Meritxell Martorell, la periodista que protagoniza el formato de reportajes de Cuatro '21 Días', ha narrado en un texto de Vice la vivencia personal que le ha tocado vivir a causa de uno de sus trabajos para el programa.
En febrero de 2016, la reportera se desplazó a Lesbos para mostrar en primera persona el drama de los refugiados en el Mediterráneo. Ese reportaje, que se emitió en Cuatro en el mes de mayo, le provocó un cambio en su vida que ha pasado de sueño a pesadilla.
“Me enamoré de un refugiado y terminó en la cárcel”
Lo que más llama la atención de su extenso texto es la vivencia personal que deparó esa experiencia, y que Meritxell Martorell cuenta con pena y lástima en las líneas del mismo.
Y es que mientras estaba en Lesbos grabando el programa, se enamoró de un refugiado y su amor le ha salido caro, como explica desde el mismo titular: “Me enamoré de un refugiado y terminó en la cárcel”.
La periodista se convirtió, sin esperarlo, en protagonista de una noticia que ahora ella cuenta con detalle para denunciar la situación que viven los refugiados. Una situación que lamenta en el texto, apuntando a las mafias, a la insuficiente ayuda extranjera y a la mala labor de los estados.
Harud, un “alto a la par que exótico y atractivo” joven
Entre entrevistas y convivencias con cooperantes y refugiados, a los que ella misma tuvo que auxiliar entre nervios y desesperación, conoció a un joven del kurdistán iraquí que primero le contó su cruda historia hasta llegar a Lesbos y luego la invitó a seguir el camino junto a su familia hasta Atenas.
La reportera aceptó el ofrecimiento, y se embarcó en ese viaje. Y fue en esa travesía, que se detuvo obligatoriamente porque Macedonia cerró sin previo aviso su frontera, cuando conoció a Harud, un “alto a la par que exótico y atractivo” joven que se ofreció para ayudarla a grabar un mejor plano con la cámara, bromeando con que ella era muy bajita.
Ambos comenzaron a hablar, y Harud le explicó que él también era periodista. Martorell entendió que estaba allí trabajando, pero entonces él le explicó que no se trataba de eso, sino que era refugiado. La conversación se alargó, y el amor surgió entre ambos.
“La gasolinera es el escenario de una novela romántica”
En la gasolinera abandonada en la que se refugian ante la frontera de Macedonia, la reportera explica: “El frío se convierte ahora en una temperatura ideal, la gasolinera es el escenario de una novela romántica y pierdo totalmente la noción del espacio y el tiempo”.
Tras varios días sitiados en esa gasolinera, el autobús en el que “vive” la periodista y la familia con la que viaja tiene que partir sin tiempo para despedirse de Harud: “No tengo ningún contacto, no sé nada de él, no le volveré a ver nunca más”.
Pero como si fuese una novela de amor, sus caminos se volvieron a cruzar en Idomeni, y al verse Martorell describe que “le doy el abrazo más sincero de toda mi vida”. Un momento que es interrumpido porque sus compañeros la llaman para grabar la despedida con la familia, entre lágrimas.
“Quiero estar con Harud y él quiere estar conmigo”
Acabado el reportaje con esa despedida, intercambió su Facebook y WhatsApp con Harud, prometiendo mantener el contacto. Y lo hacen, teniendo videoconferencias diarias sobre su día a día y sus planes de futuro. Y poco después, se presenta la oportunidad de volver a verse.
Harud le explica que acaba de llegar a Hannover (Alemania), la misma ciudad en la que está la familia con la que convivió, y no duda en comprarse un billete de avión e ir “porque lo necesito, porque me apetece, lo voy a vivir sin cámaras ni reflexiones, sin entrevistas de por medio”.
Tras pasar dos días juntos en la ciudad, llega el momento de la despedida. Pero “quiero estar con Harud y él quiere estar conmigo. ¿Cómo podemos hacerlo?”. Su solución fue alocada: reservaron un Blablacar de Hannover a Barcelona, y así “llegamos a mi ciudad, drogados de ilusión y de desconocimiento, imprudentes e insensatos como nunca”.
“Enamorada, acabo de cruzar la frontera con un refugiado sin papeles”
Al llegar a Barcelona, llama a su familia y les explica “que su hija, enamorada, acaba de cruzar la frontera con un refugiado sin papeles”. Martorell reconoce que está “desequilibrada como nunca” y que por ello ni escucha el consejo de su madre, yéndose a Madrid con Harud.
En la capital se informa sobre la situación, y entonces se da cuenta de que tanto Harud como ella están incumpliendo la normativa: “La situación se nos ha ido de las manos. No sólo por incumplir las normas, sino porque ni siquiera nos conocemos. (...) No estamos enamorados, sólo que hemos maquillado de color rosa los momentos oscuros que nuestras mentes eran incapaces de aceptar”, añade.
Por ello, Harud decide regresar a Hannover para hacer las cosas legalmente y ella empieza a grabar en Madrid. Pero todo sale mal, y Harud es detenido en la frontera y va a la cárcel, donde no sabe nada de él en 20 días durante los cuales “cada noche me voy a dormir arrepentida como nunca, castigando mi inexperiencia, mi impulsividad”.
Un final feliz, pero separados
Días después, Harud la llama explicándole que estaba libre y Martorell se desplaza a Ceret, ciudad francesa a los pies de los Pirineos. El refugiado le dice que ha merecido la pena, porque Francia le dará asilo.
Ahora, Harud vive “en Lyon, ha conseguido trabajo en Amnistía Internacional y está cumpliendo su sueño de trabajar en Europa como representante de Derechos Humanos”.
*La historia completa puede leerla en Vice