Hiroshima tiene la desgracia de aparecer en los libros de historia por culpa de “Little Boy”, la bomba nuclear estadounidense que acabó con ella cuando la Segunda Guerra Mundial llegaba a su fin. Hoy su legado es un mensaje de paz al mundo y se ha convertido en uno de los destinos turísticos de mayor afluencia de todo Japón. Es una visita imprescindible para conocer la historia del país nipón y de toda la humanidad, pero también cuenta con otros muchos reclamos que hoy hacen de ella una ciudad alegre y repleta de vida.
Hiroshima se muestra como es, una ciudad reconstruida desde la destrucción para darnos una lección, con excursiones cercanas de espectacular belleza y para darnos de comer hasta no poder más. Toma nota, porque no te lo querrás perder.
El Parque de la Paz y la Cúpula de la Bomba Atómica
El 6 de agosto de 1945 todo cambió en Hiroshima. Para siempre. Fue el objetivo de la primera bomba atómica jamás lanzada en una guerra y en cuestión de segundos la ciudad quedó reducida a cenizas. Hoy la zona cero acoge el Parque Conmemorativo de la Paz, el Museo Conmemorativo de la Paz de Hiroshima y la conocida como Cúpula de la Bomba Atómica. Todo visitante que llega a Hiroshima lo hace para conocer su historia y nunca se arrepentirá de hacerlo.
Es imprescindible pasear atentamente por el Parque de la Paz, donde los monumentos conmemorativos en recuerdo a las víctimas y los deseos de paz se reparten bajo unos árboles que han devuelto el verdor a Hiroshima, ahora 72 años después. El Museo Conmemorativo de la Paz debe ser una visita imprescindible de cualquier viajero. Tiene un precio simbólico de 200 yenes (algo menos de dos euros) y en él se hace un repaso duro pero necesario para cualquier ser humano. La magnitud de un ataque nuclear, la catástrofe vivida en Hiroshima y la actual existencia hoy en día de armamento nuclear le ponen la piel de gallina a cualquiera. Es un museo apto para todos los públicos y sorprenden las numerosísimas visitas de colegiales a diario. Si Hiroshima hizo historia, su Museo de la Paz está ahí para que no se repita.
En el otro extremo del parque, al otro lado del río, permanece en pie la que hoy se conoce como la Cúpula de la Bomba Atómica. El esqueleto del antiguo Pabellón de la Promoción Industrial se ha querido conservar como recuerdo de la tragedia vivida por Hiroshima, pues a pesar de estar a escasos metros del epicentro de la bomba sus paredes y su cúpula fueron de las escasas construcciones que quedaron en pie tras el ataque. Está considerado Patrimonio Mundial por la Unesco y es de visita obligada, y si es de noche, cuando se ilumina y desaparece el mayor número de turistas, mejor que mejor.
Miyajima, una escapada imprescindible
A media hora en tren de cercanías desde la estación central de Hiroshima y a 10 minutos más de ferry se encuentra la isla de Miyajima, un paraje Patrimonio Mundial por la Unesco y uno de los destinos turísticos más populares de Japón. Aunque el verdadero nombre de la isla es Itsukushima el popularizado Miyajima hace honor a su significado: “la isla del templo”. Es posible que la imagen de su gran torii de color bermellón situado sobre las aguas del mar te resulte familiar. No es casual que su estampa sea considerada una de las más bellas de todo Japón.
El santuario de Itsukushima es uno de los templos sintoístas más bonitos del país, es originario del s. VI d.C pero ha sido reconstruido varias veces tras repetidos incendios, la última en el s. XIII. Está construido sobre el mar y frente a él, a 200 metros de la costa, se levantó en 1168 su puerta sagrada, un gran torii como el que hoy vemos. El actual data de 1875 y es que sucesivos daños han provocado que sea reconstruido en varias ocasiones.
La isla es un lugar magnífico para pasear relajadamente, disfrutar de su verdor sin prisas y entretenerse con los ciervos que por allí campan a sus anchas en busca de comida. Pero será el gran torii acuático de 16,6 metros de altura el que absorberá toda tu atención. Un consejo: visítalo con marea alta y haz tiempo hasta verlo iluminado por la noche, su imagen se quedará grabada en tu retina.
Okonomiyaki, el plato estrella
Japón es gastronomía y no probar su Okonomiyaki sería un error, pero no hacerlo si además se visita Hiroshima sería absolutamente imperdonable. El Okonomiyaki es el plato por excelencia de Hiroshima. Sí, lo encontrarás en muchas otras ciudades de Japón, pero aquí se ha convertido en todo un referente tanto local como turístico.
Imagina una especie de tortilla, donde el huevo es una masa tipo crêpe y el relleno puede ser col, brotes de soja u otras verduras, donde también se añade huevo y atún seco, y que según su variante puede llevar gambas, ternera, cerdo, calamar… lo que quieras, incluso queso. La especialidad de Hiroshima además lleva noodles en su interior pero no mayonesa como sí ocurre en otras regiones de Japón. Todo el conjunto se remata por encima con la fantástica salsa okonomiyaki, una especie de perejil llamada ao-nori y cebolleta en cantidad. Aunque la mezcla de primeras pueda sonar rara ni lo dudes ¡El resultado está espectacular!
Gran parte del atractivo del Okonomiyaki para el visitante es su preparación. Los comensales se sientan frente a una gran plancha donde el cocinero lleva a cabo su elaboración por lo que el entretenimiento está garantizado. Tal es la importancia del Okonomiyaki en Hiroshima que uno no puede pasar por allí sin almorzar o cenar en Okonomi-mura, un edificio donde tres de sus plantas reúnen hasta 26 puestos de Okonomiyaki, uno junto a otro. Aquí el reto es encontrar un taburete vacío en hora punta y los precios oscilan entre los 1.000 y los 1.300 yenes (8-11 euros) dependiendo de la variedad de Okonomiyaki que se desee. Cuando los pruebas… querrás llevarte un bote de su salsa mágica a casa, ya verás.