La Ruta del Vino de Zamora, un viaje para disfrutar con los cinco sentidos
Una escapada por la Tierra del Vino para descubrir su patrimonio, su gastronomía, su cultura y su tradición con el vino siempre como hilo conductor
El vino es un potente motor turístico. El enoturismo tiene cada vez más adeptos y en torno a él se ha creado prácticamente de todo. Pero cuando queremos combinar bodegas con cultura, gastronomía, turismo rural, ocio, patrimonio y tradición, entonces las Rutas del Vino son las que toman la voz cantante. Ya hay 34 Rutas del Vino registradas en España y en Castilla y León, donde hay nueve, la Ruta del Vino de Zamora empieza a ofrecer todo su potencial desde que comenzó su andadura en septiembre de 2021.
Una Ruta del Vino es mucho más que vino. En Zamora ya hay tres, la de Arribes, la de Toro y ahora también la de Zamora, que corresponden a las tres Denominaciones de Origen que encontramos aquí, la DO Arribes, la DO Toro y la DO Tierra del Vino de Zamora. Pero es importante que no confundamos una cosa con otra, pues mientras que una DO respalda y define los vinos de una determinada zona, una Ruta del Vino es una asociación de ánimo turístico que busca promocionar y dar a conocer la gastronomía, la cultura, el patrimonio y la riqueza productiva de una región en concreto. Siempre, cómo no, con el vino como hilo conductor.
Zamora, Tierra del Vino
En torno a las provincias de Zamora y Salamanca el vino ha dado nombre tradicionalmente al territorio, y no por casualidad encontramos municipios que lo llevan por apellido: Corrales del Vino, Morales del Vino, Gema del Vino, Moraleja del Vino o El Cubo de la Tierra del Vino. Aquí el cultivo de la vid fue hasta bien entrado el siglo XX el principal sustento de la economía rural, y eso aún lo podemos ver en sus viñedos de cepas centenarias. Y hoy, la región conocida como Tierra del Vino se extiende a lo largo y ancho de una superficie de casi 1.800 km2 repartidos por un total de 57 municipios: 47 de Zamora y 10 de Salamanca.
Tierra del Vino es, de hecho, la Denominación de Origen que defiende y protege los caldos que aquí se elaboran. Vinos que tienen como uvas principales el Tempranillo, entre las tintas, y la Malvasía, la Moscatel de grano menudo y el Verdejo, entre las blancas. Aunque entre las complementarias también se recojan otras tintas como Garnacha y Cabernet-Sauvignon u otras blancas como Albillo, Palomino y Godello. Con ellas se llevan a cabo con mimo unos cuantos vinos, no muchos, en pequeñas bodegas tradicionales en las que la calidad siempre prima ante la cantidad. Pequeños productores que ahora, y gracias a la Ruta del Vino de Zamora, abren sus puertas a los visitantes para que todos podamos conocer, aprender y catar junto a ellos entre viñas y barricas.
Una ruta de cercanía hecha a tu medida
Como su propio nombre indica, evidentemente la Ruta del Vino es vino, pero también es gastronomía, turismo rural, patrimonio cultural, tradiciones y naturaleza. A través de ella bodegas y otras empresas locales asociadas se ayudan mutuamente para dar a conocer los productos de su tierra, de manera que el visitante en un mismo viaje pueda añadir diferentes ingredientes para conseguir un coctel final con un poco de todo. Pequeños productores, alojamientos, actividades de ocio y restaurantes escogidos no faltan tampoco en este plan para que a tu inmersión zamorana no le falte de nada.
“En Zamora, cuando oímos hablar del auge de los productos de cercanía y ‘Km 0’ nos hace gracia, porque aquí siempre ha sido así”, comenta Eva Gamazo, gerente de la Ruta del Vino de Zamora. Y es cierto, en Zamora te puedes sentar a disfrutar de auténticos manjares gastronómicos y los productos posiblemente hayan recorrido menos kilómetros que tú hasta llegar a esa mesa. El queso puede que sea del pueblo de al lado, los garbanzos de un poco más allá, el chorizo de algún conocido del cocinero, el cordero de la familia del dueño, la verdura de una huerta cercana, los dulces de un obrador tradicional y el vino, cómo no, de la Tierra del Vino de Zamora. Por lo que la calidad y la frescura de todo lo que te lleves a la boca está garantizada.
Para que puedas conocer muchos de sus productos por ti mismo, la Ruta del Vino de Zamora propone y dispone, y tú eliges qué es lo que quieres visitar y experimentar. Es decir, no hablamos de una ruta hecha, sino de una ruta que se hace a tu medida. El plan lo puedes configurar como tú quieras y para ello no tienes más que echar un ojo a todas las propuestas que recoge la Ruta del Vino. Con lo que decidas, la organización creará un itinerario personalizado ajustado al tiempo del que dispongas y a lo que quieras hacer y visitar. ¿Que quieres conocer alguna bodega? Perfecto, tienes donde elegir. ¿Que quieres aprender a hacer chocolate? Sin problema. ¿Que quieres descansar en un alojamiento rural? Estupendo. ¿Que quieres ver cómo se hacen quesos de prestigio internacional? No tienes más que pedirlo. ¿Y si quieres hacer una cata con maridaje en medio de un viñedo centenario? Pues también has llegado al lugar indicado.
La Ruta del Vino escuchará tus peticiones, organizará el viaje perfecto para ti, coordinará todo entre las empresas colaboradoras y te dará un presupuesto ajustado para que puedas ponerte en sus manos. Con todo hecho, tú solo tienes que acordarte de disfrutar de cada experiencia con los cinco sentidos.
Un plan de vinos, sí. Pero no solo de vinos.
La Ruta del Vino de Zamora incluye vinos, obviamente, pero también muchas otras cosas. Encontrarás bodegas, restaurantes, tiendas, hoteles y alojamientos rurales, actividades de ocio, visitas guiadas e incluso turismo agroindustrial en el que conocer pequeñas queserías, obradores o chocolaterías. Todo combinado y configurado a tu manera da lugar a tu propia Ruta del Vino de Zamora. Lo difícil, como seguramente tendrás los días contados, será elegir con qué te quedas.
En total son seis las bodegas que forman parte de la Ruta del Vino de Zamora y todas elaboran vinos recogidos por la DO Tierra del Vino de Zamora. Dominio de Sexmil, Castillo de Buen Amor, El Soto, Jarreño, Viñas del Cenote y Viña Ver son sus protagonistas y todas están abiertas a recibir tu visita. Podrás conocer sus viñas y sus bodegas, en las que aprenderás sobre su proceso de elaboración y te explicarán todos los detalles que desees conocer sobre cada uno de sus vinos. Y por supuesto podrás catarlos, porque una visita a una bodega sin cata, ni es visita, ni es bodega.
Por ejemplo, mientras que Bodegas El Soto te puede organizar una cata entre viñas a los pies de las impactantes ruinas del Monasterio de Nuestra Señora del Soto, en Villanueva de Campeán, en Dominio de Sexmil podrás conocer cepas de 150 años de antigüedad, que más que plantas parecen pequeños árboles. Después, podrás conocer su bodega, ver sus barricas y catar vinos como su Brochero, su Dominio de Sexmil, el Dominio de Sexmil edición Summa o incluso el 150. Y si además quieres aprender de vinos en un marco incomparable, entonces no deberías pasar por algo el Castillo de Buen Amor, en Topas (Salamanca). Una espectacular fortaleza del siglo XI, reconvertida en palacio en el siglo XV y que hoy en día es Posada Real, por lo que además puede ser uno de tus alojamientos durante la Ruta del Vino de Zamora. En total son nueve los alojamientos asociados a la ruta, pero si quieres que tu estancia esté estrechamente ligada a la gastronomía del lugar y a los vinos en particular, entonces tampoco deberías pasar por alto el centro de turismo rural La Becera, en Peñausende, donde cualquier conversación que tengas con Vicente Rodrigo, su atento y apasionado dueño, ya habrá merecido la pena el viaje.
Para poner los vinos que has conocido hasta ahora sobre la mesa y disfrutarlos como se merece, la Ruta del Vino de Zamora también recoge un total de diez restaurantes en los que disfrutar de la gastronomía local, entre los que se incluye el del Castillo de Buen Amor y La Becera. Para vivir una experiencia auténtica, nada como bajar al subsuelo y adentrarse en unas viejas bodegas subterráneas para degustar los platos del restaurante Bodega Valcabadino, especializado en asados al horno como el lechazo, el cochinillo o los pescados de pincho, y en donde sería un delito no dejar un hueco para su arroz con leche de postre. Otro día resérvalo para comer en el Hotel Casa Aurelia, preferiblemente en su agradabilísima terraza, y así probar algunos de los platos típicos que le han dado fama a la octogenaria Aurelia, como los garbanzos de Fuentesauco con setas o la caldereta de cordero.
Para ir un paso más allá y hacer alguna actividad interesante mientras duermes, comes y bebes, la Ruta del Vino de Zamora te propone cinco opciones de turismo agroindustrial: tres queserías, un obrador tradicional y un artesano del chocolate. Para dejarte embriagar por el olor de sus cámaras frigoríficas, una visita a la quesería artesana Laurus, en Torres del Carrizal, te llevará por todo el proceso del queso a través de sus instalaciones, donde podrás ver y probar algunas de sus obras elaboradas con leche de oveja. “Además de queso tradicional en sus tres maduraciones nos hemos aventurado a elaborar pastas semiblandas y untables, que gustan mucho entre los más jóvenes”, comenta Óscar Gómez, dueño de Laurus. “Y para completar la visita incluimos una degustación acompañada por vino en nuestra cava, donde maduran los mejores quesos, mientras se visualiza un vídeo explicativo de todo el proceso de elaboración”, añade.
Si queremos sumar un toque dulce a nuestra Ruta del Vino particular, entonces no podemos dejar de incluir una parada en la chocolatería Refart. En ella José Luis Refart lleva seis años elaborando finos y delicados chocolates con materias primas traídas de Ecuador, Costa de Marfil y Ghana, y te enseñará a manejar el chocolate durante todo el proceso, desde que se derrite en un primer paso hasta que sale convertido en tabletas o bombones. “Ofrecemos una gran variedad de tabletas de chocolate, los tradicionales blanco, con leche y negro, así como múltiples combinaciones con café, canela, menta, miel, queso o regaliz”, explica José Luis, “pero además elaboramos también bombones con diversos rellenos, como avellana, almendra, café, caramelo y barquillo, o incluso licor y bombones con miel 100% zamorana”.
Cómo no, la Ruta del Vino de Zamora también da la posibilidad de visitar la propia ciudad de Zamora acompañados por un guía oficial para así conocer al detalle “la bien cercada” que se levanta a orillas del Duero. En ella se conservan 23 iglesias románicas de las más de 40 que llegó a tener, y de este legado heredado de finales del siglo XII y principios del XIII podremos saltar al modernismo del siglo XX sin ni siquiera cambiar de calle.