25 años del AVE, el tren que revolucionó el transporte en España
El 21 de abril de 1992, coincidiendo con la celebración de la Exposición Universal, se inauguraba entre Madrid y Sevilla el primer servicio de alta velocidad en España. Se ponían en marcha trenes con una velocidad máxima de 300km/h que cambiaron el modo de viajar por tierra y recorrer los 471 kilómetros que separan ambas ciudades: 2 horas y 45 minutos en una primera fase y 2 horas y 30 minutos en una segunda. 25 años después de aquel hito el sistema ferroviario español y, por extensión el sistema de transporte nacional, ha sufrido una transformación vertiginosa. Sin ir más lejos, a lo largo de estas casi tres décadas han utilizado la red de alta velocidad 357,5 millones de viajeros.
Según un estudio de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea), España es el país que cuenta con más kilómetros de alta velocidad por habitante en el mundo. El informe, titulado «La experiencia internacional en alta velocidad ferroviaria» y realizado por German Grave; Bel y Daniel Albalate, concluía que este tipo de infraestructura puede tener un papel positivo que jugar en la interconexión de grandes núcleos urbanos no muy alejados entre sí.
Además, España ya es líder en diseños y proyectos de alta velocidad ferroviaria, algo que hace tres décadas ni si quiera se barruntaba. El país cuenta con la segunda red más extensa del mundo después de China y exporta a los cinco continentes su tecnología de sistemas de comunicación y señalización, mantenimiento de infraestructuras y gestión del tráfico.
Pero el uso de la alta velocidad va más allá del Ave: trenes Alvia, por ejemplo, utilizan parcialmente las líneas de alta velocidad y circulan posteriormente por vías convencionales. Esto ha supuesto un importantísimo ahorro de tiempo y una mejora en los viajes de millones de españoles que viven en, por ejemplo, Pamplona, Cádiz, Asturias, Galicia…. Y es que el 65% de los viajeros (7,4 millones) de trenes de larga distancia de Renfe que circulan por la red convencional utilizan parcialmente la red AV. Esto es posible gracias a uno de los factores tecnológicos que distinguen el modelo español: la introducción de trenes con un sistema de ancho de ejes variable y de intercambiadores de ancho en vía para poder combinar la red convencional (1.668 mm) con la red de alta velocidad (1.435 mm) y extender sus ventajas a más provincias y ciudades: 27 provincias y 47 estaciones conectadas que cubren más del 67% de la población española.
El tren es, 25 años después del primer servicio de alta velocidad, el principal modo de transporte colectivo elegido en España para trayectos de larga distancia peninsulares. Las implicaciones que genera este hecho están conectadas con el sector industrial y ferroviario español, con el sector turístico, y con una economía baja en carbono, además de otras consideraciones, como la seguridad, o la fiabilidad.
Madrid – Barcelona, casi una década de conexión
Cuando está a punto de celebrarse el décimo aniversario de la conexión entre Madrid y Barcelona (20 de febrero de 2008), el tráfico entre las dos principales ciudades del país es uno de los elementos claves de la transformación que la alta velocidad ha producido. En sus nueve años de funcionamiento, 52,3 millones de viajeros han utilizado los servicios Ave en el corredor Madrid– Zaragoza –Lleida- Camp de Tarragona-Barcelona- Figueres, unos datos que han permitido al Ave alcanzar una cuota de mercado del 62% frente al avión en la conexión Barcelona-Madrid. A este respecto, sin duda, ha ayudado el incremento de la velocidad media de los trenes. No en vano, desde finales de la década de los ochenta se han producido incrementos de hasta el 160%, como en el caso Barcelona-Madrid que nos ocupa, cuya velocidad comercial media en un viaje sin paradas se sitúa hoy en 248 km/h.
Tren vs. avión
Ante este escenario, no es de extrañar que el tren, en los últimos años, le haya ganado claramente la partida al avión. Si desde los 80 el crecimiento del número de viajeros aéreos fue continuado en el tiempo -siendo 2007 el récord histórico hasta el momento con más de 210 millones de pasajeros-, en 2008 la cifra comenzó a descender hasta los 187 millones entre 2009 y 2013. Cabe mencionar que, en el periodo comprendido entre 2006 y 2009, se produjo la ampliación del aeropuerto de Barajas, con la incorporación de la T4, y la inauguración de la terminal T1 del Aeropuerto de Barcelona-El Prat, enclave estratégico por su cercanía al Puerto de Barcelona.
Pasados los peores años de la crisis, y a partir de 2014, el tráfico regresó a los aeropuertos españoles, con 2015 como el segundo mejor año de la historia, con 207,4 millones de pasajeros. La reactivación del consumo interno y del turismo, la caída del precio del crudo y la irrupción del modelo low cost -responsable de la transformación del negocio de las aerolíneas- fueron los principales motores de la vuelta al crecimiento.
La transformación de la red de carreteras
Según datos del Ministerio de Fomento, La red de carreteras de España tenía, a 31 de diciembre de 2015, 166.003 kilómetros, de los cuales 26.329 km (RCE) están gestionados por la Administración Central y recogen el 51,8% del tráfico total y el 63,3% del tráfico pesado. Además hay 71.324 km que están gestionados por las Comunidades Autónomas y soportan el 42,5% del tráfico, y 68.349 por las Diputaciones (que suponen el 5,7% del tráfico restante).
Además de este viario, los ayuntamientos tienen a su cargo (según la última medición realizada con carácter oficial, que data de 1998) 489.698 km de los cuales 361.517 km son interurbanos. Finalmente, existen 11.355 km de viario dependiente de otros organismos. De esta gran cantidad de viario no existen mediciones de tráfico oficiales, pero su peso respecto al total es muy reducido (según estimaciones de la DGC no superarían en ningún caso el 10% del total del resto de la red).
La red española de autovías y autopistas ha triplicado su longitud desde 1990 cuando contaba con 4.976 kilómetros de vías de alta capacidad –entonces la red de autopistas y autovías más extensa en Europa era la alemana con 10.854 kilómetros, seguida de la francesa con 6.824 kilómetros y la italiana con 6.193 kilómetros-. En 1995 esta cifra se había incrementado, hablando de España, hasta 6.962 kilómetros. La red de autovías y autopistas en 2000 era de 9.049 kilómetros, de 11.432 kilómetros en 2005 y 14.262 kilómetros en 2010, ocupando en este momento ya el primer lugar a nivel europeo.
Con todos estos datos, podemos decir que la movilidad española disfruta de una buena salud e invita al viaje.