Turquía se ha sumado a la ola de los realities reflejando la crísis económica que sufre el país, según Associated Press. El concurso consiste en enfrentar a dos parejas para ver cuál de ellas es capaz de sobrevivir con el salario mínimo establecido, que equivale a unas 16.000 pesetas al mes. Aunque parezca sorprendente, este programa, que emite el canal privado Channel D, no hace más que constatar una realidad penosa en la que se encuentran millones de familias turcas.
Este espacio, que se ofrece diariamente a las 00:00 horas y que dura media hora, comenzó el 1 de agosto y muestra el día a día de cada uno de los matrimonios. Ambos viven en apartamentos llenos de cámaras y micrófonos, y cuando salen a trabajar, un equipo les sigue para filmarlo todo. Para mantener una imagen de normalidad, los participantes deben comprar un periódico diario, ver una película y leer un libro durante el concurso. Además, no les está permitido aceptar descuentos y, como Turquía es un país conservador, no se pueden besar delante de las cámaras, que están por todas partes menos en el baño.
Se trata de un formato que está teniendo mucho éxito. De hecho ya hubo una primera competición en julio en la que los concursantes quedaron empatados. Channel D asegura que es uno de los shows más vistos del país aunque se niega a facilitar los datos de audiencia.
El próximo jueves 6 de septiembre finaliza el reality, pero no se conocerá a los ganadores hasta el domingo. El premio será para los que menos dinero hayan gastado durante el mes y consiste en un coche, 17,250 dólares (3.450.000 pesetas), y un viaje de una semana por Europa.
La vida real
Hikmet Kocaibrahimoglu y su mujer Suzan son participantes de este curioso programa. Él es administrador en una empresa privada y ella es ama de casa. La otra pareja la forman Engin Ozden, dueño de un restaurante en Estambul y su mujer, que trabaja en un banco. En la vida real ambos son de clase media y ganan seis veces más que el salario mínimo. Sin embargo, ahora se enfrentan a una realidad durísima ya que tienen que sobrevivir con 16.000 pesetas. Sin embargo, ellos están concursando voluntariamente y compiten por un premio. La mayoría de los turcos viven la misma situación pero por circunstancias que les han llevado a la miseria más absoluta.
Para ahorrar los 35 centavos del autobús, Engin anda cuatro horas diarias para llegar al trabajo. Hikmet y Suzan comen pan duro y se sientan debajo de una farola en la calle para no gastar electricidad. Además Suzan no ha usado desodorante en un mes. Ella misma asegura que “es imposible vivir con este salario”.
Por ello, la lucha por sobrevivir de estos dos matrimonios les ha convertido en héroes y en representantes, frente a las autoridades, de la condena que quieren expresar los ciudadanos hacia un sistema corrupto e ineficaz.
Hikmet afirmó que la gente se le acerca en la calle para saludarle y que ha recibido miles de llamadas agradecidas por mostrar el sufrimiento de la nación y por ponerle voz a sus súplicas.