Un ruta de senderismo en España que está llena de cascadas y es perfecta para hacer en invierno

Paisaje en el Valle de Añisclo

Elena Segura

30 de diciembre de 2024 12:58 h

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Las navidades no tienen por qué ser sinónimo de película y manta. El invierno es una estación en la que es posible mantenerse activo y en contacto con el entorno natural. Algunos paisajes, como el del Valle de Añisclo, destacan como destinos atractivos en esta época del año. Se trata de un lugar donde se pueden hacer rutas de senderismo junto a hileras de cascadas. El rico ecosistema de este entorno ha hecho que fuera incluido en el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido (Aragón) en 1982.

La orografía irregular de esta zona ha dado lugar a bonitos e impactantes paisajes. Angostos desfiladeros, un profundo valle, ríos y cuevas se unen en el entorno del Valle de Añisclo (Huesca).

Monte Perdido, telón de fondo de este paraje, es el macizo calcáreo más grande de Europa. En él se encuentran las conocidas como Tres Sorores: Monte Perdido, el Cilindro de Marboré y el Soum de Ramond, tres picos que alcanzan los 3.000 metros de altura.

Si buscas hacer esta ruta en invierno, recuerda siempre consultar a las oficinas de turismo locales sobre el estado de los caminos y su idoneidad para el paseo. Una vez que estés en el terreno, es preferible que no sigas senderos que sean inestables o resbaladizos. En los alrededores de esta ruta hay cotos de caza privados, por lo que atiende a las guías e indicaciones de la zona y evita adentrarte en zonas de riesgo.

Ruta por el Valle de Añisclo

Esta ruta está considerada de baja dificultad, puesto que tiene poco desnivel (no supera los 400 metros). Ten en cuenta que es una distancia de unos 13 kilómetros, que recorrerás en un tiempo estimado de cuatro horas, por lo que recuerda ir bien equipado. Lleva ropa de abrigo adecuada al entorno y a las temperaturas locales, y asegúrate que llevas un calzado apto para senderismo. No olvides ir con agua y comida por si se alarga la ruta.

El punto de partida de esta ruta es el municipio de Escalona. Desde este pueblo debes tomar un desvío en dirección Cañón de Añisclo. Por esta carretera llegarás hasta el aparcamiento de San Úrbez, donde podrás aparcar si has llegado hasta aquí en coche. Desde ahí verás un puente del mismo nombre, que será el punto de partida del sendero. Se trata de una construcción estrecha de mampostería, por lo que cruza con cuidado. Desde allí, podrás ver la entrada al cañón desde arriba y el río Bellos en el fondo del valle de Añisclo. A partir de ahí la ruta está bien señalada, por lo que deberías seguirla sin problema siguiendo las indicaciones.

Unos metros más adelante, llegarás hasta la ermita de San Urbez. Se trata de un peculiar edificio religioso excavado en el interior de la piedra. Cuenta la leyenda de la zona que en este emplazamiento vivió un santo en el siglo VIII, cuidando del cauce del río. No se puede acceder a la ermita, pero dispone de carteles explicativos, entre ellos la imitación de un pequeño retablo que cuenta la historia local.

Desde allí puedes tomar un sendero a la izquierda que te llevará a la ruta más corta de este itinerario. En este tramo deberías ver tu primera cascada, cargada de agua en esta época del año. Al fondo, las aguas son cristalinas, de color verdoso.

Cruza un puente de madera y sigue recto por la intersección, en dirección al Collado de Añisclo. A continuación deberás cruzar un puente metálico, mucho más estrecho de los anteriores y delimitado solo con cadenas, por lo que cruza con mucha precaución. El camino se irá reduciendo, y podrás ver y oír la segunda y tercera cascada.

Verás señalizado a Cumaz y su salto, y siguiendo ese recorrido llegarás a un bosque de hayedos centenarios. Antes de dar la vuelta, toma el desvío hasta el Puente del río Bellos, donde más adelante te espera un mirador. Desde ahí podrás ver el Monte Perdido en el horizonte.

Qué ver en Escalona

Si nunca has visitado Escalona, el punto de partida de esta ruta, te recomendamos que aproveches el día de senderismo para hacerlo. Se trata de un enclave con marcado pasado medieval. Escalona es hogar de muchos manuscritos y documentación de la época. Se preservan privilegios redactados por Alfonso XI, pero también documentos propios de la vida cotidiana de la época, como actas municipales. Este pedazo de historia está en proceso de digitalización y puedes ver algunos de estos documentos en la Casa del Concejo.

La Casa del Concejo también es hogar de una rencilla entre nobles que ha traspasado generaciones. En el capitel de la columna central del edificio se observa el escudo de don Álvaro de Luna, que mandó a construir la Casa del Concejo. Su sucesor, Juan Pacheco, I Marqués de Villena, ordenó quitar la luna que había esculpida en los escudos para borrar el recuerdo de su antecesor. Sus esfuerzos fueron infructuosos, ya que en algunas horas del día aún se puede adivinar la luna en estos escudos.

Es posible que los lectores del Lazarillo de Tormes reconozcan este lugar, ya que es escenario de la parte final del primer libro. En la Plaza del Infante se pueden revivir los últimos paso del protagonista de esta novela de picaresca. No es el único pasado literario de la localidad, puesto que Escalona está íntimamente ligada con la literatura. Existe un recorrido gratuito promovido por el consistorio local, donde se puede visitar el pueblo entre versos y obras marcadas por la localidad.

No abandones Escalona sin visitar el exterior de su castillo fortificado, que forma parte del itinerario del Camino de Santiago. Desde la orilla del río podrás ver cómo los torreones aparecen y desaparecen.

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