HBO estrenó el pasado lunes 19 de abril la miniserie Mare of Easttown, una de sus grandes apuestas de ficción para este 2021. Contaba con el aliciente de poder ver el regreso a la televisión, una década después, de Kate Winslet para ser cabeza de cartel en un potente policíaco con una arrolladora protagonista, como lo definimos en nuestra crítica.
La plataforma apostó, como es habitual en ella, por una estrategia de estreno semanal. Su intención, como siempre, era que la repercusión de la serie se alargase durante las siete semanas en las que se lanzarían sus respectivas siete entregas, haciendo crecer su fenómeno fan para incrementar su fuerza y, como finalidad última, las suscripciones a HBO.
Acabado su periplo de emisión, no puede hablarse de que Mare of Easttown haya sido “un éxito”, puesto que los datos de audiencia de todas las plataformas siguen siendo secretos, y su número de suscriptores (a finales de 2020, unos 750.000 en España) hace que al trasladar su volumen de reproducciones a una posible emisión lineal se situase incluso por debajo de la peor temporada histórica de Estoy Vivo (que actualmente promedia casi 1 millón de espectadores en TVE).
No pueden mezclarse parámetros, pero sí asegurar que la serie de Kate Winslet ha logrado al menos repercusión. Y que además ha conseguido que funcione el boca-oído, y ganar relevancia semana a semana. Algo que, fundamentalmente, ha logrado su calidad audiovisual y la aplaudida interpretación de su protagonista. Pero en lo que también ha influido su forma de emisión, que reabre el eterno debate.
Distintas estrategias y resultados de lanzamiento
Hasta la irrupción de las plataformas, las series eran un evento semanal que se emitía en las distintas cadenas. Como ya se ha hablado muchas veces, esto permitía generar expectación semana a semana, y acrecentar su éxito (según los audímetros) y su repercusión. Pero entonces el espectador no podía elegir cuándo y cómo ver las series, y además tenía que seleccionar entre una opción u otra que ofreciese la televisión. Desde hace años, y analizarlo de nuevo es repetir la obviedad, el paradigma de la producción audiovisual cambió para “otorgar el mando” al usuario, y que fuese él el que decidiese cuándo, cómo y qué ver.
Desde entonces, las plataformas han optado por distintas estrategias. HBO siempre se ha mantenido firme en la apuesta semanal, mientras que Netflix se convirtió en hegemónica con un nuevo modelo basado en lanzar “de golpe” todos los capítulos, que también adquirió Amazon Prime Video, mientras que Movistar+ ha experimentado con distintas formas (de una vez, dos a la semana, o semanalmente).
Al mismo tiempo, las cadenas han optado por reformularse siguiendo distintas estrategias. Atresmedia, con su propia plataforma Atresplayer Premium y dándole prioridad como primera ventana para sus series, antes del abierto en Antena 3 y de otra plataforma externa mundial como Netflix. Mediaset, con su acuerdo con Amazon Prime Video por delante del abierto (ahora en Cuatro, y no en Telecinco) y dejando su plataforma Mitele Plus para entretenimiento. Y TVE, cediendo también a Amazon Prime Video sus estrenos de ficción antes del abierto en La 1 y de su plataforma RTVE A la carta.
Esta nueva distribución está permitiendo que las ficciones se vean lo mismo, o incluso más, gracias al diferido y a la carta. Pero al mismo tiempo, están haciendo que las series pierdan impacto y relevancia. Se acertó al pronosticar que Juego de Tronos sería el último gran fenómeno mundial porque sería el último que todos veríamos juntos. Se acabó el evento semanal, y con él la experiencia colectiva de disfrutar de una serie. Y el mayor ejemplo es el bajón de las ficciones en abierto.
En este contexto el “método Netflix” ha sido el hegemónico, generando siempre un impacto muy grande basado en su percepción del éxito, pero tan fugaz que una semana después del estreno ya parece lejano, sin que apenas perduren las historias. Por otro lado, la apuesta más “tradicional” de HBO ha hecho que series tan aplaudidas como Patria se desinflen al perder la repercusión de su estreno, pero que otras como Mare of Easttown generen repercusión y hagan crecer semana a semana su boca-oído, pese a tratarse de la misma estrategia.
En definitiva, la ficción protagonizada por Kate Winslet demuestra que la emisión semanal sigue siendo el método idóneo para que una serie pueda beneficiarse de la expectación y hacer que crezca su fenómeno fan por la espera y la posibilidad de comentarlo juntos. Ello a pesar de que no reúne el impacto inicial de una serie lanzada de golpe, que puede ser enorme para luego quedar en nada en apenas unos días, y el último ejemplo es el de la carísima Jupiter's Legacy de Netflix. Aunque como ya dijimos antes también es una muestra de la apuesta por la calidad, y no sólo es cuestión de su forma de emisión, que sirve de ayuda.