Subiendo al Preikestolen, la roca más famosa de Noruega

Roberto Ruiz

20 de abril de 2022 22:16 h

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Noruega es un país que ama su naturaleza. De gente que vive la montaña como en pocos otros sitios. Nieve o haga sol. Caminando, esquiando o pasando el rato junto a la chimenea de su preciosa casita de madera en medio del campo. Por lo que gran parte de su geografía está repleta de rutas al aire libre listas para ser disfrutadas. En la región de los fiordos, en el suroeste del país y en una de las zonas más turísticas de toda Noruega, hay algunas rutas que llevan a espectaculares monumentos naturales como el Trolltunga o el Kjeragbolten. Pero si hay un lugar que destaca sobre todos las demás, por su belleza y singularidad, ese es sin duda el Preikestolen.

Preikestolen, en noruego, significa púlpito, y esa es exactamente la forma que parece tener esta enorme roca que se asoma sobre el fiordo Lysefjord. Cuando estás sobre ella te encuentras a 604 metros sobre el nivel del mar y desde su superficie hasta el agua no hay nada. Solo aire. Pues como buen púlpito, el Preikestolen sobresale en las alturas desafiando a la gravedad y la caída vertical no encuentra nada a su paso. Eso es lo que lo hace diferente al resto de los acantilados que bordean tantos y tantos fiordos noruegos, y por eso es una de las principales atracciones turísticas del país. 

Otra de sus peculiaridades es su superficie, prácticamente plana y cuadrada, de unos 25 x 25 metros. Lo que invita a pasear, descansar y, cómo no, fotografiarse sobre ella. Porque las vistas que se obtienen desde este púlpito son merecedoras de incluirse entre los paisajes más espectaculares de toda Noruega. Pero para disfrutar de ellas hay que trabajárselo y llegar a pie hasta allí arriba, aunque como ahora verás la caminata que lleva hasta el Preikestolen está al alcance de la mayoría.

La ruta que lleva al Preikestolen

Se calcula que más de 300.000 personas visitan cada año el Preikestolen, la mayoría en verano durante los meses de junio, julio y agosto. Y quien se anima a ello se enfrenta a una ruta de 7,6 km en total, 3,8 de ida y 3,8 de vuelta, en la que el desnivel positivo es de unos 440 metros, pues partimos desde una altura de 270 metros. Eso para el común de los mortales implica un trayecto de unas cuatro horas en total, sin tener en cuenta el tiempo de merecido disfrute una vez alcanzamos la plataforma del púlpito, claro. 

El camino está perfectamente acondicionado. De hecho, durante los últimos años un equipo de sherpas de Nepal ha estado trabajando para dar forma a numerosos escalones levantados a mano colocando piedra junto a piedra. Y en las zonas más llanas y húmedas diversas plataformas de madera aseguran un paso firme a todos los senderistas. Toda la ruta está señalizada con la ‘T’ roja de la Asociación de Trekking y multitud de postes nos indican la distancia por recorrer tanto a la ida como a la vuelta. 

La ruta, en sí, se considera de dificultad media, por lo que cualquiera con una preparación física mínima la puede hacer sin problema. Los menos preparados lo pasarán algo peor, pero también lo conseguirán, pues técnicamente la ruta no implica ninguna dificultad. El perfil del sendero dibuja cuatro repechos, pero con zonas llanas y cómodas entre ellos en los que descansar y recuperar el aliento. Eso sí, hay que tener en cuenta que incluso en primavera hay posibilidad de encontrar gran parte del camino nevado, lo que añade un extra de dificultad. En tal caso, antes de comenzar la ascensión se nos indicará si el uso de crampones es obligatorio o solo recomendable, dando la posibilidad de alquilarlos para la ocasión.

La ruta nos llevará por diferentes entornos, desde densos bosques de coníferas en su primera mitad hasta monte abierto una vez arriba, donde encontraremos pequeños lagos en los que refrescarse en verano. De abril a octubre puedes ascender al Preikestolen por tu cuenta, mientras que en invierno es necesario material específico y es recomendable la contratación de un guía, dada la abundancia de hielo y nieve.

Algunos consejos para subir al Preikestolen

Si estás pensando en visitar el Preikestolen, quizá te vendrá bien tener en cuenta algo de información antes de comenzar a andar. Para empezar, el punto de partida del sendero se encuentra en el refugio de montaña Preikestolen Fjellstue, hasta donde podrás llegar en coche (el parking tiene un precio de 250 NOK, unos 26 €), en barco o en autobús. Desde Stavanger, la ciudad importante más cercana, son unos 50 minutos por carretera.

Como en toda ruta de montaña, es muy importante tener en cuenta las condiciones climatológicas y no confiarse, pues aunque en el parking haga sol quizá arriba llueva o encuentres un fuerte viento. Es conveniente llevar el equipo necesario, con ropa de montaña y unas buenas botas de trekking, así como prendas de abrigo e impermeable. En tu mochila tampoco debe faltar algo de comida y agua, para reponer fuerzas en tu trayecto.

A lo largo del recorrido no hay aseos, pero sí junto al aparcamiento. Si no tienes mucha experiencia en montaña y no te ves con mucha seguridad, siempre te puedes apuntar a una de las excursiones guiadas que se organizan a diario. Y una vez en ruta, como se suele decir, “llévate solo fotografías, y deja solo tus huellas”. Respeta el entorno y disfruta de la naturaleza como es debido. 

Para contemplar el Preikestolen desde abajo, es muy recomendable hacer uno de los cruceros turísticos que te llevan en barco por el fiordo, para así contemplar desde el agua la grandiosidad del púlpito noruego. Aunque desde 604 metros más abajo parezca una pequeña piedrecita.