El destino ha querido que Sequía se esté emitiendo al mismo tiempo que España atraviesa uno de los inviernos más secos de los últimos años. Entre octubre y enero las precipitaciones se redujeron un 25% respecto a la media, y en algunas regiones como Madrid no llueve desde hace más de un mes.
Este escenario que se presenta preocupante para agricultores, ganaderos y la ciudadanía en general coincide con la emisión de esta serie de TVE que parte de una premisa muy similar a la que se está viviendo en nuestro país.
La trama de esta ficción estrenada el pasado 18 de enero arranca en un embalse de Extremadura convertido en un extenso desierto. El sol aprieta y las temperaturas son altas desde hace tiempo. La sequía se prolonga cada vez más y eso ha provocado que el pantano quede reducido a su mínima expresión.
Al retirarse el agua ha aflorado Campomediano, una pequeña localidad que quedó sumergida cuando se construyó el embalse. Pero la sequía también ha dejado a la vista de todos algo inesperado: los cadáveres de dos personas que murieron violentamente.
La inspectora Daniela Yanes (Elena Rivera) se encargará de investigar este caso que pone contra las cuerdas al grupo Bardosa, la multinacional que controla a la empresa hidroeléctrica que gestiona el embalse.
El caso también despierta el interés de Óscar (Miguel Ángel Muñoz), un periodista local con buen olfato; y Hélder (Marco D'Almeida), un policía portugués que está muy interesado en saber a quién pertenecen los cuerpos.
De este modo, el escenario en el que se ambienta la serie de TVE se asemeja bastante al que presentan muchas partes de España tras meses de sequía. Sin saber que se produciría esta desgraciada coincidencia, el equipo de esta producción televisiva se refirió a ella como un “thriller con vocación medioambiental y social”, de modo que nació con el propósito de reflejar el cambio climático y los fenómenos medioambientales extremos que amenazan a España dentro y fuera de la ficción.