La productora Bambú ha empezado la temporada con fuerza. El pasado 13 de septiembre estrenó en Movistar En el corredor de la muerte, miniserie de 4 capítulos sobre la vida de Pablo Ibar. Un proyecto que apuntaba alto desde su concepción y que ahora, pasado un mes desde su lanzamiento, se puede decir que ha superado todas las expectativas. No solo por el aplaudido trabajo de Miguel Ángel Silvestre en el papel principal, sino también por el que ha realizado todo el equipo de la productora, una de las más prolíficas de nuestro país.
De ella y de sus proyectos más recientes hablamos con Ramón Campos, cofundador y productor ejecutivo de Bambú, quien también valora para Vertele el presente y el futuro de la industria televisiva, haciendo hincapié en las dificultades que atraviesa la televisión en abierto en el panorama actual.
Se cumple un año desde que Nacho Carretero hiciera público que estaba trabajando con Bambú y Movistar para convertir 'En el corredor de la muerte' en una serie de televisión. ¿Cómo ha sido precisamente este último año para vosotros preparando el proyecto?
Ha sido una carrera contrarreloj. Desde que decidimos hacer el proyecto, lo llevamos a Movistar y empezamos a trabajar en él pasó muy poco tiempo. Ten en cuenta que en octubre se estaba decidiendo el jurado. Mientras se decidía el jurado nosotros empezamos a escribir la serie y Movistar nos dio la aprobación. Hasta enero estuvimos escribiendo, y de enero a junio estuvimos grabando y postproduciendo para poder estrenar en septiembre.
En medio de este proceso ha habido viajes a Panamá, a Miami, mucha labor de documentación, casting… Ha sido un trabajo arduo, pero vista la serie ahora, muy satisfactorio.
Menciona el trabajo de casting. ¿Cuánto tiempo les llevó decidir que Miguel Ángel Silvestre era el adecuado para interpretar a Pablo Ibar?
Teresa [Fernández-Valdés, cofundadora y productora ejecutiva de Bambú] y yo lo tuvimos muy claro desde el principio, pero había que convencer a todo el equipo. Miguel Ángel es un portento como actor y, sobre todo, un trabajador nato. No hay demasiados actores como él porque fue un deportista de élite en su juventud. Él era tenista y lo dejó cuando pensó que no iba a ser suficientemente bueno. Tomó la decisión de dar un paso atrás y se dedicó al mundo de la actuación. Por eso, cuando empieza a preparar un papel es como un deportista de élite: lo va a preparar hora tras hora tras hora tras hora.
Yo me di cuenta de que era la persona adecuada, aparte de por el parecido físico, para conseguir hacer el acento y conseguir mimetizarse con Pablo. Sabía que en el momento en que Carlos Marques Marcet [director de la serie] lo conociese y empezaran a trabajar juntos, también lo iba a tener claro.
¿Qué supondrá este papel para él, tanto para su carrera como para la percepción que de él pueda tener el público a partir de ahora?
Fariña es para Javier Rey lo que En el corredor de la muerte es para Miguel Ángel. Es una serie que le va a dar muchas alegrías y muy merecidas, porque ha hecho un gran trabajo.
En la presentación de la serie comentaba que 'Fariña' había abierto una vía para contar historias que ‘En el corredor de la muerte’ ha continuado. ¿Cuál es el siguiente paso de Bambú para seguir la estela de estas dos series?
Estamos trabajando en un par de proyectos con Nacho [Carretero] que todavía no podemos decir porque no están cerrados, pero sí que tenemos claro que esa vía queremos mantenerla. Tanto la vía de esa ficción responsable, por decirlo así, como de las series documentales, la línea de entretenimiento y la línea de cine. Son las cuatros líneas que en Bambú queremos seguir explorando.
En el caso de las series documentales, este verano Netflix lanzó 'El caso Alcàsser'. ¿Cómo ha sido la acogida pasados ya unos meses desde su estreno?
Muy buena. Hemos recibido muy buenas críticas y un apoyo generalizado salvo voces discordantes muy pequeñas. Y hemos recibido algo que, para mí, era lo más importante de todo: que Rosa Folch [madre de Desirée] y su familia y la familia de Toñi hayan visto la serie y hayan visto que lo hemos tratado con respeto.
Que en el pueblo de Alcàsser hayan visto que no llegamos allí, atracamos a la gente y nos marchamos para hacer un programa rápido, sino que hicimos un trabajo concienzudo que, más allá de alguna gente despistada que quiere seguir viendo lo que no hay, queda claro que lo que sucedió en Alcàsser fue que estas pobres niñas se cruzaron con dos o tres desgraciados, dos seguro, que se las llevaron y les hicieron una sarta de barbaridades y no se las devolvieron a sus padres con vida.
Yo creo que se acabó el caso Alcàsser después de la serie documental. Ya no hay mucho más que hablar sobre eso, y el que quiera ahondar pues ahondará en teorías de la conspiración que no tienen más sentido.
Semanas después de su estreno falleció el criminólogo Juan Ignacio Blanco, con el que hablaste por haber defendido durante 27 años una teoría alternativa a partir de una supuestas cintas reveladoras.
Es que no existen. Las cintas nunca han existido y no van a parecer porque no existen. Juan Ignacio Blanco era un mentiroso compulsivo que en cada entrevista, intervención o programa mentía una vez tras otra y cogía elementos de la realidad que le interesaban para seguir mintiendo. La argumentación de las cintas aparece en el momento en el que se estrena Tesis en España, cuando las cintas ‘snuff’ se ponen de moda y él ve que es miel sobre hojuelas y lo coloca en su historia.
Yo he visto la autopsia de las niñas y es una de las cintas más desagradables de ver que yo me he cruzado en mi vida. Esas imágenes se te quedan durante semanas en la cabeza porque son tres cadáveres que han pasado 75 días en un monte, así que imagínate cómo pueden estar con insectos y con todo. Entonces, ¿un padre que es capaz de ver eso no ve la cinta en la que está el asesino de su hija para denunciarlo? ¿Deja que eso pase durante 26 años? Es absurdo pensar eso. ¿Juan Ignacio Blanco iba a hacer lo mismo? También es absurdo.
¿Cuál era la única forma de mantener la teoría de la conspiración? Que hubiera un negocio detrás. La teoría de la conspiración es dinero en entrevistas, conferencias, vendiendo un libro de forma ilegal... Es dinero, dinero y dinero. Y lo que consiguió la teoría de la conspiración fue que dos personas, durante 26 años, siguiesen ganando dinero con aportaciones de pobres personas que se creyeron su teoría mientras las personas que decían la verdad, que son Rosa [Folch] y Luisa [Rodríguez], seguían con sus vidas asumiendo que éstos no les dejaban tener un luto tranquilo y descansar en paz.
Después de haber hecho 'Alcàsser', ¿cuál va a ser vuestra próxima serie documental?
Aún no lo tenemos claro, pero sabemos que vamos a empezar seguramente en enero con el nuevo caso. Alcásser fueron casi dos años de trabajo, y con las opciones que tenemos sobre la mesa es probable que ahora necesitemos tres. Elías [León Siminiani, director de El caso Alcàsser] y yo solo vamos a hacer una serie documental durante estos tres años, no vamos a estar metidos en nada más en este género.
Supongo que en unos meses se sabrá, pero estamos estudiando dos o tres ideas y explorando qué opciones tenemos de llevarlas a cabo. Porque no es solo querer hacerlas, sino también conseguir las entrevistas, tener acceso a materiales… Hay un profundo trabajo detrás que, en el caso de Alcàsser, nos llevó un año conseguir el juicio. Y sin ese juicio la serie documental sería otra. Entonces, queremos estar muy seguros de que tenemos el material necesario.
¿Van a empezar a trabajar en el proyecto sin cadena o ya hay alguna interesada?
Ya hay cadenas interesadas. Plataformas más que cadenas, porque las cadenas en abierto no están dispuestas a hacer la inversión que requiere una serie documental como Alcàsser y las plataformas sí. Es verdad que las plataformas tienen una exposición internacional que hace que tengan más fácil rentabilizar un producto así.
'En el corredor de la muerte' es vuestra primera serie del curso. ¿Cómo se presenta la nueva temporada para Bambú?
Tenemos En el corredor de la muerte, Las chicas del cable, volveremos con Alta mar y estamos trabajando en dos películas que se verán el año que viene, que son una cinta de terror llamada Malasaña 32 y El verano que vivimos, un gran drama romántico de época en la línea de Palmeras en la nieve.
Y también estamos trabajando en proyectos nuevos para diferentes plataformas que todavía no se pueden hacer públicos, pero que durante los dos próximos meses, al igual que un asunto privado para Amazon, se se darán a conocer estas otras series en las que estamos trabajando.
De la temporada pasada, uno de los casos más significativos fue el de '45 revoluciones', que terminó como la serie de prime time menos vista de la historia de las privadas. ¿Cómo explica los datos de audiencia que tuvo?
Creo que nos fuimos a un público muy joven. Si ves Twitter ahora, la mayoría de comentarios son de gente muy jovencita que en su día no la vio en Antena 3 y ahora le encanta. Vamos paso a paso, pero está teniendo una buena vida y está empezando a gustar mucho en Latinoamérica.
Aun así, creo que hay que hacer un análisis muy profundo de cuál es el futuro de la televisión en abierto. Es muy complicada con los horarios y con la publicidad porque determinado público ya no está ahí. Si mañana pones Élite en Telecinco o Antena 3 será un fracaso porque a ese público ya no le interesa ir ahí.
En el caso de 45 revoluciones, quizá nosotros confiamos en atraer a ese público y no lo conseguimos. Hay que ver, si tenemos otros proyectos de ficción en abierto, hacía quién dirigirlos y cómo dirigirlos.
¿Hay solución a estos problemas que plantea?
Yo creo que no. Y las cadenas en abierto creo que son conscientes de que no. No hay más que ver Atresplayer, que empieza a ofrecer sus series en Premium antes que en abierto. Son conscientes de que hay un público que no va a ir a la tele, sino que va a ir ahí. Mitele se está reactivando y de Movistar ya ni hablar porque es casi más plataforma que canal.
Ir en abierto con un producto que no sea evento o en directo, que no sea algo que solo vas a ver ahí y que no va a tener una continuidad, es muy difícil. Aparecerá alguna serie y se dará, sobre todo para un público muy concreto, pero ya no vamos a ver los datos que veíamos hace años. Y si los vemos será en un estreno con una buena promoción y luego irá cayendo. Todas las series caen de forma escalonada durante su emisión en abierto desde el capítulo 1 hasta el 13. Creo que no debemos ver más series de 13 capítulos. Se han acabado, son una locura.
La gente está para las series de seis y de ocho episodios como mucho. Y de ocho se hacen cuesta arriba porque el espectador necesita ver otra serie. Hablé un día con gente de Movistar y Bambú a la que le gusta mucho las series de cómo nos cuesta a todos empezar a ver la segunda temporada de una serie. A mí me flipó The Marvelous Mrs. Maisel, pero empiezas la segunda temporada y es como “uf, pero si tengo siete series aquí, diez allí, ocho ahí para qué voy a ver Mrs. Maisel si a lo mejor encuentro otra en otro de esos lugares”.
Entonces, es complicado para las cadenas encontrar eso. Y sobre todo, otra situación que se está dando ahora en España, que es la inversión que se está haciendo en series a través de Netflix, Movistar, Amazon, Apple, que está llegando, Sky,, HBO que ya está, pero cuando se una Warner va a ser más grande, Disney con Fox, Alibaba, que vendrá del otro lado del charco… Esto que está sucediendo ahora supone que los presupuestos crecen mucho, el doble que en una televisión en abierto. Y esto supone que los mejores técnicos no están en las cadenas en abierto, sino que van a estar en otras plataformas. Los mejores actores posiblemente acaben aceptando trabajos que les ofrezcan mucho más dinero y con apuestas mucho más arriesgadas de las que puedes hacer en abierto.
Entonces, el campo de trabajo para la televisión en abierto te lo pone más complicado. Así que hay que hacer un análisis, porque si no utilizas actores muy conocidos te las ves luego en la dificultad de 45 revoluciones para encontrar una promoción adecuada. Si no son actores conocidos no puedes ir a determinados programas. Y como no puedes ir a determinados programas no tienes exposición. Y como no tienes exposición la gente no viene. Es una pescadilla que se muerde la cola difícil de manejar.