“Algunos eligen ver la fealdad de este mundo. Yo elijo ver la belleza”, decía Dolores Abernathy en el primer capítulo de Westworld, cuando todavía no habíamos explorado ni un palmo del laberinto que estaba por delante. Sin embargo, lejos queda ya aquella granjera incapaz de matar a una mosca. Su mirada amable ha sido remplazada por otra bien distinta, una llena de odio y ansias de revolución. Acabó el parque de atracciones y comenzó la guerra. Pero, ¿cómo termina?
El pasajero, capítulo 10 de la segunda temporada, es la última píldora hasta el año que viene, y la dosis viene bien cargada: hora y media de tramas enrevesadas y preguntas existencialistas que, por fin, parecen confluir hacia un camino. Los espectadores presentes en la premiere convocada por HBO la semana pasada en Madrid, del mismo modo que Bernard, se prepararon para el acontecimiento frotando las gafas con sus camisetas. Los organizadores solo lanzaron tres advertencias: primera, apagar los teléfonos; segunda, no hacer spoilers; tercera, no hacer spoilers.
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Solo dos personas de la sala conocían el desenlace: Jonathan Nolan y Lisa Joy, creadores de la serie, que acudieron para responder algunas de las numerosas incógnitas planteadas durante este viaje. Paradójicamente, creando nuevas en el proceso. “Estoy esperando a que en Reddit me expliquen qué cojones ha ocurrido con este episodio, porque no lo tengo muy claro”, bromeaba el guionista de Memento en la charla tras el colofón. Solo existe una opción para intentar guiarse entre las enredaderas del omnipresente Robert Ford: entrar en modo análisis.
Por ello, nos apoyamos en las aclaraciones de sus creadores para, al menos, resumir las líneas más destacadas de este complejo código. A partir de aquí, aunque resulta evidente, avisamos: hacemos caso omiso de nuestra programación y comienzan los spoilers.
La Forja
“A veces me asustas, Dolores”. Los temores de Bernard han terminado convirtiéndose en una premonición inquietante, una que capítulo tras capítulo ha difuminando el nombre su creación hasta bautizarla con uno nuevo: Wyatt. La villana preparada por Ford ha puesto de patas arriba tanto el mundo ficticio como el real, aunque después de todo ya no quede tan claro cuál es uno y otro.
Anteriormente, Wyatt asaltó la Meseta para acabar con la Cuna y las copias de seguridad utilizadas para reconstruir a los anfitriones. Lo que les convertía en inmortales, según esta, también es “una cadena” para perpetuar esa “retorcida fantasía”. Pero no acaba ahí. El siguiente paso es visitar la Forja, otra sala de servidores similar a la anterior que, en este caso, aloja todas las conciencias de los invitados. Por el camino, además, se encuentra con el Hombre de negro (al que termina reventando la mano) y Bernard, que está las puertas de la instalación.
Es aquí donde descubrimos por qué era tan importante la perla de Peter Abernathy, el padre de Dolores: sirve para entrar en la Forja, a la cual se accede mediante una máquina digna de aparecer en Matrix o Ready Player One. “Hemos tomados muchas influencias de los videojuegos y de la realidad virtual, porque está alcanzando un nivel que casi ni vamos a poder distinguirlo”, apreciaba Lisa Joy. De hecho, Jonnathan añadía que “la realidad virtual ya nos está haciendo plantearnos algunas preguntas, y a veces asustan”. Es lo que ocurre con la Forja, donde, literalmente, se almacenan todos los datos de los visitantes como si de una gran biblioteca se tratase.
Como dice la recreación de Logan, el código de los humanos es tan simple que en algunos casos cabe en un libro de bolsillo. No hay libre albedrío que valga: las elecciones de los seres orgánicos están incluso más limitadas que las de las máquinas. Después de años de experimentos y de recopilar datos para comprender la humanidad, este sistema llega a la conclusión de que somos criaturas pasivas y con decisiones finitas, como un ordenador Commodore 64. Este es el “arma” a la que se refería Dolores, a comprender a los huéspedes para sobrevivir en el mundo real.
El “nuevo mundo”
Si la clave de la primera temporada estaba en “el laberinto”, en esta todo ha girado en torno a otra palabra: “la puerta”. Así lo refleja el capítulo centrado en la Nación Fantasma en el que Akecheta descubre una parte de Westworld en construcción y, con ello, las puertas que llevan hasta las instalaciones de Delos. Sin embargo, en realidad se trataba de una brecha hacia “un nuevo mundo” al que anfitriones acceden desprendiéndose de sus cuerpos.
Está situada al borde de un acantilado y pasar por ella implica el suicidio inmediato, como si fueran una cadena de Lemmings. ¿La consecuencia? Esa gran marea de cuerpos que vimos en el primer episodio de la temporada y de la que Bernard confesó ser responsable.
“Dejamos easter eggs y pistas de forma intencionada para el público, porque queremos jugar con ellos y que se involucren. Yo no diría que lo nuestro sean giros, sino revelaciones”, explicaba Joy en relación con aquellas escenas que sirven para comprender todo lo que habíamos visto con anterioridad. La puerta es también motivo de discusión entre Bernard y Dolores: mientras que el primero la ve como una nueva oportunidad para vivir en paz, la segunda considera que es otra “jaula de oro” creada por Ford. Como resultado, Bernard acaba matando a Dolores. Al menos, momentáneamente.
Maeve, la luz en la destrucción
Pero no toda revolución es sinónimo de sangre y fuego (al menos, no como prioridades). Maeve considera que para luchar la igualdad no es necesario recurrir totalmente a la violencia y que el fin, en ningún caso, justifica los medios. Era la favorita de Robert Ford y toda su escapada estaba planeada, pero hubo algo que escapó al entendimiento de todo código: el amor por su hija. Ese mismo amor es el que le incita, incluso moribunda, a levantarse de la camilla para controlar los búfalos mecánicos y salir de las instalaciones de Delos como si de un mesías se tratara.
“Creo que para explorar la naturaleza humana hay que reconocer los aspectos más oscuros de ella. 'Los placeres violentos tienen finales violentos' era una frase de Shakespeare, y no es bonito ver todo este sufrimiento, señalaba la cocreadora de la serie. A pesar de ello, continuaba diciendo que ”también hay que ver cómo en un mundo de malos la gente sigue haciendo cosas buenas. Como Maeve, que a pesar saber que está programada sigue luchando contra el algoritmo para encontrar a su hija“. Por su parte, Nolan recomendaba acudir a otra obra para descubrir una cara más amable: Interstellar. ”Estaba de mejor humor cuando la hice“, añadía entre risas.
Pero también hay espacio para el amor en Westworld. Al final del capítulo, Maeve da su vida para contener al ejército de Delos y que así todos puedan entrar en aquella “jaula de oro”, incluida su hija. Lo hace en medio del completo caos, con Clementine manipulada por los humanos para utilizar el mismo código anómalo de quien fue su compañera en el Mariposa Saloon.
Las líneas temporales
Los mayores quebraderos de cabeza están protagonizados, como viene siendo habitual, por la trama de Bernard. El pasajero aclara de una vez por todas qué ha ocurrido con las dos líneas narrativas del personaje, lo cual convierte un segundo visionado en una experiencia totalmente diferente. “Cada parte es un desafío: la producción, el guion, el montaje y la edición. Es como contar una película de 10 horas y media de la que inicialmente teníamos 17”, apuntaba Nolan refiriéndose a la complejidad de armar todo este rompecabezas.
El punto de inflexión quizá llega cuando Bernard ve la crueldad del ejército de Delos y se arrepiente de matar a Dolores. ¿Su solución? Pedir ayuda a Ford (que en realidad es su propia conciencia) para revivirla en otro cuerpo, el de Charlotte Hale.
Por un lado está la trama que continúa el final de la primera temporada, con los anfitriones enloquecidos, Dolores destruyendo todo a su paso y Bernard huyendo del caos. Por otro lado, la historia tras el incidente con la “puerta” y con Dolores infiltrada entre los humanos tras reemplazar y acabar con la Charlotte original. Gracias a esto, enfundada en su nueva piel sintética, al final logra escapar del parque con varias perlas para crear anfitriones fuera de él. Probablemente, no será hasta la tercera temporada cuando descubramos a quiénes pertenecen.
También queda pendiente otra incógnita: ¿es el hombre de negro un anfitrión? Este acaba en una habitación como la de James Delos siendo interrogado por Emily, su hija, la misma que en teoría mató un episodio antes, en lo que parece un test para valorar su estabilidad mental. ¿Ha conseguido William la vida eterna que tanto buscaba?
Mientras llega la respuesta, siempre quedarán las teorías. Aunque, a veces, no todo el mundo colabora a que sean fiables: “Durante la primera temporada vi un hilo donde preguntaban si William y el Hombre de negro eran la misma persona. Obviamente, entré y voté negativo”, confesaba Jonathan Nolan.