La otra cara de los famosos

El monólogo más duro y real de Enrique San Francisco: “Estuve enganchado a la mierda del caballo”

Enrique San Francisco al 'desnudo'. El actor ha concedido a la revista Esquire su entrevista más personal, donde repasa no solo su carrera en el teatro, el cine y la televisión, sino que desvela algunos de los pasajes más duros de su vida.

San Francisco confiesa que estuvo 4 años enganchado a la heroína, pero seguía trabajando. Sin embargo, después llegó una época en la que se apartó de la interpretación, porque “decidí que lo mejor era que me muriera o que lo dejara. De todos modos te voy a decir una cosa, y es que yo tuve la suerte de no haberme pinchado en mi vida. Me enganché al caballo fumando chinos y metiéndomelo por la nariz, pero no sabía dónde me estaba metiendo.”

“Digamos que tuve un castigo por mi falta de humildad estando cuatro años enganchado con esa mierda. Mi trabajo fue en deterioro porque hacía lo que me salía de la polla, llegaba tarde a los rodajes e iba con unos colocones del copón… Como la gente que, por ejemplo, bebe alcohol, que es lo peor que hay también detrás del caballo. Hay muchos actores que, por el alcohol, ya hacen un papel de vez en cuando, porque por muy buen actor que sea un señor, una producción no puede permitirse el lujo de quedarse colgada por ese actor.”

“Que sí, que será muy bueno, pero por esas cosas un rodaje puede costar tres millones, así que se termina prefiriendo a un actor que no es tan bueno pero que sí va a los rodajes, ¿me entiendes? En mi caso, lo que hice fue retirarme de mi trabajo absolutamente y me encerré. Estuve como siete años haciendo deporte todos los días como una bestia y nunca más volví a tocar el caballo, por supuesto. He seguido fumando porros y ha caído algún tiro de vez en cuando, pero ya está.”

Sobre si llegó a pensar en suicidarse, San Francisco afirma que “bueno, suicidarme… Desde luego, para vivir así es mejor no vivir. Si quieres saber lo que es ser un esclavo no tienes más que probar esa mierda. De hecho, cualquier droga es una esclavitud. Cualquier toxicomanía es una esclavitud, pero es una esclavitud mínima, aunque luego, lo otro, es ser esclavo de verdad. Hay esclavos del alcohol, de las drogas y gente que se engancha a una mujer que lo maltrata también como si fuera una adicción (risas). Es una gilipollez lo que he dicho, pero te quiero decir que existe esa tendencia. En cuanto al caballo, el problema que tiene es que es muy difícil dejarlo.”

Su etapa en el denominado 'cine quinqui': 'A los actores se les pagaba con heroína“

Sobre aquella época que vivió, Enrique San Francisco relata como “a los delincuentes los empezaron a hacer héroes. Eso fue lo que hicieron. Realmente eran chavales con unos huevos grandísimos, pero también había asesinos. Estaba El Jaro [José Joaquín Sánchez Frutos], sin ir más lejos, que se lo cargaron de un cartuchazo, pero era muy bueno para su gente. También Escobar [Pablo Emilio Escobar Gaviria, narcotraficante colombiano] era muy bueno para su gente, aunque había matado a miles de personas.”

“No era el caso de El Jaro, claro. Fue una época muy importante del cine español que ahora se ha revalorizado. Tuve la suerte de formar parte de ese cine e hice muchas películas, generalmente de malo; enMaravillas, enNavajeros, enColegas,… Y luego, enEl pico,que hacía de homosexual y de bueno. ”

Sobre estas vivencias, el actor cuenta, además, como “en un rodaje, un chaval que era yonqui, se metió un chute, pero el que era actor, el que tu ves en toda la película, no se mete el pico realmente. O sea, había un plano corto en el que se pinchaban de verdad, se veía el brazo pero no la cara del chaval.”

“Lo único que plasmaba esa película era el hachazo que tuvo el caballo en este país. Arrasó. A mí me tocó toda esa época y lo viví, pero me libré. Los demás están todos muertos por culpa de la heroína. Se hicieron películas sobre esto y todos, absolutamente todos, fallecieron: Eloy de la Iglesia, Gonzalo Goicoechea, Antonio Flores,… todos. Incluso la hija del de producción.

“No queda ni Dios. Están todos muertos porque se engancharon con el caballo. Pero cuidado, que no era por la película, porque ahí no se daba caballo, ¿entiendes lo que te quiero decir? ¡Estaría bueno! Lo que sí te puedo contar es que en Deprisa, deprisa, de Carlos Saura, se les pagaba a los actores con heroína.”

“No era un problema de que quisieran pagar con heroína, es que si no había caballo durante la producción, no iban al rodaje. Estaban con el mono y dejaban tirada la película. Producción se tuvo que cubrir, me imagino, en ese aspecto. Eso no quiere decir que aquí se pague una película con heroína. No malentendamos lo que estoy diciendo.”

“Supongo que producción hablaría con un tío que iría a comprar. No querrían ni verlo, pero no les podía faltar el caballo durante el rodaje porque si faltaba heroína se piraban y no había película. Eran heroinómanos de verdad los que salían en ella. A pesar de eso, 'Deprisa, deprisa' es una película muy bonita. A mí me gusta mucho.

“La droga estaba unida a la delincuencia (y sigue estándolo, de hecho), pero la mayor delincuencia que podía haber era la de la gente que tomaba caballo. ¿Sabes por qué? Porque no tenían principios y porque el mono te obligaba a hacer barbaridades (atracar, matar… o lo que sea). Ese es el problema que tiene, porque la delincuencia también existía sin droga, aunque de otra manera. Lo que ocurre es que con la llegada del caballo ya fue la hostia. Entró otro nuevo tipo de delincuencia más despiadada. Bastante más despiadada.”

Le quisieron linchar por sacrílego tras un monólogo sobre Dios en 'El Club de la Comedia'

Por otro lado, Enrique San Francisco también habló de este incidente, vivido tras una actuación para el famoso programa televisivo:

“¡Me llamaron asesino y una mujer me dio con el bolso en la cara! Eran una especie de monjas retiradas o no sé qué, como de una congregación de la zona. El caso es que yo hice el monólogo de Dios, y al salir me las encontré. Creí que me iban a pedir un autógrafo o algo, pero lo primer que hizo una señora -la más joven tenía setenta u ochenta años- fue darme en toda la cara con el bolso mientras me llamaba asesino.”

“¿¿Qué podía hacer?? Habíamos hecho la actuación en un sitio que antiguamente era como un convento, una abadía o no sé qué pollas. Entonces, estas mujeres, que estuvieron ahí toda la vida, fueron a ver la función. Después de lo que vieron me pusieron a parir; me llamaron hijo de puta y de todo. Me tuve que ir, aunque antes me comí el bolsazo, claro. ¡Pero es que me querían pegar más!”

“Tuve que irme y meterme en el coche. Eran como unas siete u ocho, y eso que sacaron las entradas para verme. De hecho, no estaban de acuerdo con que se hiciera teatro en esa antigua capilla o lo que fuera. No me acuerdo qué cojones era. Pero vamos, no veas la que me armaron. Igual, si no hubiera hecho el monólogo sobre Dios, no me habrían dicho nada, pero como hice el de Dios, se montó un cristo que no veas. Recuerdo que me estaban esperando por la puerta de atrás, por donde salía.”