Estambul no solo se mueve entre dos continentes, sino sobre una riqueza de culturas que abre una puerta entre oriente y occidente. Es una ciudad que impresiona, que cautiva con sus mezquitas, sus palacios, sus bazares, su comida, su historia y el ambiente de sus calles. Una ciudad que visitar una y mil veces, porque siempre tiene algo nuevo que ofrecer, y que solo está a unas cuatro horas de avión.
Si estás planeando tu primera visita a Estambul, o si ya has estado y quieres ver qué no te puedes perder en tu próximo viaje, aquí hemos recopilado los principales imprescindibles que deberías llevar apuntados en el mapa. Desde Santa Sofía hasta los bocadillos de caballa a orillas del Cuerno de Oro, pasando por sus bazares, sus pescadores, su mejor arte bizantino y sus secretos subterráneos.
Sus mezquitas más espectaculares
En Turquía más del 90% de la población es musulmana y en Estambul el canto del almuecín cubre toda la ciudad cinco veces al día. Mezquitas hay muchas, muchísimas, pero hay unas cuantas que son imprescindibles. Podemos decir que las mezquitas más espectaculares de Estambul son tres: la Mezquita Azul, Santa Sofía y la Mezquita de Suleiman, aunque en realidad hay muchas más.
La primera, la Mezquita Azul o del Sultán Ahmed, fue construida entre 1609 y 1616, es la única que cuenta con seis minaretes y su nombre se lo debe a su fantástica decoración interior. La segunda, Santa Sofía, antes que mezquita fue iglesia y fue construida ni más ni menos que entre los años 532 y 537, pero desde 1935 es un museo. Y la Mezquita de Suleiman, o Süleymaniye en turco, es la más grande de Estambul y fue construida en periodo otomano, entre 1550 y 1558.
El Palacio de Topkapi
Es un buen reflejo del poder que tomó Constantinopla como capital del Imperio Otomano. Fue inaugurado en 1465 y desde entonces los diferentes sultanes gobernaron en él hasta mediados del siglo XIX. El recinto es enorme, consta de 700.000 metros cuadrados, se pueden visitar varias zonas y como te despistes puedes pasar todo el día en él. Cada sala y dependencia está más decorada y ornamentada que la anterior, y entre ellas cobran un especial protagonismo las dedicas a las reliquias y los tesoros. El harén es donde residía el sultán con su familia y sus cientos de mujeres, una zona para la que es necesario adquirir una entrada aparte. La ubicación del Palacio de Topkapi es además estratégica, en el vértice entre el Bósforo y el Cuerno de Oro.
La Cisterna de Basílica
En plena zona monumental de Estambul se encuentra una maravilla subterránea que no podrías ni imaginar desde la superficie. Se trata de la Cisterna de Basílica, o Cisterna de Yerebatan, una especie de catedral bajo tierra destinada a almacenar agua. Cisternas hay muchas en Estambul, pero ninguna como esta. Fue construida entre los años 527 y 565, en tiempos de Justiniano, y era alimentada por dos acueductos que traían agua desde fuera de la ciudad. Mide 140 metros de largo por 70 de ancho, y en total cuenta con 336 columnas de 9 metros de altura. No te puedes ir de allí sin ver las cabezas de Medusa, el ser mitológico, que hacen de base de dos de las columnas.
El Puente Gálata y la Torre Gálata
El Puente Gálata es el puente más famoso de Estambul, cruza el Cuerno de Oro, une las zonas de Karaköy y Eminönü y cuenta con un tramo levadizo. Pero lo más destacable de él es su ambiente. Tiene dos pisos, uno inferior repleto de restaurantes y terrazas y uno superior por donde cruza el tráfico y los peatones. Es arriba donde innumerables pescadores se apostan a probar suerte con sus cañas, y por donde tienes que darte un buen paseo sin prisas.
La Torre Gálata, por su lado, ofrece las mejores vistas de Estambul, con el Cuerno de Oro y el Bósforo a sus pies. Data de mediados del siglo XIV, tiene una altura de casi 67 metros y en sus plantas superiores hay miradores, además de restaurante, cafetería y sala de espectáculos turísticos.
El Gran Bazar y el Bazar de las Especias
Te gusten o no las compras, deberías destinar parte de tu tiempo a recorrer tanto el Gran Bazar como el Bazar de las Especias. El primero es el más grande de la ciudad y con los años se ha vuelto eminentemente turístico, aunque es interesante recorrerlo para disfrutar del ambiente y admirar las dimensiones que puede llegar a tener. El segundo, como su nombre indica, está destinado al comercio de las especias, y eso es lo que encontrarás en muchos de sus puestos, y aunque puede llegar a ser algo más local que el Gran Bazar el turismo le ha hecho perder autenticidad, pero no belleza. Si quieres comercio local del bueno lo suyo es que recorras sus calles adyacentes en el barrio de Eminönü. Ambos, por cierto, son un buen plan para un día de lluvia, y el regateo no es recomendable, sino obligatorio.
La Iglesia de San Salvador en Chora
Alejada de la zona más céntrica y fuera de los muros de Constantino, la iglesia de San Salvador de Chora es un lugar a visitar sí o sí. Esta iglesia convertida en museo tiene su origen en un monasterio del siglo IV, pero desde entonces ha sufrido tantas ideas y venidas culturales que parece un milagro que siga en pie.
Cuenta con una de las mejores representaciones de arte bizantino que puedas encontrar, con delicados frescos y meticulosos mosaicos que cubren todo su interior. A principios del siglo XVI, casi 60 años después de la conquista de Constantinopla por parte de los turcos otomanos, esta iglesia fue convertida en mezquita y se cubrieron las paredes con yeso para cumplir con la prohibición de mostrar al hombre que dicta el Islam. Gracias a eso su decoración original se ha mantenido en un excelente estado de conservación. Y por cierto, a la hora de buscarla la encontrarás mejor como Kariye Camii o Kariye Müzesi.
El atardecer desde Üsküdar
Un buen plan para terminar la tarde es dar el salto de Europa a Asia, cruzar el Bósforo en uno de los múltiples ferrys que hacen el trayecto constantemente, y prepararse para disfrutar de una buena puesta de sol desde la orilla del barrio de Üsküdar. Desde allí verás cómo los últimos rayos del día enmarcan las siluetas de las grandes mezquitas de la ciudad, el Palacio Topkapi, la Torre Gálata, y el Cuerno de Oro hace honor a su nombre con el reflejo dorado del sol. Si además vives este momento frente a la Torre de la Doncella té en mano, mejor que mejor.
Un buen hammam para darse un verdadero baño turco
Visitar un hammam, un baño turco, es otra de las experiencias que deberías vivir alguna vez en Estambul. Verás que hay muchos por la ciudad, muchos de ellos orientados al turismo y algunos en edificaciones realmente históricas, donde el mármol, el vapor y el agua caliente lo envuelven todo. Pasarás por una salas con grifos de agua, saunas húmedas, masajes con espuma, masajes con aceite, tratamientos faciales… Eso ya dependerá de lo que quieras incluir a tu sesión de hammam, pero al menos un baño y un masaje no lo deberías pasar por alto.
Y una ciudad para chuparse los dedos
Y si te gusta comer y probar cosas nuevas en Estambul te vas a hartar, pues desde los puestos de comida callejera hasta a los restaurantes panorámicos con las mejores vistas todo parece estar bueno. Los kebabs en sus múltiples versiones, desde los clásicos hasta los iskender, el adana kebab o los testi kebab hechos en una vasija de barro, y el humus o los platos basados en berenjena. Otra de las experiencias auténticas para comer algo rico es ir a Balik Ekmek, donde encontrarás los famosos bocadillos de caballa del puerto de Eminönü, hechos en barcos que flotan sobre el Cuerno de Oro. Y si te gustan los dulces muy dulces, aquí encontrarás el mejor baklava del mundo. Otra nivel.