Pinsa romana: qué es y por qué no debes confundirla con la pizza

Redacción Viajes

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Si alguna vez lees o escuchas algo sobre la pinsa romana, lo primero que debes saber es que no hay ningún error de escritura ni dicción. No estamos hablando de la pizza tradicional, sino de una preparación italiana que comparte sólo algunas características con ella. Te proponemos analizar qué es la pinsa romana y qué diferencias tiene con la pizza clásica que conocemos.

Este plato típico, que tiene un par de décadas de historia pero ya es otro embajador de la cocina italiana en el mundo, muchas veces es confundido con la pizza porque su apariencia es similar a la de ésta. Además, no es tampoco una variedad de pizza.

¿Qué es una pinsa romana?

A simple vista, la pinsa romana es el último gran descubrimiento de la gastronomía italiana. Un boom culinario que tanto italianos como extranjeros han adoptado, sobre todo en la capital. Podríamos definirla como una mezcla entre “pizza al taglio” y “pizza alla palla”. Una vez servida, lo que más llama la atención es esa forma más rectangular y menos ovalada que la tradicional pizza.

El proceso de elaboración de la pinsa romana tampoco es idéntico al de la pizza. Se usa harina de soja, trigo y arroz, que se deja fermentar al menos 72 horas. Ese reposo le ofrece una esponjosidad única a la pinsa, que permite que sea más ligera y más crujiente. Más allá de las varias recetas, cabe destacar que en la pinsa romana original se utiliza masa madre para lograr ese sabor y textura.

¿Cuál es su origen? ¿De dónde proviene?

No son pocos los investigadores que creen que el origen de este manjar está en el siglo XVII, cuando los amantes de la pizza ya introducían algunas variantes por la menor disponibilidad de sistemas de conservación de las materias primas. Al parecer, el campo de la Lazio romana fue testigo de la adaptación definitiva de la pinsa. Los campesinos hacían su masa con agua y cereales, sólo añadiendo un poco de sal y hierbas aromáticas como el orégano; y podían dejarla fermentar días hasta finalmente cocinarla.

No obstante, la pinsa romana fue registrada oficialmente en el 2001 por el chef Corrado di Marco. La patente actual, comercializada en todo el planeta, establece su forma y su contenido. Y además cada uno puede prepararla como quiera.

Independientemente de la elaboración, se sirve con burrata y tomate, pistacho, mortadela y calabacines con setas.

Diferencias entre la pinsa romana y la pizza clásica

Una pizza tradicional, a diferencia de la pinsa romana, es redonda y se prepara con harina de trigo. Su fermentación es de 48 horas. La pinsa romana se distingue por prepararse con una mezcla de soja, trigo y arroz, y su fermentación es, como mínimo, de 72 horas.

Mientras que la pizza no lleva masa madre, una verdadera pinsa romana lleva masa madre activa como parte de su preparación. Algunos más osados añaden harina de garbanzo a la pinsa romana, como sustituto de la harina de soja. Este reemplazo otorga mayor consistencia y le da un gusto particular que no todos valoran, pero es una gran opción si no cuentas con harina de soja.

Similitudes con la pizza

Hemos visto que ambas se elaboran con harina, aunque sea distinta. Y también, aunque cada una tiene una forma diferente, en ambas se introducen una variedad de ingredientes importante como la base de tomate y el queso. También, tanto pinsa como pizza, se hornean en un horno de leña o un horno especializado para lograr una cocción perfecta. Ambas proceden de Italia, si bien la pinsa es natural de la capital del país, Roma.

Cuáles son sus ingredientes

Masa de pinsa, elaborada en una combinación de harinas, junto a agua, levadura, sal y aceite de oliva. Además se usa tomate como base, de igual forma que pasa con la pizza.

El queso es otro de los ingredientes estrella. Hay desde la mozzarella bien típica al provolone o  pecorino. También se le añaden otros ingredientes tales como jamón, champiñones, cebolla, anchoas, rúcula, albahaca o pepperoni, entre otros muchos. Ello va a gusto del restaurante y del consumidor, porque hay variedades.

En esta pinsa romana se añade aceite de oliva como una de sus bases, siendo un ingrediente realmente destacado en este tipo de cocina mediterránea.

¿Cómo se prepara la pinsa romana paso a paso?

Los ingredientes para preparar una pinsa pueden variar ligeramente, pero en líneas generales son los siguientes: 200 g de harina de trigo, 200 g de harina de trigo de fuerza, 75 g de harina de arroz, 25 g de harina de soja o garbanzo, 50 g de masa madre activa, 0,2 g de levadura fresca, 300 ml de agua fría, 2 cucharadas de aceite de oliva, 8 g de sal fina y 2 cucharadas de sémola de trigo duro.

Primero debes mezclar en un bowl el agua con la levadura, la masa madre y el aceite de oliva. Luego suma las harinas y revuelve. Una vez que tengas una mezcla homogénea, añade sal y llévala a reposo, tapada, durante diez minutos. Luego debes plegar la masa cada diez minutos aproximadamente, dos o tres veces. Entonces divide en partes iguales, engrasa, y lleva a un recipiente generoso.

Tienes que mantener la masa refrigerada unas 72 horas, entre 4° y 6° C a una temperatura controlada. Al revisarlas, deberían haber aumentado considerablemente su tamaño. Precalienta el horno y cubre la bandeja con papel especial. Antes de colocar finalmente la masa y darle la forma definitiva, espolvorea sémola de trigo como base. Pincela con aceite y llévala al horno.

Hornea en la rejilla más baja del horno a temperatura máxima hasta que los bordes comiencen a dorarse. Retira y añade, sin sobrecargarla, aquellos ingredientes que le darán su sabor. Devuelve al horno otros cinco minutos hasta que se cocinen los ingredientes.