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Diez rutas culturales para redescubrir España en los próximos meses
Adentrarse en los Pirineos siempre implica un viaje especial. Diferente. Lleno de naturaleza y aire puro, pero también puede tener un espectacular aliciente cultural que nos lleve hasta los siglos XI y XII. Para eso solo tenemos que hacer esta ruta por el románico del Vall de Boí (Valle del Bohí en castellano), en el Pirineo leridano, y dejarnos sorprender por sus iglesias de torres imposibles.
Aquí vamos a recorrer pueblos de auténtico cuento, un lugar excepcional que concentra en un pequeño espacio un elevado número de construcciones del mismo estilo arquitectónico, poco alteradas y bien conservadas. Y siempre rodeados de un sobrecogedor entorno natural, cerca de verdaderas joyas como el Parque Nacional de Aigüestortes i Estany de Sant Maurici. Con todo esto, sus montañas y su nieve invernal, tenemos el cocktail perfecto para vivir una escapada totalmente singular.
En el Vall de Boí, además de naturaleza, vamos a encontrar historia y cultura, pues sus pequeños pueblos se caracterizan por mantener un estilo arquitectónico único y muy bien conservado. Tanto, que la UNESCO se fijó en este conjunto de ocho iglesias y una ermita realizadas durante los siglos XI y XII y los declaró Patrimonio de la Humanidad en noviembre del año 2000.
Vamos a encontrar piedra delicadamente tratada, altos campanarios, valiosas pinturas murales e influencias del románico lombardo proveniente del norte de Italia. Todo en un viaje que nos lleva directamente a la Plena Edad Media, hace casi mil años atrás, cuando las iglesias no tenían solo funciones religiosas sino también un importante papel social. Uno tras otro, y sin que hayan sufrido grandes transformaciones a lo largo de todo este tiempo, estos nueve templos bien merecen una visita si pasamos por el Vall de Boí.
Muchas de las iglesias que forman esta ruta pueden ser visitadas por dentro, y las que no siempre podrás disfrutarlas por fuera. Para comenzar por el principio, lo más recomendable es dirigirse directamente al Centre del Romànic de la Vall de Boí, en Erill la Vall, donde su espacio de información te pondrá en contexto para que no pierdas detalle. La entrada a las iglesias de Sant Joan de Boí, Santa Eulàlia d'Erill la Vall, Sant Feliu de Barruera, La Nativitat de Durro tienen un precio de 2 euros, mientras que la de Sant Climent de Taüll es de 5 euros.
Aunque en conjunto todas las iglesias del Vall de Boí se parezcan, la de la Assumpció de Cóll es la que más se diferencia entre todas ellas. En primer lugar por los materiales de construcción y el tamaño de sus sillares, pero también por su tipo de arquitectura. Es de una sola nave, con planta de cruz latina, y los dos últimos niveles de la torre son de estilo gótico. Llaman la atención los capiteles donde aparecen hombres y animales luchando.
La de Santa María de Cardet se diferencia de las demás al contar con espadaña y no con torre, fruto de las transformaciones barrocas que la modificaron. Aquí encontramos uno de los ábsides más espectaculares de todo el valle, semicilíndrico y de gran altura, donde se abren cuatro vanos de arcos dobles de medio punto. Está construida aprovechando el desnivel del terreno y es la única que cuenta con cripta. Solo abre durante el mes de agosto.
La de Sant Feliú de Barruera es un excelente ejemplo de los estilos arquitectónicos de los siglos XI y XII. De hecho conserva un ábside de cada siglo, ambos semicirculares, el primero con bandas lombardas y el segundo con sillares muy distintos. Los dos últimos pisos de la torre fueron reformados en el siglo XVI y se observan zonas muy rehabilitadas, como las capilla y la portada de estilo gótico.
Llama la atención el volumen del templo y la altura de su campanario, sobre todo teniendo en cuenta el tamaño de Durro, pero así se demuestra la importancia que tuvo esta localidad en época medieval. Tampoco pasa desapercibida su portada esculpida, que queda protegida por un porche con columnas y capiteles. Es fácil distinguir las modificaciones góticas y barrocas que sufrió a lo largo de los siglos XVI y XVIII.
La de Santa Eulàlia de Erill la Vall llama poderosamente la atención por su altísima torre campanario, ya que alcanza los seis pisos de altura y muestra decoración típica del románico lombardo. Es posiblemente la más espectacular del valle y hacía de torre de comunicación con las de Sant Joan de Boí y Sant Climent de Taüll. En el interior veremos una copia tallada en madera del grupo escultórico del Descendimiento de la Cruz.
En Taüll encontramos dos iglesias románicas Patrimonio de la Humanidad y la de Santa Maria se ubica en el centro del pueblo, rodeada de casas, no como las demás, que suelen estar apartadas. Fue construida en los siglos XI y XII y se consagró el 11 de diciembre de 1123, constó de tres naves separadas por columnas pero reformas posteriores dejaron una única nave. En su interior tuvo importantes pinturas murales, donde se representaban escenas del infierno y el juicio final, pero las actuales son copias y las originales están en el MNAC (Museo Nacional de Arte de Cataluña).
Para muchos la de Sant Climent es la iglesia más importante y espectacular del Vall de Boí, sin duda una parada imprescindible si tuvieses que elegir entre todas ellas. No solo llama la atención por su alta torre campanario de seis plantas, sino también por su interior, donde las pinturas representan el mejor ejemplo del arte pictórico del románico catalán. Su Pantocrátor ahora está en el MNAC, pero gracias a la proyección de un vídeo mapping puedes ver cómo eran las pinturas del ábside mayor, representando el fresco con sus colores originales.
Boí es el pueblo que da nombre al valle que estamos recorriendo y en él encontramos la iglesia de Sant Joan de Boí, donde se conservan los mejores elementos arquitectónicos del románico del siglo XI. En su interior veremos un buen número de pinturas murales, llevadas a cabo siguiendo las originales que están en el MNAC, y nos será fácil comprender la función didáctica de estas representaciones en las que justos y pecadores están perfectamente diferenciados.
Y terminamos esta ruta por el románico del Vall de Boí en la ermita de Sant Quirç de Durro, ubicada a 1,5 kilómetros del pueblo de Durro. Es pequeña y está cerrada al público, pero desde ella conseguimos las mejores vistas sobre el valle al encontrarse a 1.500 metros de altura. Aunque es del siglo XII cuenta con añadidos barrocos, pero lo mejor de llegar hasta ella es disfrutar de la tranquilidad del lugar, donde poca gente va, y ensimismarnos con las montañas que nos rodean.
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