Todos conocemos a Pablo Neruda. El poeta chileno llegó a publicar 45 libros, además de otras recopilaciones y antologías, y su obra ha sido traducida a más de 35 idiomas. Es sin lugar a dudas un autor básico en cualquier clase de literatura que se precie.
Sin embargo, más allá de su poesía, hay otra manera de conocer a Neruda si viajamos un poco por Chile: sus casas. Hoy en día la Fundación Pablo Neruda es la encargada de mantener vivo su legado al convertir sus casas en auténticos museos. Visitar La Chascona, La Sebastiana e Isla Grande es conocer de primera mano cómo era uno de los mejores poetas de la historia, un hombre tan implicado con la poesía como con el activismo político de su época.
Pablo Neruda: el poeta implicado en su tiempo
Su vida no fue sencilla precisamente. Ricardo Eliecer Neftalí Reyes Basoalto, verdadero nombre de Pablo Neruda, nació en el Parral, Chile, en 1904. Desde joven estuvo en contacto con la poesía y en 1924, sólo un año después de publicar su primer libro, sorprende al mundo con la más popular de sus obras: “Veinte poemas de amor y una canción desesperada”.
A lo largo de una vida de ingenio y excentricidad, Neruda ejerció de cónsul por medio mundo y, una vez que empezó en Rangoon (Birmania), pasó por Colombo (Ceilán), Batavia (Java), Singapur, Buenos Aires, Barcelona, Madrid… donde conoció y estrechó lazos con los integrantes de la Generación del 27. Lorca, de hecho, fue uno de sus amigos más entrañables. Durante la Guerra Civil española Neruda se suma activamente al apoyo de la República Española por lo que tuvo que volver a Chile. Fue él, desde París, quien embarcó a cerca de dos mil refugiados españoles en el barco Winnipeg rumbo al país chileno.
Con su afiliación al Partido Comunista comienza su persecución en Chile y el poeta se vio obligado a ocultarse. En ese momento concluye su libro más importante: “Canto general”. En 1970, con su amigo Salvador Allende en el poder, es nombrado embajador de Francia en París. Allí se encontraba cuando se le otorgó el Premio Nobel de Literatura en 1971.
En 1973 es derrocado el gobierno del Presidente Allende. Neruda, en ese momento, se encuentra gravemente enfermo víctima de un avanzado cáncer de próstata. Perseguido y escondido, Pablo Neruda fallece a los pocos días del golpe de estado en el que se alzó Augusto Pinochet.
Casa Museo Isla Negra
La casa Isla Negra está en Isla Negra, comuna de El Quisco, y a sus pies se encuentra el océano Pacífico. Neruda compró esta casa en 1938 y su arquitectura se inspira en el gusto del poeta por el mar y los barcos. La casa vivió años de reformas hasta dejarla a su gusto. Pasillos estrechos, escaleras empinadas, techos bajos, grandes ventanales mirando al mar… una casa conectada con el océano y cuyo interior recuerda al de un barco en cualquiera de sus estancias.
Fue el lugar preferido de Neruda para componer su obra, donde mayor conexión tuvo con su infancia, y donde dio forma a su Canto General. Sus viajes le llevaron a reunir artículos de todo tipo y en Isla Negra se conservan botellas de formas extrañas, máscaras, zapatos antiguos, pipas de fumar…
Neruda mismo fue quien convirtió sus casas en auténticos museos. En Isla Negra las colecciones más importantes se vinculan con el mar: mascarones de proa, réplicas de veleros, barcos dentro de botellas, caracolas marinas, dientes de cachalote, etc. Hospitalario y muy amigo de sus amigos, a Neruda le encantaba hacer reuniones en sus casas. Aquí, en las vigas de madera del bar de su casa, grabó el nombre de algunos poetas fallecidos para seguir tomando copas con ellos.
Casa Museo La Chascona
La Chascona es una casa fruto del amor. Pablo Neruda comenzó a construirla en 1953, en Santiago, para su amor secreto de entonces: Matilde Urrutia. La bautizó en su honor como “La Chascona” por la abundante y despeinada cabellera rojiza de su amada.
En ella vivió sola Urrutia hasta que dos años más tarde Neruda se separó de su mujer, Delia del Carril, y se trasladó allí. La casa fue creciendo poco a poco y siempre con la intervención del poeta, pues aunque su proyecto se encargó al arquitecto catalán Germán Rodríguez Arias, Neruda siempre estuvo encima de él eligiendo los materiales, definiendo sus formas y creando dependencias a su gusto y antojo.
En ella se conserva una interesante pinacoteca, una colección de tallas africanas, diversos muebles, obras de diseño, objetos personales… a Neruda le gustaba coleccionar y compartir en sus casas.
Tras su muerte días después del golpe de estado que derrocó a Allende, La Chascona fue atacada, inundada y víctima del vandalismo. Matilde Urrutia se esmeró en reparar sus daños y vivió allí hasta su muerte en 1985. Hoy, como museo, muestra a los visitantes los ambientes más íntimos en los que el poeta chileno vivió y creó.
Casa Museo La Sebastiana
La Sebastiana, en Valparaíso, fue la casa de retiro de Neruda, una escapatoria a Santiago, un lugar donde vivir y escribir tranquilo. La casa había sido del español Sebastián Collado, quién la había dejado sin terminar, y al ser más grande de lo deseado Neruda convenció a una pareja de amigos para adquirirla a medias en 1959. El nombre del lugar homenajea a su primer dueño.
La Sebastiana tiene una situación privilegiada y unas hermosas vistas a la bahía de Valparaíso. Una casa disparatada, en varios niveles, terrazas, muchas escaleras e incluso una torre, donde las grandes ventanas y las claraboyas miran al mar.
En ella se conservan colecciones de mapas antiguos, reliquias del puerto, colecciones de platos, antiguas marinas, cajas de música, pinturas e incluso un caballo de tiovivo tallado en madera y un pájaro embalsamado traído de Venezuela.
La casa fue saqueada tras el golpe militar del 73 y restaurada en 1991. Un año después abrió sus puertas como casa museo y en 2012 fue nombrada monumento nacional de Chile.