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¿Videoclips con famosos, o famosos con videoclip? Cuando las estrellas de TV marcan el ritmo de la música

Dejando a un lado las controversias de todo pelaje en torno a la banda y su cantante Willy Bárcenas, Taburete volvió a estar de actualidad este pasado miércoles 2, con el lanzamiento de 2018: Odisea en el espacio, primer videoclip de presentación de su próximo álbum. Sin embargo, tan importante como la propia música era la presencia de Macarena Gómez. La actriz, que a la espera de volver con la decimotercera temporada de La que se avecina estará también jugando con las 30 monedas de Alex de la Iglesia en HBO, hace valer sus galones dentro del género fanterrorífico en una historia narrada con notables valores de producción (a cargo de Rumbo Films) y que reinterpreta libremente y con colmillos vampíricos la temática de “renacimiento” de la letra. Eso sí, todo en 2018: Odisea en el espacio gira en torno a la estrella televisiva, cuya presencia se convierte así en el gran reclamo de esta pieza publicitaria. Podría decirse que todo lo demás se vuelve accesorio.

Precisamente esto parece entenderlo también el dúo francés de electrónica AaRON, que en plena cuarentena fueron capaces de levantar la producción de su nuevo videoclip gracias a Los Músculos de Bruselas. En una de sus cada vez más espaciadas apariciones públicas, Jean-Claude Van Damme protagoniza Ultrarêve, un videoclip de hechuras caseras, rodado en familia (dirige su hija Bianca, mientras que su otro hijo, Kristofer, hace las veces de operador de cámara), que reduce los elementos a la mínima forma: casi como si de una pieza de videoarte se tratase, el astro belga se mueve al compás del tema, expresándose físicamente a través de ella, en una mezcla de baile, kárate y meditación. Una propuesta desnudada de todo artificio que se nutre de la personalidad del intérprete, como aliciente o añadido a la propia personalidad del grupo musical.

Siendo diametralmente opuestos, en forma y fondo, la coincidencia de ambos lanzamientos en menos de una semana nos sirve para bascular la importancia que ha adquirido el formato del vídeo musical como una plataforma más de protagonismo a las estrellas, y de qué modo es estas operan como salvavidas con los que flotar sobre el océano digital masivo, donde las nuevas apuestas musicales tienen más dificultades para hacerse oír.

No se trata de una tendencia exactamente nueva, ni mucho menos, pero sí podemos decir que hay una suerte de evolución en el recurso a rostros famosos dentro de una modalidad como esta. Si nos fijamos especialmente en la década de los ochenta, la del auge de la vídeo-fórmula, y los noventa, su presencia se solía asociar a primeras espadas, como muestra de poderío: pensemos, por ejemplo, en los clips de Michael Jackson -su última gran producción videográfica, Rock My World, contaba con Marlon Brando, un Chris Tucker en alza tras el éxito de Hora punta, y secundarios de postín como Michael Madsen y Billy Drago-, los Rolling Stones, con ese Anybody Seen My Baby? en torno a Angelina Jolie; o en George Michael, con aquel Freedom protagonizado por las grandes modelos de principios de los noventa, con Cindy Crawford o Naomi Campbell, y dirigido por David Fincher.

*Angelina Jolie, al compás de los Rolling Stones

De hecho, podía entenderse más relevante que el recurso a estrellas la responsabilidad tras las cámaras de realizadores de renombre como un auténtica consigna publicitaria, en tanto que ya añadían una pátina autoral inédito. Ahí están las colaboraciones de Martin Scorsese o John Landis con el Rey del Pop; o de forma más relevante, las asociaciones mantenidas en el tiempo de Depeche Mode/Anton Corbijn, David Bowie/Floria Sigismondi o Spike Jonze con Beastie Boys y Fatboy Slim (podemos recordar en particular Weapons of Choice, con Christopher Walken). Especialmente en estos últimos casos se permite una hibridación entre esas dos fuerzas, sirviendo las aproximaciones visuales de estos directores para definir para definir de forma plástica a estas músicas y sonidos.

*Christopher Walken en 'Weapons Of Choice'

Aun a riesgo de simplificar en exceso, podíamos entender que era antes el artista de fondo quien podía justificar la presencia en plano de un talento concreto. En el momento presente, la situación parece invertirse, y sería el músico quien requeriría de un talento externo para asegurarse su presencia, para afianzarse, al menos en términos comerciales. Acaso en esto tenga el cambio del modelo de programación televisiva una responsabilidad indirecta: en ausencia de contenedores musicales que emitan videoclips, y con ello, que jerarquicen los contenidos (la incidencia de espacios como Práctica Cuatro en la madrugada de Cuatro es residual como para tenerlo en consideración), YouTube es un universo demasiado grande donde moverse y hacerse escuchar.

Siendo un formato que, por su naturaleza líquida, a medio camino entre la ficción y la no ficción, el videoclip posibilita una cierta capacidad de experimentación; por el contrario, por su concepción publicitaria, o por lo menos complementaria a otro producto cultural, se le exige un rendimiento, una capacidad para ajustarse al mercado. Así, ciertos recursos se han convertido en tendencias persistentes: el recurso indiscriminado a la cámara ultra lenta, no tan lejano, o el juego con proporciones y tamaños de plano y estéticas analógicas (convertidas en filtros de post-producción). El uso de actores y actrices de éxito, especialmente de éxito en redes sociales, también sería una aspiración, por la posibilidad de que estos potencien el impacto gracias a su comunidad de seguidores y su relevancia mediática.

*La moda de Pokémon Go según Maroon 5, con Sarah Silverman o Vince Vaughn.

Como en el caso de los recursos expresivos anteriores, también pueden servir para algo más que eso, y funcionar como reflejos no ya la partitura en cuestión a la que acompañan, sino de la persona que la ha compuesto. Un ejemplo podría ser el barcelonés St. Woods, para quien el recurso a Anna Castillo y Greta Fernández, por un lado, y Nadia de Santiago, por otro, en sendos videoclips se justificaba por la amistad que les unía a ellas: “Ella me presentó a la guitarrista de mi grupo, que es Lara, su chica, y al bajista también. Así que la mitad de mi banda es gracias a Anna Castillo”, diría él barcelonés a Esquire al respecto. Precisamente la actriz había participado de la idea de fondo de On Me junto al cantante. Más allá de gustos, obtiene así una propuesta, cuando menos, coherente con el estilo y pretensiones del artista.

*'On Me', con Anna Castillo y Greta Fernández

Volviendo a los ejemplos de esta semana, Van Damme persigue ser más que un reclamo y convertirse en vehículo de expresión de lo que de Ultrarêve se desprende: el eterno action man se libera y se deja fluir ante la cámara, convenciéndonos de que verdaderamente siente la canción, de un modo hasta cierto punto análogo, pese a la modesta producción, a lo que se planteaba con Robert Downey Jr. en el I Want Love de Elton John en 2001, o un trascendental Val Kilmer en el Animals de Oneohtrix Point Never. en 2016. La imagen de Van Damme marcando con una batuta imaginaria la cadencia de las olas romperse cierra una pieza marciana, genuina, indiferente a modas y a expectativas. La estrella se subordina a la música y no al revés.