Rocío Carrasco se ha despachado a gusto contra su familia en el capítulo 11 de la segunda serie documental que ha grabado con Mediaset, titulada En el nombre de Rocío.
Carrasco tiene una teoría que daría sentido al hecho de que buena parte de sus familiares, incluidos sus tíos Gloria Mohedano y José Antonio Rodríguez, la hayan intentado perjudicar con cada paso que han dado desde que murió Rocío Jurado.
¿Por qué tomaron partido a favor de José Ortega Cano? Según la hija de la cantante, el torero era el único que podía garantizar la buena vida que estaba disfrutando Gloria: “Una vez muerta su hermana, ya no podían chupar más de ella... pues tocaba chupar de Ortega”, relata la entrevistada en este capítulo del que se hace eco Bluper.
Por lo tanto, la hermana de Rocío Jurado se arrimó a la mejor sombra de la finca, según el testimonio de Carrasco. “Gloria se fue a Yerbabuena porque era el único sitio donde podía seguir chupando para no trabajar cómo no ha trabajado en su puta vida. No sabe hacer la o con un canuto ni dentro ni fuera de una casa”, sentencia contundente.
“Mi madre sabía que si no dejaba a la jauría bien servida, me iban a comer”
Por su parte, el marido de Gloria Mohedano tampoco se ha esforzado demasiado para tener lo que tiene, continúa la protagonista de la docuserie que se está emitiendo en Mitele Plus.
“José Antonio ha trabajado toda su vida en Telefónica porque lo colocó mi madre a cambio de hacer un anuncio de Las Matildes. Habló con el presidente y le dijo que hacía el anuncio de las acciones gratis a cambio de un puesto de trabajo para su cuñado”, afirma. “Estaban trabajando en Yerbabuena y lo camuflan cómo que estaban cuidando a los niños. La tía no cuida a los niños si no saca un rendimiento económico”, critica.
“Todos son iguales. Se les ha ido el núcleo que les daba de comer”, insiste Rocío Carrasco ante las cámaras de Mediaset. Y lanza una pregunta: “¿Te imaginas a semejantes ineptos en la vida sin Rocío Jurado?”.
Ella tiene claro que les correría mal pelaje si no fuera por la artista. “No vale ninguno para nada. No podrían desarrollar ninguna función en ningún aspecto (...) Mi madre sabía que si fallecía y no dejaba a la jauría bien servida, me iban a comer. Y es lo que no quería. Pero es algo que no podía evitar porque son como son y quieren más”, remata.