El pasado 8 de septiembre se cumplían 4 años del fallecimiento de Camilo Sesto. Lo hacía habiendo visto su imagen pública desvirtuada durante el último par de décadas, reducido su impacto en la música popular en español a nivel global. El single Mola mazo, pista inédita correspondiente a su recopilatorio Camilo Sesto Nº1, supuso un intento por recuperar su imagen como representante del signo de los tiempos, y un descabalgue con respecto a ese mismo contexto. Frente a esa imagen memificada surge Camilo Superstar, la nueva producción original de Atresplayer, segundo caballo de batalla de la plataforma de Atresmedia en su paso por el Festival de Cine de San Sebastián.
Aunque ha sido La red púrpura la que ha concitado la atención en el certamen donostiarra, la que nos ocupa sirve a Atresmedia para demostrar la “variedad” que, en palabras del director de Atresplayer, Emilio Sánchez-Ceballos, define su catálogo. Un catálogo a cuya incorporación ya han puesto fecha: el 19 de noviembre. San Sebastián, cada vez más abierto a difuminar las líneas entre cine y televisión, se presenta como el escenario ideal para dar empaque a una obra sobre una estrella enigmática y sobre la que hay más presuposiciones que certezas. Una estrella con la que el tiempo no ha hecho plena justicia, pero que mantiene un cierto poder de fascinación también entre quienes ahora emprenden el desafío de descubrir su relevancia en la cultura pop patria.
Producida por Buendía Estudios y protagonizada por Alejandro Jato, la miniserie de cuatro episodios llega para poner en valor la figura del artista, optando por cubrir una parcela concreta y bien delimitada de su biografía: el empeño por adaptar en España Jesucristo Superstar, un musical que serviría de revolución en tiempos de expectación e incertidumbre como los del tardofranquismo y los primeros meses de la muerte de Francisco Franco.
“No es un biopic ni una serie musical”, asevera Montse García, directora de ficción de Atresmedia en la presentación ante medios en el Kursaal, poco después de la proyección del primero de los capítulos que conforman esta ficción. Su actor protagonista, esmerado en la mímesis con el intérprete de Algo de mí, lo asevera: “Es una historia que habla de Camilo Sesto porque toca, pero tendría emoción aunque no fuera Camilo Sesto”.
Eso sí, el nombre de Camilo es reivindicado a través de la ficción: “Camilo era un icono cultural global”, explica Curro Novallas. El que fuera responsable de Mentiras, también en el grupo, es el principal motor del proyecto, como director y productor ejecutivo. El equipo creativo principal se completa con Tatiana Rodríguez (Mataharis, La cocinera de Castamar) en el guion y con Sonia Martínez en la producción. Esta última reitera que nunca hubo una intención de hacer “una serie enorme sobre su vida”, de ahí el afán por “contar una buena historia, colocando a un icono cultural en el centro”: “Acotarlo nos parecía muy especial”, indica, y explica cómo Novallas contactó con los autores de Jesucristo Superstar para dar forma a la idea y poder construir el relato en torno al musical.
“Creí que no íbamos a encontrar al actor para hacer esto”
Precisa la productora ejecutiva de Buendía Estudios en que el interés de contar una historia como esta surgió cuando “entró en nuestra vida la familia de Camilo”. En particular señala la función como “ametralladora de anécdotas” de Lourdes Ornelas, la que fuera pareja y madre del único hijo de Camilo, así como de su representante. Ambas personas fueron cruciales para profundizar en la figura del retratado, a través de largas conversaciones y con documentación y material que ofrecieron y pusieron en las manos del equipo.
De esa marmita de información sobre Sesto se extrajo finalmente este segmento vital que abarca principalmente tres años, los que tardó el cantante en levantar el musical, aunque prestando atención, a través del capítulo inicial, en la construcción del icono casi religioso que luego adquirirá tono martírico al empeñar su fortuna en una producción asediada por el régimen y la censura. El juego de espejos entre Sesto y su visión mesiánica de sí mismo, así como el reflejo de esa mitad de los setenta, hacen de Camilo Superstar “una de las series mas complicadas” a las que afirma haberse enfrentado la mujer que levantó La casa de papel.
Para emprender el viaje por la trayectoria de Sesto, Atresmedia confió en Alejandro Jato, emergente actor vigués que había hecho sus pinitos que se había bregado en producciones gallegas de renombre como Serramoura y otras a nivel nacional como Servir y proteger y HIT. Camilo Superstar significa su alternativa como protagonista. “Creí que no íbamos a encontrar al actor para hacer esto”, reconoce Martínez sobre una elección de casting que fue “amor a primera vista”.
Jato se sometió a largas charlas con el entorno de Sesto para componer la composición del personaje, una que se alejara del referente más cercano. A ello ayudó no solo la voz de Lourdes como guía, sino la autobiografía que el propio Sesto escribió sobre quién era él en la intimidad, de puertas para adentro. Ello, sumado a la réplica de ciertos gestos y un trabajo vocal para el que contó con una ayuda de una foniatra, contribuye a la mímesis entre persona y referente.
“Puede haber 500 capítulos hasta el 'Mola mazo'”
A ese respecto, y especialmente en lo que a la representación de cierta ambigüedad sexual, unos y otros aseguran que “no censuramos en nada” la realidad y, por ende, el retrato del artista, algo que defiende Novallas: “El proceso fue muy natural, con la libertad que sentíamos que pedía el trabajo”. En ese sentido, Martínez recalca el muy distinto signo de los tiempos: al fin y al cabo, Camilo tenía 26 años cuando emprende el proyecto de Jesucristo Superstar, en 1972. “Ganaba millones y tenía casas... Y ahora sería un niñato acabando la carrera”, comenta sardónica la cara de Buendía Estudios.
“Recolocamos el personaje para homenajear a ese icono cultural”, añade Novallas para resumir lo que pretende ser Camilo Superstar: no tanto una serie biográfica, sino un relato de un cambio de era a nivel sociocultural a través de un artista del que seguiremos conociendo solo una pequeña parte.
De hecho, ya advierten que como autores no han sido “incapaces de averiguar” los motivos por los que, después del largo proceso para llevar a buen puerto el musical de en España, decidió dejarlo apenas dos meses después del estreno. “No sé qué se le pasó por la cabeza”, confiesa Martínez, mientras que Jato, a partir de su comprensión de su alter ego, plantea una hipótesis afín al concepto de la serie: “Él funcionaba un poco así, en el enamoramiento. Se enamoraba de algo, de una canción o una persona, y nada le dura, nada permanece. Hay una insatisfacción todo el rato: cuando lo vive, lo vive a tope. Pasó el tren, sintió la llamada, pasó otro tren y se enamoró del que pasó después”.
El noviazgo de Atresplayer con Camilo Sesto se alarga, como hemos advertido, durante cuatro episodios. El grupo de comunicación, que se precia de la variedad tonal entre La red púrpura, preestrenada un día antes, y esta, en las antípodas con una clave colorida y luminosa, marca sus directrices: “La historia es la que nos da. Si da para cuatro, son cuatro”, apunta Montse García, que defiende que no hay duraciones establecidas o predeterminadas al hacer las series con sello Atresmedia.
Ahora bien, Sonia Martínez no se corta en afirmar que “de las conversaciones que hemos tenido podemos tener varias series”: “Puede haber 500 capítulos hasta el Mola mazo. Imagina lo que hay”. Si contará Con el viento en su favor o no será algo que habrá que esperar a ver una vez a partir del 19 de noviembre. En todo caso, cuatro años parecen suficientes para redescubrir al Camilo detrás del Superstar.
Así es 'Jesucristo Superstar'
Camilo Sesto, en un arrebato de inspiración, decide adaptar en los años 70 el musical más moderno y transgresor de la época, Jesucristo Superstar, un éxito internacional que, en plena dictadura, consigue revolucionar el país y hacer historia.
Una odisea llena de contratiempos, algunos fortuitos, pero muchos de ellos provocados por la propia coyuntura del momento. Sortear la censura, la mano negra de su representante, las amenazas y sabotajes de los movimientos ultracatólicos dispuestos a todo por impedir su estreno, se irán intercalando con las dificultades inherentes a un montaje de esta envergadura.
Pero no estará solo en esta gesta. Contará con otros idealistas que, como él, sintieron el impulso de arriesgar y traer a este país la ópera rock más revolucionaria del momento. Los cuatro mosqueteros de esta odisea se enfrentarán a todo tipo de obstáculos. Buscar un teatro adecuado, sortear la censura, asumir el despliegue técnico que exige la obra, seleccionar al elenco y estrenar el musical mientras Franco agoniza. Además, Camilo debe cumplir sus compromisos con la discográfica que le exige entregar su próximo álbum en las mismas fechas.