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Nadie duda que los fiordos más famosos del mundo sean los de Noruega, o incluso los que encontramos en el extremo sur de Nueva Zelanda, pero por suerte no hace falta recorrer tantísimos miles de kilómetros para disfrutar de una belleza similar y mucho más cercana. Al noreste de la provincia de León, como antesala de los Picos de Europa, los 'fiordos' leoneses nos esperan para dejarnos con la boca abierta entre enormes formaciones de roca caliza y aguas cristalinas.
Aunque los de León no son exactamente fiordos es indiscutible que su encanto nos deja uno de los paisajes más espectaculares y llamativos del norte de la península ibérica. Los 'fiordos' leoneses no tienen su origen en valles glaciares invadidos por el agua del mar, tal y como ocurre en los verdaderos fiordos costeros, sino en profundos valles de interior inundados de agua dulce tras la intervención de la mano humana. Pero de un modo u otro, su riqueza natural y paisajística los ha convertido en un auténtico tesoro oculto entre las cumbres leonesas.
El agua que da forma a los conocidos como fiordos noruegos pertenece al embalse de Riaño, un enorme cuerpo de agua que nos da la bienvenida a la escarpada Cordillera Cantábrica. Su origen es polémico, dramático y triste a partes iguales. En 1965 se puso en marcha la construcción de una presa que tardaría más de veinte años en entrar en funcionamiento, pero finalmente el 31 de diciembre de 1987 sus compuertas se cerraron y el valle de Riaño comenzó a inundarse.
Además del impacto medioambiental, las aguas del embalse cubrieron un total de nueve pueblos, provocando un irreparable daño social y cultural. Los vecinos de Riaño, Burón, Pedrosa del Rey, La Puerta, Salio, Huelde, Anciles, Vegacerneja y Escaro vieron cómo sus pueblos quedaron sumergidos para siempre e impotentes tuvieron que buscar un nuevo hogar. Hoy, el nuevo Riaño, construido para sustituir al anterior Riaño, se ha convertido en el centro neurálgico y turístico de los 'fiordos' leoneses. A pesar de su controvertido origen, el embalse de Riaño es hoy un reclamo para aquellos que quieren disfrutar del esplendor de su paisaje sin dejar de tener en cuenta la memoria e historia del lugar y sus habitantes.
Los 'fiordos' leoneses cambian de manera importante en cada época del año y las estaciones están muy marcadas, de manera que dependiendo de cuándo vayamos encontraremos un escenario muy distinto. En este espacio natural podemos combinar actividades perfectas tanto para quienes buscan belleza, tranquilidad y calma como para quienes prefieren liberar adrenalina tanto a pie como sobre el agua, por lo que se adaptan a la perfección a cualquier tipo de público.
Para descubrir este paraje desde dentro, una de las actividades más recomendables es surcar las aguas del embalse a bordo de un barco turístico. Zarpan desde el puerto deportivo de Riaño y el trayecto nos llevará bajo las escarpadas orillas del embalse durante aproximadamente una hora. En primavera y verano nos rodearemos de una vegetación exuberante, consecuencia del deshielo, y todo se llena de color. Es entonces cuando el Parque Regional Montaña de Riaño y Mampodre luce con mayor intensidad. Para quienes prefieran emociones más fuertes, también se puede conocer el embalse en jet boat, en motos de agua, en paddle surf o en kayak.
Si queremos calzarnos las botas de trekking y estirar las piernas también hay donde elegir. Desde cómodas y tranquilas caminatas como la que propone el Paseo del Recuerdo, que durante un kilómetro nos lleva por la orilla del embalse mientras nos muestra paneles con fotografías previas a la construcción de la presa, hasta rutas más exigentes como las de los miradores Alto Valcayo y Las Hazas, o incluso la que nos lleva a los 1.667 metros de altitud del Pico Gilbo.
Si nuestra visita tiene lugar en otoño comprobaremos por nosotros mismos que es momento de berrea y los venados que habitan los bosques se encargarán de recordarnos de quién son los bosques en los que nos adentramos, y que nosotros somos unos meros invitados.
El pueblo de Riaño, o mejor dicho, del nuevo Riaño, también merece una visita porque tiene mucho que contarnos. Es el pueblo de más reciente construcción de la provincia de León por lo que presenta un moderno trazado urbanístico y edificios que, aunque disimulen tras un revestimiento de piedra tradicional, en su interior guardan una arquitectura actual. Riaño vigila desde lo alto las aguas del embalse al que da nombre y hace de cruce de caminos entre León, Cantabria y Asturias.
Riaño se encarga de mantener viva la memoria del valle y lo hace acogiendo la iglesia parroquial de Santa Águeda, que fue traída piedra a piedra desde la desaparecida Pedrosa del Rey, con su torre del siglo XVI. Justo al lado se encuentra el Museo Etnográfico de Riaño, encargado de exhibir piezas que van de la prehistoria a los años 60 y 70 del pasado siglo, y que nos muestra tanto los pasados modos de vida del valle como lápidas prerromanas del pueblo de Vadiniense o estelas funerarias del siglo X.
Tanto la iglesia como el museo encuentran en la plaza de Cimadevilla un espacio que ha terminado por convertirse en un museo al aire libre al albergar un hórreo leonés, un potro de herrar y un chozo de pastores de forma cónica del tipo horma o terruca. Además, las siluetas de una cabra montesa y un lobo hechas en acero son un homenaje a la fauna salvaje que merodea por las montañas de Riaño.
La iglesia de Nuestra Señora del Rosario de los siglos XIII-XIV, original del pueblo de La Puerta pero trasladada a Riaño en 1987, nos espera en el extremo oeste del pueblo. Siempre ha llamado la atención por las pinturas románicas, góticas y barrocas que guarda su interior, pero ahora también por estar al lado del monumento El Silencio de las Campanas, donde descansan las campanas de las iglesias del valle anegado y un hórreo también típicamente leonés.
Los paisajes, el entretenimiento acuático, el senderismo, la fauna y la flora, la historia del lugar… Los 'fiordos' leones tienen atractivos más que suficientes para convertirse en una escapada perfecta a la naturaleza.
Uno de esos reclamos fotogénicos y llamativos de Riaño lo encontramos en 'el banco más bonito de León'. Evidentemente, lo bonito no es el banco sino las vistas que contemplamos desde él. Lo encontrarás muy cerca de la iglesia de Nuestra Señora del Rosario y nadie se quiere perder la espectacular panorámica que queda ante nosotros protagonizada por los picos Gilbo, Yordas y Las Pintas. En invierno, si ha nevado, la postal es idílica.
Otro de los rincones más instagrameables de los 'fiordos' leoneses es sin duda 'el columpio más alto de España'. Aunque ya haya sido desbancado del podio es sin duda uno de los más grandes con sus ocho metros de altura y su ubicación a más de 1.200 metros de altitud en el Alto de Valcayo. ¿Lo mejor? Que deja a nuestros pies unas fantásticas vistas de 360º frente a la Montaña de Riaño y Mampodre.
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