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Si en invierno Andorra es un paraíso para los amantes de la nieve, en verano lo es igualmente para todo enamorado de la naturaleza. Su orografía nos deja por delante un paisaje plagado de valles y montañas donde los bosques y los lagos dibujan el terreno, y en el que los senderos se extienden como una compleja red de comunicaciones que puede hacer las delicias de los amantes del trekking a través de rutas y recorridos para todos los gustos y niveles.
El 90% del país es espacio natural, por lo que el sol hace que todo se cubra de verde en verano y tengamos por delante multitud de actividades al aire libre. De modo que, si buscas un viaje en el que sumergirte en la naturaleza a través del senderismo, conocer algunos de los lugares más singulares de todos los Pirineos, hacer planes en familia rodeados de aventura y aprovechar para conocer la característica gastronomía andorrana, es posible que estos planes te convenzan nada más leerlos.
En Andorra los aficionados al senderismo no tendrán que buscar mucho, porque una de las ventajas es que los senderos están al alcance de la mano. Entre el pequeño tamaño del país y su escarpada geografía, resulta especialmente fácil encontrar el entorno que mejor se adapta a nuestras preferencias para salir a estirar las piernas en plena naturaleza. Para ubicarnos, podemos empezar por distinguir sus tres espacios naturales principales: el Valle Sorteny, el de Madriu-Perafita-Claror y los Valles del Comapedrosa. En cada uno de ellos encontramos varias alternativas con diferentes rutas en las que disfrutar dependiendo de los niveles de dificultad, distancias y tiempo de marcha que necesitemos. Las opciones son tantas que la mejor opción es recurrir a la guía de rutas que ofrece Andorra Turismo.
Cuando comiences a recorrer el país por tu propio pie, verás que hay algunos lugares de especial interés que quizá no quieras pasar por alto, como por ejemplo el Mirador del Roc de Quer, todo un clásico en el que asomarse para tener a nuestros pies los valles de Montaup y de Valira d’Orient, o si buscas algo mucho más singular y emocionante, el Puente Tibetano de Andorra. Este puente es una de las construcciones más impactantes de los Pirineos pues su minimalista infraestructura se encuentra a 1.875 metros de altitud y mide 603 metros de longitud. La pasarela nos permite pasar sobre el Vall del Riu a 158 metros del suelo y contemplar uno de los paisajes más espectaculares del país. Existe una entrada conjunta para el Mirador del Roc de Quer y el Puente Tibetano que incluye el traslado en bus desde Canillo por 14,5 €.
Para hablar de La Coronallacs nos ponemos serios, pues este recorrido no es moco de pavo. Es la opción ideal para los senderistas más experimentados pues se trata de una ruta circular de 92 km que conecta cuatro refugios de montaña y atraviesa 20 lagos. El itinerario se divide en cinco etapas y está pensado para pasar una noche en cada refugio, de manera que así podremos llevarla a cabo ligeros de peso. El punto de partida está en Escaldes-Engordany, el nivel se considera medio-alto y se camina una media de 18,4 km diarios.
En la primera etapa se recorre el espectacular valle de Madrieu-Perafita-Clanor, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2004. Los senderos atraviesan zonas boscosas y finaliza en el refugio de l’Illa, a 2.488 metros de altitud. Durante la segunda etapa atravesaremos los valles de Envalira, el Siscaró e Incles, hasta que lleguemos al refugio de Juclà. Al realizar la tercera etapa veremos los picos más altos de Andorra, y si aprovechamos para hacer dos noches en el refugio de Sorteny podremos conocer el Parque Natural del Valle de Sorteny, que es considerado reserva de la Biosfera por la Unesco desde 2020. La cuarta etapa nos espera con el tramo más largo y duro, pero la recompensa la ponen los paisajes de alta montaña hasta que lleguemos al refugio de Comapedrosa. Y la última y quinta etapa comienza tocando la frontera con España y nos llevará por senderos de altura desde donde contemplar el mismísimo pico Aneto.
Como no todo va a ser caminar por el monte, quienes busquen un poco de aventura también van a tener donde elegir, sin que falten nunca opciones para los más pequeños. Ya sea en familia o con amigos, Mon(t) Magic, el ‘Family Park’ en Canillo, ofrece atracciones y entretenimiento para todos los públicos, desde tirolinas hasta tubbing, y por supuesto también actividades acuáticas, como los kayaks. Otra opción infalible es Naturlad, que es sin duda el parque de aventuras de referencia de Andorra. En él hay un poco de todo, desde actividades llenas de emoción propias de un parque de atracciones a visitas didácticas para conocer la fauna y la flora autóctona del Pirineo andorrano. El Tobotronc Naturland, un tobogán de 5,3 km de longitud y 400 metros de desnivel total por el que se baja sobre raíles, es sin duda su atracción estrella.
A quienes les guste la bicicleta de montaña, seguro que saben que Andorra tiene mucho que ofrecer. Para ir sobre seguro, una de las mejores opciones es recurrir a su Bike Park, que presume de ser el cuarto mejor bike park del mundo según Red Bull. Se encuentra en Vallnord Pal-Arinsal y cuenta con 40 km de circuitos para diferentes disciplinas y niveles, desde descenso a bicicletas infantiles.
Otra opción a tener muy en cuenta para disfrutar en el campo con los más pequeños es Macarulla, una red de pequeños senderos circulares y muy accesibles donde los niños se adentrarán en el bosque rodeados de magia. Dependiendo de cuál se realice, iremos encontrando a nuestro paso diferentes personajes, pistas escondidas y elementos naturales que harán volar nuestra imaginación entre árboles y rocas.
Otra de las peculiaridades de movernos entre montañas es que la gastronomía que nos rodea también está profundamente vinculada al entorno. Y no solo por la altura, sino por las claras influencias que recibe tanto de la gastronomía catalana como de la francesa. Algunos de los platos auténticamente andorranos que podemos encontrar a nuestro paso son, por ejemplo, la ensalada de xicoies (diente de león), los selectos embutidos del país, la escudella o el trinxat y, sin lugar a dudas, el mejor sitio para degustarlos son las bordas. En ellas es donde antiguamente se guardaba el grano y donde el ganado encontraba refugio pero hoy en día acogen a muchos de los restaurantes más auténticos del país.
Pero estando rodeada por países como Francia y España, Andorra no podía dejar de ser también tierra de vinos, a pesar de su abrupta orografía. Si quieres, tienes de sobra para llevar a cabo toda una ruta enoturística pues cinco microproductores elaboran vinos a más de 1.200 metros de altitud. De hecho, las bodegas Casa Beal, Casa Auvinyà, Mas Berenguer, Casus Belli y Borda Sabaté se cuentan entre los viñedos a más altura de Europa, con las peculiaridades que eso transmite a sus caldos. Por lo que a la mesa, con plato y copa por delante, Andorra seguirá demostrándote que sabe cómo ser singular.
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