El pasado mes de mayo Jordi Évole anunció que se marchaba de Salvados, una noticia que descolocaba a los seguidores de un programa que hasta entonces parecía imposible de disociar de su conductor.
Esta noche, Gonzo ha cogido su relevo para estrenar la primera temporada en la que el espacio cambiaba de rostro. Pero lejos de notar el cambio, el espacio ha superado con nota este examen dejando constancia de que su sello va más allá de nombres propios.
Una vez más ha removido conciencias con testimonios a los que los medios no suelen dar cabida, ha sacado a la palestra las vergüenzas de grandes empresas y ha mantenido su cuidado por el contenido y continente de su realización. Dejando en mera anécdota ese baile de presentadores que antes del arranque parecía ser su gran reclamo.
Esa es la magia que mantiene intacta Salvados: la de lograr que relativices lo que creías importante antes de empezar a verlo.
Gonzo, menos picardía y más calle
Tras 11 años de recorrido, Salvados conoce perfectamente a su público y sabe que prefiere los platos fuertes a fuego lento. Por lo que ha presentado al nuevo conductor poco a poco: primero dejaba que le escucháramos sin verlo (como si nos tranquilizaran con su voz), después destapaba la mitad de su rostro mientras escuchaba (con esos planos de “escucha” tan esenciales en este programa) y ya de forma natural, Gonzo al completo se relajaba frente al testimonio.
Su rostro se ha mimetizado con el programa de forma tan orgánica que podría parecer que Salvados no necesita casi de un conductor. Pero no es así. Aunque hayan demostrado que el espacio tiene un sello que trasciende a cualquier rostro, la realidad es que es imprescindible proyectar un “salvador” para que funcione.
Jordi Évole encarnaba a ese Robin Hood que entregaba las vergüenzas de los poderosos al pueblo. Gonzo también puede interpretar perfectamente ese papel, incluso más acostumbrado a rebuscar entre la problemática de la calle, pero aún falta que encuentre el guiño por el que le reconocerá la audiencia.
“El estilo de juego se mantiene”
“Los años pasan, los jugadores vamos y venimos, pero el estilo de juego se mantiene” tuiteaba Oriol Querol, de la productora Del Barrio antes de estrenar la nueva temporada.
Y así ha sido, el programa ha mantenido su esencia basada en tres pilares: dando voz a gente a la que los medios no le dan espacio, abordando temas que solo llaman la atención cuando hay nombres propios afectados y atreviéndose a poner el foco en empresas que suelen ser intocables.
Así, la nueva temporada se ha atrevido a sonrojar a El Corte Inglés y a Criteria-Caixa denunciando acoso sexual entre sus organigramas y dejando en evidencia sus pocas ganas de hablar sobre el tema.
Lo más “difícil”: las 4 mujeres protagonistas
Esta primera entrega se ha volcado en el acoso laboral que sufren más mujeres de las que lo denuncian. De hecho, la propia productora así lo explicaba en redes antes de estrenar: “Lo más difícil a la hora de sacar adelante este Salvado fue encontrar a mujeres que se atrevieran a contar su calvario. Además de víctimas de acoso, también son de la incomprensión, el miedo y la vergüenza. Gracias, por tanto, a las 4 mujeres que protagonizan el programa”.
Patricia fue la primera de ellas y no quiso mostrar su rostro. Comenzó a trabajar como secretaria de alta dirección en Criteria Caixa, un puesto que parecía una gran oportunidad pero acabó siendo una pesadilla con su jefe.
Poco a poco comenzó a lanzarle comentarios sobre su físico y también críticas al considerar “que no iba guapa a la oficina”. “Ciertas mañanas, al entrar a trabajar, me pedía que fuera a su despacho y que me diera la vuelta para que viera bien qué llevaba puesto ese día. Me sentía como si estuviera pasando un test diario no sé exactamente de qué”, relató sobre el acoso que duró 3 años.
Ana, la segunda, tampoco quiso que se viera su cara. Ella trabajaba en una cocina y durante 9 meses fue víctima de un acosador. Pero su infierno fue doble, por el acoso laboral y la estigmatización de su propio marido: “Él lo tomó muy mal, al principio me culpó”.
Intentó quitarse la vida y hasta abandonó su pueblo porque el proceso de denuncia fue más duro de lo que esperaba.
La tercera en hablar fue Luana, que se dedica a cuidar a gente mayor, y ella sí que mostró su rostro: “Que la persona que me escucha que sepa que todavía lo recuerdo”, argumentó.
Explicó que en su gremio, no conocía “a una chica que no haya sufrido una situación de éstas” en las que un anciano no haya intentado sobrepasarse.
Para acabar Isabel, una ex dependienta de El Corte Inglés que lleva dos años sin poder ni pasar cerca del centro en el que trabajó durante dos décadas. Su jefe se rozaba con ella, le mostraba vídeos porno, le hacía comentarios obscenos y aunque ella lo denunció, los superiores ni lo investigaron y le ascendieron.
Sin embargo, tal y como informó el programa en su recta final, el acosador de Isabel fue despedido en 2017 tras la correspondiente investigación interna que se hizo de su caso. Además, una semana después de grabar su entrevista, El Corte Inglés cambió a los máximos responsables del centro en el que trabajaba.