Opinión | El nuevo reality de Movistar+

Un 'Puente' entre la ficción y el documental

'El Puente'

Alberto Rodríguez

No es una serie. Aunque sus rótulos de entrada podrían pertenecer a los de cualquier producción de Netflix o HBO. No es un documental, pero la conductora del programa observa a sus protagonistas agazapada desde lejos y sin interactuar con ellos. Se trata de ‘El Puente’, el nuevo talent de aventura producido por Zeppelin para Movistar Cero.

En clara competencia con otros realities de temática similar, como ‘Supervivientes’ o ‘La Isla’, el valor añadido de este nuevo producto es que nos llega narrado como nunca antes lo había sido un programa de telerrealidad. La elevada calidad de la imagen en alta definición realza la majestuosidad de los parajes de la Patagonia argentina, localización donde transcurre esta aventura. Una experiencia inmaculada en tanto que no se ve salpicada por mensajes del exterior ni nominaciones, ya que el transcurso de los acontecimientos ha sido grabado y compilado en apenas treinta días.

Durante ese tiempo los quince voluntarios prestados para este experimento deben construir un puente de trescientos metros para conseguir alcanzar una isla donde les espera un premio en metálico. Al final de su empresa, y si logran completar su obra, deberán elegir mediante votación al ganador y por tanto merecedor del premio. Y a su vez al ganador le corresponderá decidir si comparte el premio, con quienes y en qué cuantía.

Como maestra de ceremonias la productora ha puesto al frente a la veterana Paula Vázquez, la cual ha creado escuela en nuestro país en lo que a programas de aventura se refiere. Mucho antes de que Lara Álvarez o Raquel Sánchez Silva visitaran las playas de Honduras, la presentadora gallega popularizó sus exóticos biquinis desde “el Infierno Verde” en ‘la Isla de los Famosos’ en Antena 3, y de igual modo precedió a Jesús Vázquez y Cristina Pedroche al frente de ‘Pekín Exprés’.

La experiencia de años como jueza en estos programas se nota en su buen hacer a la hora de narrar como espectadora las vivencias de los concursantes. Ella es la encargada de hacerles llegar los mensajes, así como prepararles el camino y marcarles las pautas. Siempre desde la distancia y haciendo gala de su vena más solemne. Como una actriz más del reparto. Esto provoca la empatía del espectador, ya que lo vuelve su cómplice, y su apego ante algo más que una voz en off.

Un casting de personas normales con historias extraordinarias

Y precisamente los concursantes son en buena medida el peso de esta historia ya que como buen programa de telerrealidad, sin un buen casting no hay programa. Eso sí, aquí no encontraremos personalidades histriónicas o perfiles excéntricos de consumo rápido. El elenco de participantes de ‘El Puente’ está formado por personas de lo más común, sin ningún tipo de reclamo. Ninguno tiene un latiguillo o muletilla como rasgo de identidad. Tampoco los hay que destaquen por una apariencia o estilismo fuera de lo común. Y hay que decir que los perfiles están muy bien balanceados, de forma que se evita la típica clasificación: “el cachas chulo”, “la guapa tonta”, “el gracioso”, “la cotilla” y un largo etcétera al que nos tiene acostumbrados el género. Se podría decir que aparentemente todos entran dentro de lo convencional.

Sin embargo, y he aquí quizás uno de los mayores atractivos de este producto, el bagaje que ha acompañado a estas personas hasta este lugar es lo que las vuelve verdaderamente interesantes.

A lo largo de cada episodio asistiremos a dos entrevistas, intercaladas con las peripecias de cada entrega, en las que descubriremos más en profundidad la historia que hay detrás de dos de sus protagonistas. De hecho, cada episodio lleva por título el nombre de estas dos personas en clara alineación con una serie de televisión. Y cada nueva semana el nombre de otras dos.

En estos cara a cara con el espectador, los participantes se abrirán en canal para confesar realidades potentes, en algunos casos muy duras, que tienen que ver con su forma de ver la vida, el programa y lo que les ha llevado a ser cómo son y cómo se comportan. Y el abanico de posibilidades en apenas dos entregas lanzadas es ya de por sí bastante amplio: una historia de superación personal, una gran pérdida familiar, un pasado como soldado o las ansias de volar son las cuatro primeras bazas que han lanzado nuestros protagonistas.

Lo mejor de todo es que según las van relatando se ofrecen imágenes de sus lugares de origen o de sus puestos de trabajo, lo cual se agradece porque aporta oxígeno al movernos fuera del bosque donde transcurre siempre la acción, además de conferir más dramatismo y riqueza a la trama. Es como estar viendo un episodio de ‘Perdidos’, cuando se presentan los diferentes flashbacks de los pasajeros del vuelo 815 de Oceanic.

Y con el final de cada capítulo, se indica la distancia en metros que restan para finalizar el puente, como buen cliffhanger sacado de una ficción del “Hollywood chico”.

Cuando la postproducción genera valor

A diferencia de otros docu-realities grabados, en este caso no nos encontramos ante un producto enlatado. Los planos a cámara lenta imprimen belleza a las tareas cotidianas como pueden ser serrar un tablón o tender la ropa en una cuerda para que se seque al sol. El uso inteligente de una banda sonora propia –o el hecho de no escoger pistas muy populares- contribuye a que el espectador se introduzca más en la acción. De igual modo es el escrupuloso sentido de los silencios. En sus declaraciones a cámara, los concursantes no tienen que lidiar con los interrogatorios de ‘el súper’ de ‘Gran Hermano’, ni escuchar de fondo una música “sentimentaloide” fabricada para acompañar sus penas.

Aquí la postproducción está pensada sólo para optimizar y pulir el producto bruto, de forma que al espectador le llegue el resultado refinado. Pero eso sí, sin alterar. Al contrario que con “los tróspidos” de Cuatro, donde buena baza de los gags se debe a los efectos de montaje, en ‘El Puente’ ni se añade ni se quita una coma. Simplemente se cuenta de la mejor manera posible.

Llama la atención que la misma productora de un producto tan consolidado y rodado como es ‘Gran Hermano’ haya puesto en marcha este nuevo concepto de programa que ya es, sin duda, una innovación en toda regla en el campo de los realities. Pero al mismo tiempo resulta coherente que la entidad responsable del reality más longevo en España haya apostado por esta I+D maravillosamente ejecutada que ha generado lo más parecido en años a “una autenticidad televisada”.

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