto hacia Chuck como hacia todo lo que representa.
3. Las ansias de poder
Es rara la iniciativa de Jimmy que no acaba siendo una coartada para algo. De esta manera, buscar trabajo se convierte a la vez en una estratagema para ganar más dinero valiéndose de los métodos menos apropiados. Su posición no es estar detrás de un mostrador esperando para atender, algo que demuestra robando estatuas valiosas o vendiendo teléfonos “irrastreables” (o rompibles).
Saul prefiere tomar los “atajos” de un sistema que no considera justo, tal y como demuestra la charla que da a la adolescente que perdió la oportunidad de ser becada por Hamlin, Hamlin & McGill: “Ellos nunca te van a dar la ayuda. Tu error te acompañará durante el resto de tus días, así que no juegues limpio”. De nuevo, vuelve la sombra del Jimmy discriminado con ansias de venganza.
4. Las malas compañías
La manida frase de “dime con quién anda y te diré quién eres” se puede aplicar al pie de la letra con Jimmy McGill. No es que lleve una doble vida, lleva muchas: cuando está con Kim, cuando intenta conseguir trabajo, cuando de repente se convierte en el consejero de Howard Hamlin... etc.
El abogado no duda en rodearse de personas como Huell Babineaux, Mike Ehrmantraut (que esta vez le ignora) y demás nombres vinculados con actividades delictivas. Es, curiosamente, la faceta en la que parece sentirse más cómodo: especulando con la venta de móviles por el día y volviendo a su casa por la noche para dormir con Kim. Juntos en la misma cama, pero separados por una línea que cada vez tiene menos de imaginaria.
5. Cada vez más Breaking Bad
Como se nos recuerda con cada inicio de temporada, las cosas no acaban bien para el abogado. Vive con otra identidad, convertido en pastelero y con la continua sospecha de que puede ser asesinado en cualquier momento. Sin saberlo, Jimmy está dando pasos hacia el universo de Breaking Bad y la metanfetamina azul.
Mientras lucha por volver a ejercer como abogado, se está construyendo una fábrica subterránea que acabará siendo el epicentro de la droga exportada a Nuevo México. Como si de un efecto dominó se tratase, todas las piezas van cayendo hasta llegar a Saul Goodman y, por ende, hacia su fracaso. No solo como abogado, también como persona.