La Comunitat Valenciana alberga algunas de las maravillas más espectaculares de la Península. Su conexión con el mar Mediterráneo, sumado a la cantidad de culturas que han habitado la zona durante siglos, han hecho del territorio un enclave perfecto para descubrir culturas pasadas y joyas arquitectónicas aún conservadas.
En concreto, existe un pueblo en el interior de la provincia de Valencia que destaca por sus calles de fachadas azules y su mezcla de construcciones históricas de origen árabe y cristiano. De esta manera, el pueblo de Chelva, en la comarca de Los Serranos, se ha ganado popularmente el apodo de “el Chefchaouen español”.
Si bien las similitudes con la villa marroquí son evidentes, el pueblo valenciano tiene mucho más que ofrecer, volviéndolo un destino perfecto para una escapada de fin de semana.
La historia de Chelva
Los comienzos de la localidad de Chelva datan de la Edad del Bronce, ya que el enclave cuenta con yacimientos neolíticos con restos de civilizaciones de tiempos primigenios. Así, el enclave cuenta con gran cantidad de construcciones romanas aún conservadas, como el Acueducto de Peña Cortada.
Pese a ello, la villa logró su máximo esplendor durante la ocupación musulmana de la Península, como muestra gran parte de su arquitectura. Fue tomada tanto por cristianos como por árabes en múltiples ocasiones hasta que finalizó la reconquista definitivamente.
Fue entonces cuando el rey Jaime I donó al Señor de Albarracín –Pedro Fernández de Azagra– todos los castillos de Chelva junto con los de otras localidades de la Comunitat Valenciana.
Durante la rebelión de las Germanías, que tuvo lugar tanto en Valencia como en Mallorca, la villa fue ocupada por el bando de los agermanados y el palacio del vizconde fue asaltado e incendiado. El pueblo también fue ocupado en varias ocasiones durante las guerras carlistas.
Qué ver en Chelva
La localidad de Chelva estuvo habitada durante años por diferentes civilizaciones, como romanos, árabes, cristianos o judíos. Por ello, el enclave alberga gran cantidad de construcciones -que aún se conservan- entre las que es posible apreciar el paso del tiempo y de múltiples culturas.
Una de las construcciones más destacadas de la villa es la Iglesia Arciprestal de Nuestra Señora de los Ángeles, una obra de estilo barroco valenciano que fue considerada Bien de Interés Cultural (BIC) en el año 2006. Su construcción comenzó en 1626 y se prolongó durante 80 años, hasta su finalización en el 1706.
El campanario de la Iglesia, construido por Juan Bautista Pérez, cuenta con un reloj original de propiedad municipal que detalla las horas, días de la semana y el mes a algo menos de 60 metros de altura.
Otro de los monumentos principales de Chelva es el Palacio Vizcondal, construido a finales del siglo XIV. De él salen murallas de las cuales aún se conservan restos, que rodean toda la localidad y que, junto al Palacio, fueron consideradas BIC en el año 2006.
Dentro del monumento es posible apreciar un alcázar almohade del siglo XII, el cual sirvió como base para seguir ampliando el edificio en la época. La cantidad de culturas y civilizaciones que han pasado por el enclave ha determinado que haya tenido que ser restaurado en la actualidad.
Tanto en los interiores del espacio circunvalado por el Palacio, como alrededor de los exteriores de la villa, el enclave cuenta con gran cantidad de construcciones religiosas. Algunas de las principales son:
- Ermita de Santa Cruz (antigua Mezquita de Benaeça)
- Ermita de Nuestra Señora de los Desamparados
- Ermita de Nuestra Señora de la Soledad
- Santuario de la Virgen del Remedio
- Convento de los Franciscanos
- Ermita de San Cristóbal
- Ermita del Loreto
Además, Chelva cuenta con un gran número de lavaderos (construcción popular, principalmente durante los siglos XIX y XX), que servían como punto de encuentro, de higiene y de reunión. En el pueblo aún se conservan siete lavaderos, los cuales son:
- Lavadero del Górgol
- Lavadero del Baño -o de la Balsa-
- Lavaderos del Arrabal
- Lavadero de la Perería
- Lavadero del Querefil
- Lavadero del Embarany
Barrios de Chelva
La mezcla multicultural que ha experimentado durante siglos el enclave le ha nutrido tanto de manera arquitectónica como cultural. Por ello, al pasear por Chelva es posible admirar diferentes barrios con variopintos estilos.
Uno de los barrios más conocidos es el barrio andalusí de Benacacira, que data de entre los siglos XI y XII. A día de hoy es posible caminar por sus calles, ya que se conserva intacto su trazado urbano, entre los que destacan sus callejones sin salida, sus casas encaladas y sus oscuros soportales.
Pese a que todos los barrios son reconocibles, el más destacable de toda la localidad de Chelva es el barrio morisco-mudéjar del Arrabal. Creado a partir del siglo XIV, cuenta con trazados serpenteantes y con varias leyendas; como la del Vizconde de Chelva, el cual según se cuenta, fue asesinado por sus amores con una morisca.
Otro de los barrios más reconocidos del enclave es el barrio cristiano de Ollerías, el cual fue conformándose a lo largo del siglo XIV y recibe su nombre por los hornos que fueron instalándose para la producción de cerámica. Es posible diferenciar el estilo cristiano, entre otras cosas, por la organización de sus calles.