Las cadenas de televisión compiten por tener en sus parrillas a los presentadores con más gancho, con más capacidad de comunicación, que traspasen pantalla y atraigan audiencia. A lo largo del verano, cuando se acaban de perfilar las programaciones de otoño, las ofertas a los presentadores más cotizados se traducen en propuestas multimillonarias, que a veces se convierten en auténticas subastas. Pero, ¿cuánto cobran realmente los presentadores de televisión? En este artículo intentamos responder a esta pregunta. Un gran abanico de sueldos La amplia variedad de canales (locales, temáticos, autonómicos, generalistas...) implica también un amplio abanico de sueldos. Los sueldos de los presentadores se corresponden a menudo con el número de espectadores que pueden convocar. Evidentemente esto depende de la cadena en la que trabajen, la duración del programa, su horario de emisión, su periodicidad y su notoriedad. No cobrará lo mismo, por tanto, un conductor de un programa de media hora semanal en una cadena autonómica que un presentador/a en una cadena generalista de ámbito global de un programa que se emite en horarios de máxima audiencia. Otro factor, y una verdad de Perogrullo, es que los contratos con los presentadores se cierran en función de la experiencia, y de su trayectoria profesional. Una cara totalmente nueva, aunque con potencial de crecimiento, nunca cobrará lo mismo que una “vaca sagrada” con un largo currículo de éxitos, aunque tengan responsabilidades similares.
Desde sueldos modestos a cifras astronómicas Entramos ya en cifras. Rompamos el mito de que todos los presentadores están muy bien pagados. La mayoría, cobran sueldos normales. Hay presentadores que no ganan más que unos centenares de euros por su trabajo. Los conductores “superbienpagados” son un reducido grupo de gente que se ocupa de los programas de mayor notoriedad, en las grandes cadenas nacionales con millones de espectadores y en las franjas más importantes de las cadenas autonómicas. Las modalidades de contratos son diversas: desde un compromiso por un periodo de tiempo a cantidad fija anual, pasando por un contrato por obra, con un importe por cada uno de los capítulos grabados y emitidos de un programa o una serie de programas. En cadenas nacionales es normal pagar de 300 a 1.500 euros por un programa de emisión diaria de media hora a una hora. Si hacemos cuentas vemos que el presentador puede ingresar, mensualmente, por 22 unidades, de 6.000 a 33.000 euros, o sea entre un millón y casi seis millones de pesetas mensuales. Si el programa tiene éxito y se mantiene una media de nueve meses por temporada, el ingreso estaría entre 54 y 300 mil euros, o sea entre nueve y cincuenta millones de pesetas. Si los programas ocupan franjas de prime time o son magacines diarios de varias horas de duración, los precios se multiplican. En estos casos la parte baja de la franja salarial para programas de más de dos horas de duración se sitúa en los 600 euros diarios, lo que traducido implica 12.000 mensuales o más de dos millones de las antiguas pesetas. En la franja alta de las superestrellas, los sueldos se disparan: algunos de los nombres más conocidos – por lo menos tres -, se mueven en cifras superiores a los dos millones de euros por temporada, más de trescientos millones de pesetas, y en algún caso se superan los tres millones de euros, o quinientos millones de pesetas. Nos referimos siempre a programas diarios de más de dos horas de duración. De 2.000 a 18.000 euros por programa ¿Cómo se pagan los prime times y las Galas? La unidad de cuenta es distinta que para los programas diarios. En este caso nos referimos a presentadores que tienen una media de cuatro citas mensuales con el espectador, como mucho cinco, y en horarios de máxima audiencia. Las cadenas pueden pagar por este tipo de encargos entre 3.000 y 18.000 euros dependiendo de la cadena, la notoriedad del presentador, y el tipo de programa. No es lo mismo presentar un programa de segmentos grabado que un gran concurso espectacular en directo o un show musical. Pero en este abanico de trescientas mil pesetas por programa hasta los tres millones, entran prácticamente todos los supuestos. Los ingresos mensuales oscilarán desde los 8.000 hasta los 72.000 euros, o lo que es lo mismo, de un millón trescientas mil hasta los 12 millones de pesetas, salvo casos de extraordinaria relevancia que pueden superar estas cifras. Las Galas, programas largos y de una única emisión, pueden llegar a retribuirse hasta los 30.000 euros en casos muy especiales, aunque la tendencia de todas las cadenas es a bajar los cachés de los presentadores y a moderar las cifras multimillonarias que se habían manejado hace unos años. Los patrocinios, harina de otro costal Los presentadores tienen múltiples maneras de redondear su sueldo. Forman parte del “star system” y su presencia es reclamada en todo tipo de eventos para darles notoriedad. En buena parte de los casos su participación es recompensada con una generosa cantidad.
Pero lo que representa una magnífica fuente de ingresos para presentadores y colaboradores es su participación en campañas publicitarias, ya sea dentro de los programas que conducen, o en spots y campañas ajenas a su trabajo. En ambos casos los presentadores más famosos –Javier Sardá, María Teresa Campos, Ana Rosa Quintana, Carlos Lozano, etc. - obtienen importantísimos ingresos por las menciones publicitarias, los microespacios internos y los derechos de utilización de su imagen al servicio de marcas y productos. Agencias y anunciantes pelean con dureza para que sea el presentador principal de un programa el que se convierta en portavoz de sus mensajes publicitarios. Y en estos casos se pactan compensaciones económicas que van desde los 300 a los 1.500 euros por mención, lo que multiplicado por número de programas y menciones da unas cifras astronómicas. En fin, el trabajo de dar la cara en televisión, cuando se realiza con eficacia, profesionalidad y va acompañado por el éxito y la duración de un programa en antena, es una de las maneras rápidas de generar un importante patrimonio personal. Las cadenas quieren a los mejores presentadores y ellos persiguen las mejores condiciones económicas para su trabajo. La dura competencia entre cadenas y el baile de ofertas les permite mejorar, año a año, sus ingresos.