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Georgia en seis direcciones imprescindibles y poco trilladas

Georgia es un país fascinante que, hoy en día, sigue mostrando una peculiar mezcolanza entre su pasado soviético y ortodoxo, y una reciente revolución que cabalga entre las ansias por acercarse a la Europa más cosmopolita y la intención de mantener su espíritu contracultural. Si a todo esto le sumamos una naturaleza alpina y salvaje, el resultado es un viaje inolvidable en el que lo más complicado será alejar los deseos por conocer hasta el último de sus múltiples porqués. 

Kutaisi y el monasterio de Gelati

Kutaisi es la segunda ciudad más grande de Georgia pero poco tiene que ver con la caótica Tibilisi. La ciudad está dividida en dos por las caudalosas aguas del río Rioni, que no es que se asemeje sino que es, realmente, un río de montaña que atraviesa una ciudad. En época de deshielo, contemplar el espectáculo del agua gris y plagada de rápidos, es toda una experiencia.

Además del centro histórico de la tranquila Kutaisi, en el que se encuentra el el Green Bazar, uno de los mercados más interesantes del país, no hay que perderse el teleférico de la ciudad, que conecta el centro urbano con el distrito montañoso de Gora, desde donde las vistas se tornan increíbles. Este teleférico, construido en 1961, sigue conservando la misma estructura que en la época soviética, así como sus características cabinas amarillas.

Antes de abandonar Kutaisi rumbo al Norte, hay que visitar el monasterio ortodoxo de Gelati, construido en 1106 y declarado Patrimonio Mundial de la UNESCO en 1994. De su esplendoroso pasado como principal centro cultural e intelectual del Cáucaso, todavía pueden observarse los impresionantes frescos que decoran sus bóvedas y fachadas, incluso después de haber sobrevivido al incendio de la invasión turca en el s.XVI. 

Svaneti y sus pueblos de montaña

Esta región de alta montaña, rodeada de cumbres que superan cuatro mil metros de altitud, está plagada de pequeños pueblos de montaña que todavía conservan sus torres defensivas de la época medieval, las Svan, que se alzan, de manera soberbia, contra el macizo del monte Shkhara, el más alto del país con sus 5.193 metros de altitud. 

La capital de la región, Mestia, es un hermoso pueblo del que parten la mayoría de las excursiones a pie y en 4x4 que, la mayor parte de las veces, acercan a los visitantes al pueblo de Ushguli, cuyo entorno montañoso resulta de una belleza apabullante. En Mestia también existen tres museos que bien merecen una visita, ya que acercan al visitante a diferentes aspectos de la tradición georgiana: el primero de ellos está dedicado a la historia y la etnografía de la región pero los que, a nuestro parecer, no deberían dejar de visitarse son el Museo de la Torre Margiani, que muestra la vida cotidiana de los habitantes de Svaneti, y el Museo Mikhail Khergiani, dedicado a este alpinista georgiano. 

Si se viaja entre los meses de mayo y noviembre y, siempre que se tenga experiencia en senderismo de montaña, lo más lógico, bonito y salvaje es llegar a Ushguli caminando desde Mestia, descubriendo, lentamente, este bucólico lugar, también protegido por la figura de la UNESCO. Ushguli, situado a 2.100 metros de altitud, tiene el honor de ser el asentamiento humano más alto de toda Europa, con un monasterio que destaca sobre el inmaculado glaciar del pico Shkhala. El recorrido lineal ronda los 58 kilómetros, que pueden dividirse en 2, 3 o 4 etapas, según la forma física y la experiencia de los caminantes. Sin duda, uno de los alicientes de la caminata es hospedarse en las múltiples casas particulares cuyos anfitriones destacan por su hospitalidad.

Gori y Stalin

A pesar de que Gori no es un pueblo que destaque por su belleza, -especialmente, si ya se ha visitado la región del Gran Cáucaso- hacer un alto en el camino en la cuna de Stalin debería ser de obligado cumplimiento para cualquier persona que quiera comprender la realidad de este país ortodoxo y ecléctico donde los haya.

Un Museo dedicado al líder soviético en el que pueden encontrarse todo tipo de souvenirs que, suponemos, alguien debe llevarse de recuerdo, y la polémica estatua de bronce de seis metros de altura que se desmanteló de la plaza del Ayuntamiento una noche de 2010 para ser reubicada en el museo y contentar así, a admiradores y detractores del líder, son una buena muestra de los contrastes del país.

Khevshureti y la frontera chechena

Adentrarse en Khevshureti es lo más parecido a dar un enorme salto atrás en el tiempo; sus espectaculares paisajes de montaña, que hacen frontera con Chechenia, están salpicados de pequeños y genuinos pueblos en los que ni siquiera es fácil ser un turista al uso. Las casas de huéspedes que no son sino casas familiares, en las que, en ocasiones, la habitación de los inquilinos corresponde al antiguo pajar, harán las delicias de aquellos viajeros que vayan en busca de la verdadera experiencia georgiana.

Shatili es uno de los lugares que no hay que perderse; una fortaleza medieval situada a 1400m sobre el nivel del mar formada por alrededor de 60 torres defensivas que hoy también hacen las veces de viviendas que ofrecen alojamiento.

Mutso es la segunda e imprescindible parada de esta incursión en el noreste de Georgia, otra fortaleza del mismo estilo. Pero lo realmente impresionante está entre ambos pueblos, en el que existe una población, Anatori, construida por los antiguos habitantes de Shatili, después de que la peste asolara el lugar., en el s.XVIII. Afectados por la enfermedad y temerosos de que esta acabara con toda vida en el pueblo, construyeron un grupo de casas en el que se encerraron para morir. Aún hoy en día, los esqueletos de estas personas pueden contemplarse en el suelo de esta trágica necrópolis.

Tusheti y su aislamiento

El valle más aislado de toda Europa está comunicado con el resto de Georgia por la que dicen, es la carretera más peligrosa de Europa; una pista forestal que, en 3 o 4 horas, alcanza los 3000 metros de altitud. La región hace frontera con Dagueshtan, república popular rusa, quien controla parte de la zona.

En este valle, en el que los pastores de ovejas, sus rebaños y sus temibles perros mastines son una parte más del paisaje, y los niños del pueblo sueñan con ser pilotos de helicóptero porque este sigue siendo el medio de transporte principal de productos de primera necesidad, el visitante encontrará un auténtico universo paralelo, único en el mundo.

Tibilisi y el tecno

No podíamos cerrar este artículo de otra manera que no fuera haciendo mención al fenómeno de la escena tecno en la capital, Tibilisi. Si bien la mayoría de viajeros visitarán la ciudad por su condición de capital del país, merece la pena fijarse en el movimiento contracultural que, desde hace unos años, está surgiendo entre la población más joven de Tibilisi, y que se manifiesta de manera especialmente flagrante en los múltiples locales de música tecno de Tibilisi. En ella, los jóvenes de la ciudad encuentran una manera de expresar su rebelión contra la tradición ortodoxa de este peculiar país.