Análisis

La WWE irrumpe ya en Netflix con su 'Crown Jewel' y revive el panorama de la lucha libre en la TV española

Cody Rhodes y Roman Reigns, en 'Bad Blood'

Lorenzo Ayuso

Este sábado 2 de noviembre el pro-wrestling encara una nueva era en la televisión española. Durante los últimos días, Netflix ha anunciado entre sus estrenos para la semana la emisión en directo de Crown Jewel (18:00 horas), el penúlimo pay per view anual de la World Wrestling Entertainment (WWE), anticipando así la llegada del producto de la mayor promotora de lucha libre del mundo a su catálogo, fruto de un acuerdo multimillonario firmado en enero, y devolviendo la posibilidad a los fans españoles de seguir sus tramas y combates de forma legal y directa.

Los detalles del contrato por 10 años y 5.000 millones de dólares entre el gigante de streaming y TKO Group Holdings, el conglomerado surgido de la fusión de la WWE con Endeavour Group (matriz de la UFC), señalaban el inicio de 2025 como comienzo de la nueva etapa. De hecho, había ya una fecha señalada en el calendario, el 6 de enero, como el día de la primera emisión en la plataforma de la Raw, uno de los tres programas que produce la empresa ahora liderada en la parcela creativa por Andre “Triple H” Levesque, y que se emite cada lunes sin interrupciones desde 1993.

Para la WWE era vital encontrar una nueva pantalla en un momento de resurgimiento popular tras años aciagos en lo creativo. El vencimiento de los derechos de Raw en Estados Unidos permitió establecer el futuro. USA Network había sido la casa de la marca roja de la compañía en el país de las barras y estrellas durante el grueso de sus emisiones (salvo por un breve periodo de 5 años a comienzos de siglo), con un contrato que expiraba en septiembre (luego alargado a diciembre). Ya desde 2022, el presidente de WWE Nick Khan había ido insinuando el interés por una alianza con Netflix, en un momento de transformación de la streamer ante la apertura a la publicidad y también a los experimentos para incluir contenido en directo en su oferta.

Estos dos elementos -ingresos publicitarios y ventana en directo- fueron cruciales en la operación. Por el acuerdo entablado con la plataforma, la marca roja de WWE pasará a dejar la programación de cable en Estados Unidos, donde estaba plenamente consolidada, y expandirá su ámbito de impacto a través del streaming, acaparando nuevos territorios anglosajones y de América Latina. Sin embargo, el impacto del golpe que la decisión empresarial tiene en Norteamérica no es el verdadero finisher.

A través de Netflix, la WWE abre su producto a todo el mundo de manera centralizada. Con efecto casi inmediato, la streamer se convertirá en el cuadrilátero principal de la promoción fuera de Estados Unidos, en todos aquellos países que no tuvieran derechos vigentes de emisión para sus contenidos. Es decir: además de poder ver Raw, también se ofrecerán a nivel internacional los otros dos formatos semanales, Smackdown, cada viernes, y NXT, la marca de desarrollo de futuras estrellas, cada martes. Además de ello, se ofrecerá el calendario completo de eventos mensuales en vivo, con varias picas imprescindibles: la Royal Rumble (enero), Wrestlemania (dos noches en marzo-abril), Summerslam (que por primera vez se dividirá en dos jornadas, en agosto) y la Survivor Series (noviembre).

El hecho de que Crown Jewel sea el primero de ellos que se ve en España a través de Netflix, adelantándose a los planes anunciados, obedece sin embargo a una forma de acostumbrar a los suscriptores y de iniciar la migración de contenidos antes del lanzamiento mundial. El anterior evento de la compañía, Bad Blood, emitido el pasado sábado 5 de octubre, también estuvo disponible a través del servicio de la “N” en países como Chile o Brasil, donde la lucha libre no contaba con espacio de emisión en televisión. Además del nuestro, otros países también accederán por esta nueva vía al evento celebrado en Arabia Saudí (con la que la WWE tiene un discutido vínculo empresarial) y emitido este sábado, afianzando la relación antes de iniciarse oficialmente.

Así pues, en su empeño por abrirse al contenido en directo, y que ha derivado en propuestas como La Copa Netflix y el combate de boxeo de exhibición entre Jake Paul y Mike Tyson, la multinacional que dirigen Ted Sarandos y Greg Peters encuentran en el entretenimiento deportivo que ofrece la lucha libre su tag ideal para ganarse la atención de un público que, en el caso de España, había quedado desatendido. Algo cuando menos llamativo cuando en el Olimpo de campeones de las diferentes divisiones se encuentra el primer laureado español de la historia de la compañía fundada por la familia McMahon: Carlos Ruiz, más conocido como Axiom, que defiende su segundo reinado por parejas de NXT junto a Nathan Frazer.

Auge, caída y resurrección del wrestling en la TV española

Para encontrar los orígenes del interés de la lucha libre en nuestra televisión hay que remontarse a finales de los años setenta, cuando el programa Fantástico de José María Íñigo en TVE dio espacio a lo que entonces se conoció como Los heroes del X'ondo, con Pepe Yepes como maestro de ceremonias entre combates y con luchadores (o xondistas) en buena medida argentinos integrante el elenco. En los últimos años ochenta, incipientes autonómicas como TV3 y Canal 9 trataron de recuperar la lucha, sintonizando con las promociones estadounidenses, e incluso la efímera Canal 10, una emisora privada de corta vida emitida vía satélite desde Londres, incluyó algunos contenidos, antes de la entrada triunfal en el ring de Mediaset.

Porque fue ya con el nacimiento de las cadenas privadas, cuando la WWE llegó a las pantallas españolas. Entre 1990 y 1994 Telecinco definió la imagen del pro-wrestling en España a través del icónico Pressing Catch, un espacio que repicaba las grabaciones de la entonces llamada WWF (la F de Federation se cambió por la E de Entertainment por el conflicto con la organización World Wildlife Fund), introduciendo a la población española a figuras como Hulk Hogan, The Undertaker, Roddy Pipper, Bret Hart o Macho Man Randy Savage. A los mandos de la retransmisión, José Luis Ibáñez Ridao y el ya fallecido Héctor del Mar, quien se convertirá en la voz característica del wrestling en castellano. La imagen, cabe decir, quedaría ciertamente infantilizada, apelando al target de niños y adolescentes con su ubicación en las mañanas y desbrozando las partes más violentas del bruto original.

El golpe a nivel popular de esta emisión fue equivalente al de un brainbuster, disparando las venta de mercadotecnia y juguetes, y motivando los intentos de la competencia, Antena 3, por armar su propio tetrágono con la corta emisión de la Supercatch, que ofrecía los combates de la turbia Universal Wrestling Federation (UWF), fundada en 1990 por el no menos oscuro Herb Abrams.

Así como Telecinco recurrió a los titanes del ring para sus primeros pasos en el nuevo escenario audiovisual, valiéndose de su hipertrófica musculatura y de sus vistosos atuendos y gimmicks, Cuatro hizo lo propio en su nacimiento, pasando a ofrecer en la sobremesa de los fines de semana la emisión de Raw (sábados) y Smackdown (domingos) e introduciendo a la siguiente generación de estrellas, de John Cena a Dave Bautista, pasando por Edge, Rey Mysterio y Randy Orton. La estrategia del canal, entonces propiedad de Prisa, pasaba por remitir al éxito de antaño, con Héctor del Mar repitiendo atribuciones, acompañado ahora por Fernando Costilla; por si fuera poco, su emisión en dupla con otra marca recuperada de la vieja Telecinco, Humor amarillo, sirvió para atraer la atención de los nostálgicos tanto como de los más jóvenes, y así, para revitalizar el interés e iniciar un nuevo auge del pro-wrestling. Así, cadenas como Antena 3 rivalizaron y hurgaron en el resto de promociones de primer nivel, como la TNA (Total Nonstop Action Wrestling), ofrecida en un corto periodo en 2008.

El periodo de la WWE en Cuatro duró cuatro años, como la primera etapa en Telecinco. Tras salir de allí y pasar a Marca TV durante su corta vida, Atresmedia decidió hacerse con los derechos de emisión en 2013. Neox, primero, y luego Mega, a partir de 2019, alojaron cada fin de semana Raw y Smackdown, los dos programas principales producidos por la WWE, con “un plan claro para construir en el futuro una marca consistente en España”, según ambicionaba entonces José Antonio Antón, entonces director de Programación y Canales Temáticos. La relación contractual fue renovándose durante los años siguientes, haciendo de este periodo el más largo y sostenido de la lucha libre en España, aunque a la vez fuera quedando relegada a los márgenes de la oferta, en cadenas de nicho y sin la proyección de épocas previas. Eso a pesar de mantener como comentaristas a Costilla y Del Mar (hasta la muerte de este en 2019), y hasta al tratar de acercar las retransmisiones a la audiencia afín al resto de oferta deportiva del grupo, con la inclusión de Alfredo Duro en el equipo.

En 2020 y tras una vinculación de siete años, Atresmedia no renovó el acuerdo y, pese a un tímido intento de Gol, que adquirió los derechos para emitir Wrestlemania 36, la lucha libre se había quedado sin hueco en televisión. Al menos, con fácil acceso: los contenidos de la WWE sí estaban al alcance a través de su propia plataforma de streaming, la WWE Network, cuya suscripción daba opción a ver todos los grandes eventos; sin embargo, para ver las entregas semanales, tanto Raw (marca roja) como Smackdown (marca azul), había que asumir un retraso de unas tres semanas para tenerlos disponibles.

El estado y el futuro de la WWE en su nueva coronación en España

Con el acuerdo con Netflix, ese servicio bajo demanda queda destinado a desaparecer. Dejará de funcionar antes de que acabe el año, mientras comienza la integración del ingente inventario de la promoción, que no solo incluye el histórico archivo de programas de la WWE (así como de la que fuera su competidora en los noventa, la World Championship Wrestling o WCW, absorbida en 2001) sino también una larga lista de documentales, formatos de entrevistas y reality shows. A falta de conocer de qué manera todo ese remanente se encajará en la interfaz de la nueva casa, lo cierto es que ya se preparan nuevas producciones que sirvan como acompañamiento del producto.

Ahora bien, antes de que eso ocurra, la WWE ya había iniciado su audaz estrategia promocional para atraer a esos públicos que habían quedado descolgados. El lunes 30 de septiembre, la empresa, a través de sus perfiles españoles en redes sociales, anunciaba un hito: la emisión de esa noche de Raw estaría accesible para España, y en directo y con el audio original en inglés, a partir de las 2:00 horas a través del canal oficial de YouTube. Esta es la primera vez que se puede ver el producto legalmente en España en directo, pues previamente llegaban con un ligero margen de tiempo con respecto al ritmo en Estados Unidos.

Días después, el viernes 4 de octubre, ocurría lo mismo con Smackdown, con la novedad de disponer desde ese momento de la retransmisión para la población de habla hispana. Esta accesibilidad a través de YouTube se extendía a todos aquellos países en los que el sportainment no contase con explotación. De esta manera, se incitaba a reengancharse al producto de forma gradual, antes del establecimiento a partir de enero de 2025, año para el que ya se cuenta con un reclamo en materia estricta de contenidos: la despedida de los cuadriláteros de John Cena.

Al ahora protagonista de El pacificador en Max podremos verlo el mismo 6 de enero, siendo embajador de esta nueva era de la lucha libre en televisión y también en España. A falta de concretar las rivalidades que afrontará en su “Tour de despedida”, The Doctor of Thuganomics ya ha avanzado que contará con una amplia presencia durante este primer año en Netflix, refrendando el corporativismo de que siempre ha hecho gala con la empresa a la que ha permanecido ligado desde 2001. Desde la Royal Rumble, el primer pay per view del año, hasta diciembre, cuando se realizará su “jubilación” definitiva de la lona y, entonces sí, ya “no podremos verlo”.

Los detalles sobre este primer Raw aún son difusos. De hecho, se da por segura que esta emisión, realizada desde el Intuit Dome de Los Ángeles, tendrá la entidad de un show PPV. Por ello mismo, no solo contará con las grandes estrellas del cartel de la marca roja, que actualmente dominan Gunther, campeón mundial, Bron Breakker, el campeón intercontinental, Liv Morgan, campeona femenina, Rhea Ripley (a la espera de saber la evolución de su reciente lesión), Damian Priest, Seth Rollins y, por supuesto, CM Punk, que regresara hace casi un año a la compañía un decenio después de su despido, y Becky Lynch, que disfruta de un merecido descanso durante estos meses; también se espera la presencia de las figuras de Smackdown, la marca azul, en la que bregan Cody Rhodes, campeón universal, Roman Reigns, a quien el anterior derrocó en Wrestlemania 40 poniendo fin a un histórico reinado de más de 3 años, LA Knight, el reluciente campeón de Estados Unidos, la revelación femenina Tiffany Stratton, y las campeonas por parejas Bianca Belair y Jade Cargill, entre otros talentos.

Tampoco habría que descartar una participación de The Rock. Tras haber regresado a la actividad en 2024, y convertirse en el protagonista de un tumultuoso camino a Wrestlemania 40 (su entrada en escena para ser la estrella del evento interfirió en la trama ya establecida durante dos años entre Rhodes y Reigns, para finalmente reconducirla), Dwayne Johnson reapareció en octubre como la previsible sorpresa al término de la lucha principal de Bad Blood. Sin embargo, no hay previsión o plazos para un regreso, ni para la hipotética inclusión en el cartel de Wrestlemania 41, y todo dependerá de la decisión de The Brahma Bull sobre su carrera, tal y como informaba recientemente Fightful Select.

Habrán de pasar dos meses para descubrir qué ha planeado la WWE para este relanzamiento global bajo el paraguas de Netflix. Hasta entonces, lo inmediato es la celebración de este hito que es ya la edición de 2024 de Crown Jewel, evento anual que lleva realizándose desde 2018 en Arabia Saudí fruto del acuerdo de 10 años firmado con el país. El programa presentó en octubre como reclamo la instauración de dos nuevos títulos específicos para este evento, el cinturón Crown Jewel, que enfrentará a los campeones mundiales masculinos y femeninos de RAW y Smackdown: Gunther frente a Cody Rhodes y Liv Morgan frente a Nia Jax.

La creación de estos campeonatos (en lugar, por ejemplo, de títulos midcard para el elenco femenino, aún inexistente en Raw y Smackdown y reclamados desde hace tiempo) se entiende como un gesto hacia un país con un dudoso respeto por los Derechos Humanos (motivo, por ejemplo, para que luchadores como CM Punk rehúsen participar y viajar a Riad), hace que los combates queden deslucidos de cara a parte del público. El reducido tiempo para desarrollar estas líneas narrativas agrava la situación de cara a este pay per view, que sin embargo sí ha procurado compensarlo con una cartelera más que interesante.

Ahí están la triple amenaza en la que LA Knight defenderá el título estadounidense ante sus contendientes Carmelo Hayes y Andrade (tras haber protagonizado estos una de las rivalidades más vistosas de lo que va de curso). Por otro lado, los cinturones por parejas femeninos también estarán en juego en una Fatal Four Way: las japonesas Iyo Sky y Kairi Sane, la facción recién ascendida de NXT formada por Lash Legend y Jakara Jackson, y Chelsea Green y Piper Niven disputarán a Bianca Belair y Jade Cargil los honores. Además, habrá un primer enfrentamiento entre las dos escisiones de la Bloodline, la compuesta por Roman Reigns y los reconciliados Jey y Jimmy Usos, frente a Solo Sikoa, Tama Tonga, Tonga Loa y Jacob Fatu; la incógnita está en si Sami Zayn, otrora Uso honorífico, acudirá en auxilio del “Jefe Tribal Original”.

Si ocurre, este será el primer gran acontecimiento narrativo de la nueva era del pro-wrestling retransmitido en España. Todo ello, además, a la espera de que se resuelvan las incógnitas sobre una posible llegada de la gran competidora de la WWE, la AEW (All Elite Wrestling), tras las informaciones sobre la llegada de las retransmisiones de sus grandes veladas a Max en 2025. La campana acaba de sonar.

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