Octubre de 2013. El Tribunal de Estrasburgo tumba la doctrina Parot que había permitido a la justicia española aumentar la estancia en prisión de terroristas de ETA y otros delincuentes con importantes crímenes a sus espaldas. Esta doctrina del año 2006 se venía ejecutando de manera irregular, con carácter retroactivo, para que los beneficios penitenciarios se aplicasen sobre el total de las condenas (de miles de años en algunos casos) y no sobre el tiempo máximo que se puede permanecer en la cárcel: 30 años.
El fallo de Estrasburgo, que apreció que España estaba vulnerando el Convenio Europeo de Derechos Humanos, generó un importante debate en la sociedad española que sirve como telón de fondo a la serie que este viernes 28 de mayo se estrena en Amazon Prime Video. Y tan importante es el origen de su trama, ese contexto histórico al que retornarán los espectadores, que la serie lleva el mismo nombre que la doctrina: Parot.
La excarcelación de etarras y otros peligrosos delincuentes que habían pasado en prisión más tiempo del planteado inicialmente por la justicia consternó a las víctimas, indignó a muchos ciudadanos y generó cierta inseguridad cuando decenas de asesinos, violadores y pederastas quedaron en libertad.
Esa es la sensación que arrastra consigo Isabel Mora, la protagonista de esta serie que tras su estreno en Amazon se emitirá en abierto para todo el público en La 1. Interpretada por la actriz Adriana Ugarte, Isabel es una policía de carácter difícil. Parece estar siempre enfadada, se muestra irascible a todas horas y obsesionada con tenerlo todo bajo control. Son las secuelas de la violación que sufrió en su adolescencia y que no ha logrado superar; secuelas que van a más cuando ve en todos los periódicos que el hombre que la sometió de una manera brutal ha sido puesto en libertad al quedar sin efecto la doctrina Parot.
Pero el terremoto que sacude a Isabel es aún mayor cuando ella y su compañero Jorge (Javier Albalá) son puestos al frente de una investigación para descubrir a quien está matando a los excarcelados, que uno tras otro aparecen ejecutados de la forma en que ellos acabaron con sus víctimas.
Una idea poco original pero respaldada por nuestra historia reciente
Esta serie creada por Pilar Nadal (Águila Roja) y dirigida por Gustavo Ron (Velvet Colección) y Rafael Montesinos (Perdida, Secretos de estado) no es un thriller cualquiera por el simple hecho de que se atreve a meter el dedo en la llaga. Lo hace con cuidado, respetando las sensibilidades de unos y otros. Pero lo hace. Y es de elogiar que así lo haga porque su historia está ya muy manida. No es la primera vez que del cine y la televisión surge un personaje que se toma la justicia por su cuenta. Ni es la primera vez que se exponen ante la audiencia las secuelas de una violación. Pero siempre es interesante que la ficción beba de nuestra historia y, por qué no, de los espinosos debates que remueven los cimientos de la convivencia.
Seguramente Parot suscitará opiniones a favor y en contra, formuladas algunas precipitadamente, y hechas otras con sosiego y desde el más profundo de los sentimientos. En realidad, es muy posible que todos los planteamientos estén presentes en la serie y que cualquier espectador pueda sentirse identificado con alguno de los personajes.
Isabel es la mujer que no ha podido superar su pasado pero que cree en el orden y la ley como forma de distinguirse de su violador, al que sólo le mueve su instinto depredador; Javier es un buen hombre pero se guía demasiado por el orgullo y sus deseos de venganza; Andrea Llanes, la madre de Isabel (interpretada por Blanca Portillo), es la voz reflexiva y la mirada analítica que se requiere para entender las motivaciones de estos peligrosos delincuentes; y Sol (a la que da vida Nicole Wallace) es la hija de Isabel, una joven de 16 años que vive recluida porque su madre le ha contagiado todos sus miedos.
Parot no sólo ha hecho un esfuerzo para que todas las sensibilidades estén representadas. También ha querido romper los prejuicios que se puedan tener sobre los excarcelados. El violador de Isabel no es un hombre de clase baja o media al que le hayan faltado recursos; es un señorito adinerado al que interpreta Iván Massagué. Y estos delincuentes no siempre están abocados a reincidir. Algunos de ellos lo hacen, como aparece reflejado en la serie, y otros viven luchando contra sus pulsiones o lidiando con sus miedos, como le ocurre a Plaza, el convicto al que da vida Michel Brown. La falta de escrúpulos, además, no es sólo cosa de quienes recurren a la violencia, y lo deja bien claro la periodista carroñera Ana Hurtado (Patricia Vico), una reportera que carece de empatía y que está dispuesta a lo que sea con tal de ganar protagonismo.
Un ritmo ágil que ayuda al visionado
Producida por ViacomCBS en asociación con RTVE y en colaboración con ONZA, Parot se compone de una primera temporada de 10 capítulos de 50 minutos de duración que no se hacen excesivamente largos. Tiene un ritmo ágil que engancha frente a la pantalla, algo que compensa la relativa intriga –las tramas se descubren con demasiada antelación o resultan predecibles–, la poca originalidad de su punto de partida y la falta de verdad que se percibe en algunas escenas por fallas del guion o actuaciones que no siempre convencen. Otros momentos, en cambio, deslumbran justamente por lo contrario.
Parot no sobresale como serie, pero merece la pena darle una oportunidad por la valentía que demuestra al retomar un debate tan complicado como el que sacudió a la sociedad española en 2013. Un debate que aquí se aborda con un importante ejercicio de equilibrio que seguramente para muchos será prescindible porque este es uno de esos temas que no conviene remover. Más bien al contrario, lo que hace Parot, y lo hace muy bien, es poner el dedo sobre la llaga no para hacer daño, sino para hacernos reflexionar mientras nos pone frente al espejo y nos pregunta qué haríamos si fuésemos la agente Isabel Mora.
This browser does not support the video element.
ð¢ Si no te quieres perder ninguna de nuestras noticias, suscríbete a nuestros boletines.