Secret Story regresa este jueves a Telecinco apostando tanto por la renovación con respecto a su primera versión, terminada hace apenas tres semanas, como a la vuelta a los orígenes de la telerrealidad en televisión, al volver a creer en los rostros anónimos frente al desgaste de las caras conocidas habituales del universo Mediaset.
El formato, producido en colaboración con Zeppelin TV, se relanza también cambiando el equipo de presentadores que asumía las riendas de los reality shows, pilar de la programación de la casa, durante los últimos años. Un gesto más del intento por consolidar una marca que llegó de forma un tanto inesperada este otoño, momento en que se preveía el lanzamiento de Gran Hermano VIP 8. Si bien lograron acertar con él, sus resultados aún estaban lejos de los del referente en este género, prioritario en Mediaset desde hace ya 20 años.
A continuación, trazamos las fortalezas y debilidades con las que llega este jueves 13 de enero el que habrá de ser principal contenido del prime time del canal durante este primer trimestre del año y hasta la llegada de Supervivientes 2022.
A favor
· La recuperación de los anónimos
Una de las sorpresas, cuando se anunció la renovación por una segunda edición (cuando aún estaba la primera en la recta final) era que Telecinco decidiese romper la tónica de los últimos tiempos y volver a contar con un casting de desconocidos para este programa. En el fondo, tiene lógica hacer esto ahora que se pretende dar con una alternativa a la marca Gran Hermano, aún en pausa indefinida mientras se resuelve el juicio por el “caso Carlota”. De hecho, Secret Story había nacido como un formato de anónimos en Francia, donde lleva más años de desempeño en televisión.
Precisamente la audiencia demandaba volver a la esencia de aquel formato, a los anónimos, ante el cansancio por personajes conocidos de interés relativo, sustentado en su engarce con las tramas que se desarrollan transversalmente en los programas de Mediaset. Esta apuesta permite volver a dar un contenido genuino en vez de desvirtuar la originalidad y autenticidad del programa. Será la recuperación del concepto de caras nuevas cinco años después de la traumática GH Revolution, con una marca recién llegada a España, hace apenas tres meses, y “sin contaminar”, recurriendo a las palabras de Manuel Villanueva, director de contenidos de Mediaset España, en una entrevista a este portal.
Volver a los anónimos permitirá recobrar, sobre el papel, la capacidad de sorpresa ante el público. Pero también abrir la telerrealidad a personalidades variopintas y colocar al programa a la altura de la época en la que se emite, frente a la endogamia inevitable en la que se mueven los contenidos de Telecinco: “Normalmente los realities son un gran estímulo para dar naturalidad a colectivos que muchas veces están fuera del foco mediático, y hemos querido seguir en esta línea”, ha añadido“, reconocía la directiva de Zeppelin Amparo Castellano, que anticipaba la presencia de ”mucha multiculturalidad“, sin olvidarse de la España Vaciada, y la inclusión de una persona no binaria.
· Dar valor a un formato de éxito internacional
Algo que quedó ensombrecido en su primera edición es que La casa de los secretos era un formato, como ya hemos avanzado, con éxito a sus espaldas, y no un simple parche. Telecinco había tratado de encontrar versiones alternativas al encierro televisado tanto con La casa fuerte, con dos ediciones; como con El tiempo del descuento. Si el primero de los dos surgió como una coda de Supervivientes 2020, recuperando a parte de los concursantes de aquella edición; el segundo era directamente una continuación de Gran Hermano VIP 7 con la que hacer tiempo durante el primer trimestre de 2020 para poner en marcha, precisamente, el reality de supervivencia.
Secret Story es, de hecho, la versión patria de un formato de Banijay que a su vez nació como una variación de Gran Hermano, en la que los concursantes conviven en una casa con un doble objetivo: mantener un secreto a salvo y descubrir el que guardan sus compañeros. Como decíamos, el reality tuvo su puesta de largo en Francia en 2007, y desde entonces ha gozado de 11 ediciones ininterrumpidas en el país vecino. Además ha tenido adaptaciones en la televisión portuguesa, donde hasta el momento se han producido siete temporadas, y cuenta con otras adaptaciones adicionales en Canadá y Países Bajos.
El pedigrí que obtiene con este sello internacional es otro de los valores que puede explotar Mediaset, afianzándolo en un catálogo de grandes contenedores de entretenimiento como el propio GH, Supervivientes, Got Talent o Idol Kids.
· Mejorar los secretos
Secret Story jugará desde el primer momento al misterio, empezando por no revelar las identidades de los nuevos habitantes hasta este mismo 13 de enero. La gala inaugural arrancará desvelando este primer “gran secreto”, buscando entretener a los espectadores. “En los realities no podemos dar muchas pistas para poder guardar las sorpresas, pero os adelanto que buscamos entretener”, prometía Jaime Guerra, director de la División de Producción del grupo, durante la presentación.
En esa línea, esto ya anticipa un esfuerzo por conseguir que los secretos que esconderán cada uno de los participantes den el juego esperable, no como ocurrió en la edición con famosos. No hay que olvidar que ese operador narrativo con el que se partía quedó rápidamente en segundo plano, cuando apenas 24 horas después del estreno muchos de los secretos que guardaban las celebrities eran ya conocidos. “Se ha reforzado la mecánica de los secretos y se ha hecho más sencilla de cara al espectador. Se le ha dado más importante también a nivel interno en la casa. Habrá careos y puestas en escenas muy importantes, y en el momento en que se descubra un secreto, ese concursante saldrá del juego”, ha explicado Guerra.
“Todos tenemos un secreto y el trabajo para llegar a él ha sido apasionante. Es algo muy íntimo que tienes dentro de ti y no quieres compartirlo. Llegar hasta ello ha sido un proceso de pico y pala, de muchas conversaciones. Cuando te van contando te quedas realmente sorprendido. Hay cosas que no me imaginaba nunca”, opinaba Castellano al respecto de lo que han preparado en esta ocasión. A ello, sin duda, favorece de nuevo la elección de un casting anónimo, porque activará la curiosidad y las apuestas del público. Al menos a priori.
· Renovación del plantel de presentadores
De forma análoga a la elección de anónimos para concursar, rompiendo la tendencia imperante en el último lustro en Telecinco, la cadena también ha optado por dar un cambio importante a las figuras que habrán de ser representantes y prescriptores del programa de cara a la audiencia. El principal damnificado es Jorge Javier Vázquez, que deja su sitio como líder a un Carlos Sobera que sigue ganando terreno en Mediaset.
Independientemente de la confianza en el vasco, prescindir del ubicuo catalán es un acierto de cara a atraer a potenciales nuevos públicos, pues supone romper con el pasado más inmediato. También eludir la sobrecarga de programas asignados a Vázquez: desde que en 2016 tomase el relevo de Mercedes Milá en GH, ha presentado no solo todas las ediciones de este, sino El tiempo del descuento, La casa fuerte, Supervivientes y la encarnación anterior Secret Story. “Se maneja mejor con los famosos y él mismo lo dice. Esa es una de las razones por las que ni siquiera planteamos su nombre aquí”.
Pero también supone decir adiós a Jordi González, un presentador puesto a menudo en duda por la audiencia por su reciente labor en debates como el de la primera edición de Secret Story. En su lugar, la novedad es Toñi Moreno, que se estrena en esta tesitura tras haber hecho, eso sí, de colaboradora y tertuliana en otras ocasiones y contar, por tanto, con plena experiencia también en esta clase de contenidos. Por lo demás, Sandra Barneda es un refuerzo lógico, habida cuenta no solo su experiencia conduciendo galas de reality shows, sino con su actual éxito al frente de La isla de las tentaciones. Los tres forman un tridente inédito y, por qué no decirlo, también ayudan a que ganen más peso las mujeres dentro del género, tras años en los que Jorge Javier y Jordi parecían fijos, y den nuevos aires al contenido. Aires más serenos y abiertos a más públicos.
En contra
· Un formato que ha funcionado a medio gas
Exponíamos antes, y no mentíamos, que Secret Story se instaló en España con el aliciente de ser un programa testado fuera de nuestras fronteras desde hace años. Y así es. Sin embargo, cabe decir que por más que respondiera a las necesidades básicas de Mediaset -esto es, liderar y otorgar buenos datos a la cadena- sus prestaciones han quedado muy por debajo de las que, por ejemplo, acostumbra a producir Supervivientes durante la primavera. Esto es algo que no solo podemos achacar al programa en sí, puesto que el último año televisivo ha demostrado lo difícil que es proponer nuevas ideas y contenidos a un público acostumbrado a unas pocas marcas de eficacia asegurada: pensemos en el caso de Veo cómo cantas, también renovado por Antena 3 pese a no haber gozado de un auténtico impacto tras su primera temporada.
La media de 17.3% y 1,7 millones de espectadores evidencia que estamos ante una oferta exitosa, pero no contundente, sobre todo si lo comparamos con el 26% de share y 2,3 millones de televidentes que siguieron la más reciente edición del formato de Bulldog TV. Ha estado lejos de ser determinante, como sí lo es Supervivientes, y eso también afecta al momento actual que atraviesa Telecinco, habiendo perdido la primacía que tenía sobre Antena 3, que ha terminado 2021 afianzándose como la cadena más vista en noviembre y diciembre.
En ese sentido, los “secretos” que debían ser hilo conductor del reality se quedaron a las primeras de cambio en el fondo, sin cabida en la recta final de la competición; los fichajes más potentes, como el de Bigote Arrocet o el de Adara, añadida para otorgar un aliciente extra al concurso, no terminaron de funcionar. La sensación generalizada podría resumirse en que como programa autónomo, Secret Story no había definido lo suficiente su identidad en nuestro país, entendiéndose como una “marca blanca” de lo que era Gran Hermano.
· La sombra de 'GH'
Esta sensación de “genérico” de GH es algo contra lo que aún tiene que luchar Secret Story para encontrar su lugar en la programación. Lo cierto es que su existencia obedece a la compleja tesitura de Mediaset para trabajar con su gran marca por antonomasia: si se lanzaron a producir La casa de los secretos en vez de GH VIP 8 , como anunciaron en junio de 2021, era partiendo de la familiaridad con el archiconocido formato de encierro. De hecho, ya lo hemos reiterado: este nuevo programa no deja de ser en su raíz una versión alternativa modelada sobre aquel mismo molde.
Seguir apostando por Secret Story parece una estrategia para dar más margen a que la marca GH vuelva a ser “segura” para sus responsables. Así, si en una primera comunicación se afirmaba que la producción de la octava edición de la versión VIP seguía en marcha “para programarse más adelante”, ahora este retorno a corto plazo parece aún más incierto. “De momento Gran Hermano ha de esperar. No vamos a generar una cacofonía de este tipo. Ahora estamos consolidando una marca y con GH Dios dirá. Está situado en el futuro, y el día de mañana veremos”, declaraba Villanueva.
Entre tanto, Secret Story tendrá que soportar las comparaciones con Gran Hermano, ahora más inevitables al volver a componerse de gente corriente. “Dudamos durante un momento si arrancábamos en otoño con anónimos o con famosos, pero para ayudar a una marca nueva como esta nos decidimos por empezar con los conocidos”, reconocía también el directivo de Mediaset. Dar una oportunidad al programa a rodarse con rostros famosos era una manera de separarse de esta sombra. El problema estribaba, como hemos visto, en la falta de fuerza de los famosos en sí, y en la dificultad para construir con ellos una identidad precisa, desligada del resto de programas de Telecinco.
· La ausencia de Lara Álvarez
Insistíamos en la importancia de airear la nómina de presentadores de Telecinco, algo que parece haberse conseguido con la llamativa ausencia de Jorge Javier Vázquez. Ahora bien, por más que suponga una renovación, Telecinco vuelve a negar a la audiencia de reality shows uno de sus “deseos” particulares: premiar a Lara Álvarez con un puesto de mayor responsabilidad.
La asturiana ha ganado peso con los años en el mapa de contenidos del grupo. En breve ejercerá como copresentadora de Jesús Vázquez en Idol Kids, después de haber estado conduciendo las galas de Nochebuena y Nochevieja junto a Joaquín Prat, y tras varios años acompañando desde Honduras a Jorge Javier Vázquez en las retransmisiones de Supervivientes. Su labor y su entrega la han hecho no solo un activo muy fiable para la casa, sino en una profesional muy valorada y querida por la audiencia. Sin embargo, pese a multiplicarse su presencia, sigue sin tener un encargo donde tenga un protagonismo total o no esté supeditada a otro profesional.
En ese sentido, Telecinco pareció escuchar a los televidentes al confiarle a Álvarez los resúmenes de la primera edición de Secret Story. Ahora, precisaba Villanueva, pueden volver a requerir de sus servicios para hacer lo mismo. Dependerá “de la demanda, del contenido o de razones de programación”. Tal vez reformular la imagen del género de telerrealidad también pase por decidirse a abrir el protagonismo a las nuevas generaciones. Más aún con la trayectoria de esta.