Bohol, entre colinas de chocolate y primates diminutos

Entre las 7.107 islas que componen Filipinas es complicado quedarse con una sola. Más que complicado diríamos que imposible. Cada isla tiene su encanto, sus atractivos y su gente, algunas son más turísticas y ajetreadas mientras que otras son más recónditas y tranquilas, por lo que cuantas más puedas visitas mejor y más real será tu impresión sobre Filipinas, un país que siempre te dejará con ganas de volver.

Pero la isla de Bohol, la décima en tamaño del país, es uno de los destinos que más ofrece a los viajeros que llegan hasta ella, por lo que junto a otras como Siargao, Cebú y Palawan es sin duda una de las paradas imprescindibles que deberías incluir en tu próximo viaje a Filipinas. ¿Por qué? Porque te arrepentirías de perderte atractivos tan interesantes como los que te vamos a contar.

Las Chocolate Hills

Las Chocolate Hills o las colinas de chocolate se llevan la palma en Bohol, nadie que pise esta isla se las quiere perder. Estas pequeñas montañitas de cima redondeada se ponen de color marrón durante la época seca, lo que les ha valido su nombre, y destacan como si fueran bombones de chocolate sobre la densa y verde vegetación que las rodea y cubre la isla.

Son casi 1.300 colinas prácticamente iguales y ocupan una extensión de unos 50 km2. La explicación científica que aclara esta curiosa formación revela fondos marinos y corales ahora emergidos pero no faltan las leyendas que nos hablan de gigantes, algunas más violentas sobre gigantes que se pelean y otras más románticas que atribuyen las colinas a las lágrimas que derramó el gigante Arogo al llorar la pérdida de su amada Aloya. Las Chocolate Hills son tan importantes para Bohol que hasta son representadas en su bandera y para verlas hay dispuesto un mirador desde el que podrás contemplarlas desde una posición elevada.

Los pequeños y escurridizos tarseros

En Bohol tendrás la oportunidad de ver uno de los primates más peculiares del mundo: el tarsero. Este pequeño individuo se puede encontrar en varios puntos del sudeste asiático, especialmente en las islas Célebes, pero aquí, en Bohol, no es difícil tener la oportunidad de ver uno en vivo y en directo. Los tarseros son primates de vida nocturna, de ahí sus enormes y característicos ojos, y son pequeños, realmente pequeños, ya que los adultos suelen medir entre 9 y 14 centímetros y suelen rondar los 120 gramos de peso.

Los tarseros son una especie en peligro de extinción, su hábitat natural es cada vez más y más pequeño, por lo que son delicados y difíciles de ver. Por desgracia hay quien incluso así ve en ellos una oportunidad de negocio y los utiliza como reclamo turístico, por lo que para ser un viajero responsable es importante saber dónde ir a verlos y dónde no ir a verlos. Evita el Tarsier Conservation Area, aquí los tarseros viven en cautividad y son expuestos al público como si de un zoo se tratase, y recurre mejor a centros como el Philippine Tarsier Sanctuary, en Corella, donde se trabaja por su conservación.

Un paseo gastronómico por el río Loboc

Puede parecer una turistada, y posiblemente lo sea, pero cuando compruebas que la inmensa mayoría del turismo que hace esta actividad se trata de gente local entonces todo se ve con otros ojos. Desde el pueblo de Loboc se puede navegar en barcazas-restaurante por las aguas de su río y pasar una agradable velada flotante. Aunque el trayecto no es especialmente espectacular, más allá de atravesar la vegetación filipina y contemplar alguna cascada, que nunca está mal, la experiencia gastronómica suele encantar a quien la prueba, con comida tradicional filipina servida en un buffet variado y especialmente cuidado.

No muy lejos de allí, si buscas algo más de emoción, se encuentra el Loboc Ecotourism Adventure Park, donde podrás tirarte por alguna que otra tirolina y pasar volando sobre las aguas del río Loboc.

Buceo o snorkel en Balicasag

Pero Bohol no es solo Bohol. Junto a ella y conectada con un par de puentes se encuentra la pequeña isla de Panglao. Gran parte del turismo que llega hasta aquí se concentra en este punto y la oferta de alojamientos es amplia y para todos los gustos y bolsillos. Alona Beach se lleva la fama, aquí se concentran innumerables hoteles y restaurantes, pero si buscas playas más tranquilas es mejor que recurras a rincones como el de Dumaluan Beach, un lugar mucho más bonito y alejado de la explotación turística que rodea Alona Beach.

Pero lo mejor de Panglao está bajo sus aguas. En Alona Beach encontrarás varios centros de buceo que te llevarán a conocer sus profundidades, tanto si eres un buceador certificado como si te conformas con hacer snorkel en la superficie. Los mejores puntos de inmersión se encuentran en la pequeña isla de Balicasag, uno de los mejores lugares de buceo de Filipinas, a unos 45 minutos en barco de Panglao. Aquí te esperan aguas cristalinas donde la visibilidad parece no tener fin, con una vida marina rica y abundante donde encontrarás fácilmente un gran número de tortugas marinas. Podrás verlas incluso haciendo snorkel y te aseguramos que será una de esas experiencias que difícilmente olvidarás.