'Mía es la venganza' acabó para siempre con varias muertes y las revelaciones más sorprendentes
Divinity emitió este viernes 10 de noviembre el capítulo 110 de Mía es la venganza, un episodio que sirvió para cerrar definitivamente las tramas del serial protagonizado por Lydia Bosh, José Sospedra y Natalia Rodríguez.
Concluye así la telenovela que se estrenó en las tardes de Telecinco a mediados de junio, trasladada después a Divinity por sus bajos datos de audiencia.
[¡Cuidado! Esta noticia contiene spoilers sobre el capítulo final de 'Mía es la venganza']
La serie se despidió resolviendo todas las dudas que se habían gestado en los últimos meses. La historia de Mario, Sonia y Olivia terminó con sorprendentes giros de guion que posiblemente helaron la sangre de muchos espectadores.
Alejandro fue traicionado por una persona de su total confianza; Fernando dio por acabada su relación con Orson para dejarse caer en brazos de Andrés.
Mario aceptó casarse con Lola y aprovechó para hacer borrón y cuenta nueva renunciando a su planificada venganza, sin embargo, la reclusa apareció en su celda muerta por una sobredosis. Roto por el dolor y empujado por la rabia, Mario culpó de la tragedia a Sonia, a la que habría estrangulado si no fuera porque Olivia lo impidió.
Pero los seguidores de la serie no tardarían en descubrir que fue Jaime Serra quien se encargó de que la droga llegara a manos de Lola. ¿Por qué? Porque Jaime no podía consentir que Mario tirara por tierra sus planes de venganza.
Por si no había suficiente emoción en este capítulo final, Mario y Olivia acabaron liados como parecía que ocurriría. Y Jaime, enloquecido, se coló en la habituación de Sonia para atacarla por la espalda. Ella no se quedó parada: como pudo alcanzó unas tijeras que consiguió clavarle en el costado. Fueron los recuerdos del pasado, los traumáticos acontecimientos que marcaron su vida, los que le empujaron a rematar al agresor, que cayó al suelo sin vida.
Al escuchar el forcejeo, Olivia y Mario corrieron a socorrerla, viéndose sorprendidos por esta fatídica escena con la que terminó Mía es la venganza.