Queridos lectores/as de Valeria:Valeria sí, ha pasado. Cuando Netflix dijo que estaba preparando una serie inspirada en las novelas de Elísabet Benavent, no mentía. Si ya habéis visto sus episodios, disponibles en la plataforma desde este viernes 8 de mayo, no habréis tardado demasiado tiempo en percataros. Y, si aún no os habéis lanzado, os recomendamos hacerlo sabiendo que lo que os vais a encontrar va a distar mucho de lo que leísteis en los libros.
Eso sí, antes de que pongáis el grito en el cielo, recordad que la propia autora ha ejercido de asesora creativa y que ha supervisado todas las modificaciones. De hecho, ella misma ha pedido que os enfrentéis a la ficción “como un producto nuevo”. “Esperamos que sea un plus y hayamos podido captar con nuestro trabajo la esencia de estas amigas tan queridas”, explicaron las intérpretes de Lola, Nerea y Carmen (Silma López, Teresa Riott y Paula Malia) a Vertele. Dicho esto, podéis volver a guardar vuestros cuchillos y ser conscientes de que estabais avisados.
La Valeria de Netflix ha apostado por tomarse una serie de licencias creativas que a su vez han mantenido el alma del universo creado por la escritora. Un mundo al que muchos sucumbimos y nos dejamos seducir por sus personajes, alegrarnos y sufrir con sus torpezas, locuras y absoluta naturalidad. La serie sigue mostrando esa realidad y cotidianidad. No obstante, sí, hay muchos cambios. Tantos, que la tarea de enumerarlos se ha tornado en complicada, pero que aun así hemos tratado de llevar a cabo en este artículo que, ya avisamos, contiene muchos SPOILERS.
El primer y mayor shock: Nerea es lesbiana
Sí, Nerea en su versión para la pequeña pantalla es lesbiana. Netflix ha optado por cambiar su orientación sexual, y es cierto que amplía lo representado en la ficción literaria, pero choca en cuanto es mostrado. Esta modificación implica a todas sus tramas y afectan, como era de esperar, al resto de personajes. Más allá de que en los libros acabe liada con Daniel, el odiado jefe de su amiga Carmen; en la serie vive en Boadilla del Monte, con sus padres, que es con quienes trabaja como abogada y no ha salido del armario. Además, en la ficción optan porque se meta en una asociación feminista, donde conoce a nuevas chicas, entre las que se encuentran sus nuevos ligues.
El encuentro entre Valeria y Víctor
En el libro, el encuentro entre Valeria y Víctor es más inocente que en la serie. Lola decide sacarla de fiesta para que se airee y se anime, ya que está ofuscada escribiendo su novela y apenas se quita el chándal ni para salir de casa. Entre los tres amigos que se unen a la velada, uno es Víctor y sí que desde el principio hay una química, pero no se quedan solos toda la noche desde que se conocen como sí ocurre en la serie, en la que el evento que les une es el cumpleaños de él.
Lola invita a ir a las chicas pero todas acaban cancelando el plan y ella llegando tarde, de tal forma que Valeria se queda igualmente en la celebración aunque no conoce a nadie. Tampoco es igual la manera en la que él se entera de que ella está casada. En el libro, la propia Valeria lo medio escupe porque sale como tema de conversación la actitud de Adrián, al que se refiere como un amigo suyo, y sobre el que cuenta que tiene una ayudante muy joven y guapa, con la que se iba a ir a un festival. Sus acompañantes le dicen que lo más normal es que se vaya a liar con ella. Enfadada por las reacciones de la mesa, decide soltar que está hablando de su marido. En la serie, lo cuenta porque Víctor le pregunta en la fiesta qué va a hacer al día siguiente, y ella responde: “Voy al cine, con mi marido”.
El matrimonio entre Adrián y Valeria
Las novelas cuentan con Valeria como narradora en primera persona, de tal forma que es en quien más nos adentramos a conocer sus reflexiones, pensamientos y preocupaciones. Sobre el papel, Adrián se pasa el día trabajando en su estudio de fotografía, llega siempre muy tarde y apenas se comunica con su mujer. Cuando se casaron, hicieron un pacto con el que evitar arrastrar los problemas del trabajo a casa, prohibiéndose hablar del tema. Aquella decisión se acaba convirtiendo en un problema porque directamente casi no hablan. Esa indiferencia y falta de cariño es palpable hasta el punto que en el libro se evidencia que la relación está muy apagada y que apenas hay interés. De tal forma que se entiende que ambos se interesen por otras personas. No coinciden para desayunar ni cenar. En la serie sí que charlan y comentan juntos en lo que andan metidos, se apoyan y se esperan despiertos.
Además, la ficción da mayor protagonismo a Adrián, viendo cómo se enfrenta a su trabajo, que no le va tan bien como en las novelas, y, aunque sigue siendo algo distante con Valeria, no mete tanto la pata ni es tan sumamente soso como para justificar que ella cambie tan rápidamente de sentimientos. La apoya y se esfuerza por al menos intentar que no se vaya todo al carajo de repente. Además, en la novela presentan su casa como un espacio muy pequeño, asfixiante, en el que apenas hay lugar para tener intimidad, que acompaña a la precariedad que supone que sea el sueldo de Adrián el único que entra en la casa. En la ficción, el piso en el que viven es enorme, muy moderno y acogedor. El colorido y amplitud de la estancia, en pleno barrio madrileño de Malasaña no termina de concordar con que después Valeria apenas tenga 100 euros en la cuenta.
Valeria besa a Víctor sin que Adrián le haya sido infiel
A pesar de que durante la novela es inevitable ver venir que la tensión sexual entre Valeria y Víctor se va a terminar resolviendo en algún momento, es descubrir que Adrián se ha acostado con su ayudante, Álex -a quien no vemos en la serie- lo que la lleva a decidir tomar el paso. Adrián se va a un festival de música para hacer unas fotos y llama sin querer por teléfono a su mujer mientras se acuesta con su compañera. Valeria, muy enfadada y sin dar crédito de lo que está sucediendo, se presenta en casa de Víctor donde, por fin, dan rienda suelta a la pasión.
Además, antes de llegar a este episodio, Adrián ya había sentado en cierto modo precedente porque al inaugurarse su exposición, da un discurso en el que no menciona a Valeria y sí a su ayudante, generando una situación muy incómoda entre los presentes, donde también están las amigas y el propio Víctor. En la propuesta de Netflix, los tres coinciden en una fiesta en casa de Lola donde, mientras Adrián va al baño antes de volver a casa, Víctor aprovecha para llevarse a Valeria a una habitación y darle un beso, al que ella responde. Tiene suerte de que sea Lola quien les pille y no su marido.
'Valeria' se masturba con una foto de Víctor
Valeria y Víctor conectan desde su primer encuentro, algo evidente en novelas y serie. Ahora bien, sobre el papel queda patente lo que él despierta en ella porque la propia protagonista lo cuenta en primera persona, haciendo continuas referencias a cómo su cuerpo reacciona, ya sea “mojando las bragas” o notando sus “pezones erectos”. En su traslación a la pequeña pantalla, el erotismo queda demasiado camuflado. Salvo cuando ella, al recibir una foto de Víctor en su teléfono, se masturba en el sofá.
En el libro, el detonante que le lleva a darse cuenta de lo mucho que le pone es un sueño erótico en el que ocurren todas esas “cosas” que no puede hacer con Víctor, pero que imagina que ocurrirán en algún momento. Además, en la novela, Víctor consigue el teléfono de Valeria porque se lo pide a Lola, mientras que en la ficción no se cuenta de dónde lo saca.
Valeria escribe su primera novela, no la segunda
A la Valeria de las novelas la conocemos después de que haya publicado ya su primer libro, de éxito. Arranca iniciando su segundo trabajo, que es en el que se ha quedado estancada. El dinero ganado con su debut es el que de momento la mantiene a flote, y aunque sí que tiene que cumplir una serie de plazos, su editor es bastante simpático y cuando la llama es comprensivo, la anima e incluso tienen pendiente quedar a comer. Por contra, en la versión de Netflix, Valeria ha ganado un concurso literario en el que el premio es la publicación de tu primer libro, que es el que está escribiendo, ausente de inspiración. De hecho, cuando le lleva una propuesta a la aquí editora ella le dice que es “una mierda” y la echa. Después la situación mejora, pero todo el devenir es nuevo.
Carmen no odia a su jefe
Desde el inicio de la novela, conocemos a una Carmen que está hartísima de su jefe Daniel. El mismo que acaba liado con Nerea provocando hasta el desconcierto entre ellas. De hecho, Carmen utiliza las intimidades que su amiga les cuenta sobre su pareja, para echárselo en cara y hacerle un poco imposible la vida en la oficina a su superior. Sin embargo, en la serie tiene jefa, con la que no tiene ningún problema.
Su amor en ambos casos es Borja, un compañero del curro, aunque el desarrollo de sus encuentros es distinto. En las novelas tardan más en lanzarse a quedar y hacer evidente que ambos sienten algo por el otro. Igualmente, él es quien pone freno a que se lancen a mantener relaciones sexuales porque no quiere que ocurra tras su primera cita. Claro que sobre el papel pasa en la casa de Carmen, mientras que en la serie lo dice en un fotomatón en el que se están enrollando en medio de una fiesta de empresa.
Carmen alquila un piso minúsculo para ligar con el casero
En los zapatos de Valeria, la primera novela de la saga, se publicó en 2013, por lo que sí que hay detalles que se han actualizado para llevar la historia a la actualidad. Como por ejemplo, que las amigas hablen por WhatsApp y no por mail o sms; y que haya problemas como el precio del alquiler. En la ficción, Carmen está tratando de ir a vivir sola, una tarea que más bien es una misión imposible, teniendo en cuenta los cuchitriles que se ofrecen por auténticos dinerales.
Así, se acaba quedando con un apartamento porque cuando va a verlo parece que el casero le está tirando fichas, y decide firmar el contrato pensando que va a ligar con él. Esta trama no ocurre en los libros, en los que conocemos a Carmen viviendo ya sola. Las modificaciones respecto a los hogares se extienden también a Lola, que en la adaptación de Netflix vive en un piso compartido, además de arrastrar una situación familiar complicada, con su hermano pequeño en silla de ruedas y una madre a la que no ve desde hace mucho tiempo y guarda rencor.
Los cambios de tallas y melenas
Quizás este sea el punto algo más controvertido de apuntar, dado que encontrar a intérpretes que sean exactamente igual a las descripciones de las novelas en el aspecto puramente físico, y que encajen a su vez con los personajes que cada uno se haya imaginado en su cabeza, es muy complicado. Aun así, hay puntos en concreto que sí que llaman la atención, como que en la ficción las cuatro amigas hayan sido encarnadas por mujeres que cumplen con el canon de delgadez.
Quizás el caso que más sorprende es el de Carmen, a quien en el libro se describe con un cuerpo más voluminoso que el de la actriz que ahora la interpreta, y lo muestra como algo natural. Porque efectivamente, en la vida real, las mujeres tenemos cuerpos diversos y está bien. Nerea, por su parte, ha pasado de tener el pelo largo y liso, a corto y rizado.