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Salamanca, la 'Oxford española', es la ciudad más bonita de España para 'National Geographic'

Elena Segura

22 de julio de 2024 14:56 h

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Es imprescindible encontrar la escultura de una rana, que es en realidad un sapo, entre las figuras que ornamentan la fachada plateresca de la Universidad de Salamanca para obtener éxito en los exámenes. Esta es una de las tradiciones universitarias de la ciudad monumental, histórica y erudita de Salamanca, elegida por National Geographic como la más bonita de España. En 1988 fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Con una gran riqueza arquitectónica, la ciudad también es conocida como la Atenas leonesa o Roma la chica. Junto con Bolonia, Oxford y París, tiene una de las universidades más antiguas de Europa, fundada en 1218 por Alfonso IX de León. En sus comienzos siguió el modelo de Bolonia, que daba preferencia a los estudios jurídicos frente a la teología, la filosofía y las artes, predominantes en las universidades de París u Oxford.

En sus aulas dieron clase intelectuales como Francisco de Vitoria, Fray Luis de León o Miguel de Unamuno. En De Vitoria encontramos los orígenes del derecho internacional moderno. El jurista defendió que los indios tenían los mismos derechos que los europeos y eran dueños de sus tierras y bienes.

Destacan en su interior los relieves de la escalera del claustro o la Biblioteca, fundada en 1254 por Alfonso X el Sabio, que atesora numerosos manuscritos e incunables.

Frente a la fachada de la Universidad se encuentra el patio de Escuelas Mayores, compuesto por el citado edificio gótico, el Hospital de Estudiantes, el edificio de las Escuelas Menores y la fachada de la Universidad. A través del Patio de Escuelas Menores se accede al 'Cielo de Salamanca' , un espectacular fresco pintado en 1485 por Fernando Gallego en la Biblioteca que representa un programa astrológico relacionado con la enseñanza de astronomía y astrología en la Universidad.

“Venceréis, pero no convenceréis”

En el edificio de las Escuelas Mayores se encuentra el Paraninfo. Este espacio, presidido por una desteñida tela roja, estandarte y regalo del Príncipe Juan, heredero de las coronas de Aragón y Castilla y Señor de Salamanca, también fue el escenario donde el filósofo Miguel de Unamuno, quien fuera rector de la Universidad, pronunció la famosa frase “Venceréis, pero no convenceréis” en su discurso del 12 de octubre de 1936.

Esas palabras iban dirigidas a José Millán-Astray, general del bando sublevado en la Guerra Civil y fundador de la Legión, que le increpó con los gritos de “¡Muera la inteligencia!” y “¡Viva la muerte!”. Esta alocución le costó a Unamuno el cargo y, finalmente, le condujo a la muerte. Si queremos empaparnos de este terrible hecho, también podemos visitar la Casa del Rector de la Universidad, convertida en la Casa Museo Unamuno, aunque este gran exponente de la Generación del 98 murió en su domicilio particular, en la calle Bordadores de la misma ciudad.

Como ciudad universitaria histórica, en Salamanca perviven numerosos colegios mayores y edificios históricos relacionados con la enseñanza. Destaca la Universidad Pontificia que incluye en su recinto la magnífica iglesia de la Clerecía, a cuya torre es recomendable subir para tener unas magníficas vistas de la ciudad.

Otra de las tradiciones universitarias que ha fascinado al diario británico The Teleprah, que ha colocado recientemente a Salamanca como la primera de las 12 ciudades españolas “más subestimadas” y que cuenta con un gran valor cultural, es el Año Nuevo Universitario, que reúne a miles de universitarios a mediados de diciembre en la Plaza Mayor.

Una Plaza Mayor con sello de los Churriguera

Su Plaza Mayor es considerada una de las más hermosas de Europa. El proyecto se encargó en 1720 al arquitecto Alberto de Churriguera, al que siguió su sobrino Manuel de Lara Churriguera y fue finalizado por Andrés García de Quiñones en 1755. Forma un cuadrilátero irregular con soportales, de tres pisos en cada fachada, presidido por el Ayuntamiento.

Es el centro de la vida social de la ciudad y el lugar de encuentros de sus habitantes. En ella puedes tomarte un café en el icónico Novelty, la cafetería más antiguo de Salamanca donde se reunían en las tertulias personajes como Unamuno, Ortega y Gasset y Torrente Ballester, de quien figura una escultura sentada en una de las mesas del local.

Arquitectónicamente, Salamanca cuenta con muchas más joyas como son las Catedrales, el Puente Romano, la Casa de las Conchas y el Huerto de Calixto y Melibea, entre otras.

La Catedral Vieja y la Nueva

Salamanca es una de las pocas capitales que cuenta con dos catedrales. Una de ellas es la Catedral de Santa María más conocida como Catedral Vieja, dedicada a Santa María de la Sede. Se empezó a construir en el siglo XII y en ella se aprecian los estilos románico y gótico. La Catedral Nueva, adosada a la Vieja, se comenzó a construir en 1513, inaugurándose en 1733. En la promoción inicial intervinieron los Reyes Católicos, a petición del Cabildo Catedral, quien, con los obispos sucesivos, actuó siempre como principal promotor.

Cruza el río Tormes el puente Romano que, construido en tiempos de Trajano, fue el acceso natural a la ciudad hasta el siglo XIX. Forma parte de la Vía de la Plata, que unía Mérida con Astorga. Aunque su origen es romano, del siglo I d.C., tan solo son de esta época los quince arcos más cercanos a la ciudad, sufriendo los otros once varias reconstrucciones como consecuencia de las crecidas del Tormes. Desde allí se contemplan las múltiples torres y cúpulas de estilos diversos que se vuelven dorados al atardecer.

Una fachada de conchas y el jardín del amor de 'La Celestina'

La Casa de la Conchas, un palacio señorial de finales del siglo XV convertido en biblioteca pública, es todo un símbolo de Salamanca. Su fachada, con más de 300 conchas incrustadas con una disposición especial en rombo, sigue la tradición mudéjar que se funde con los restos góticos e italianos. Su fundador fue el Doctor Rodríguez Arias y su motivo ornamental era el símbolo de la Orden de Santiago, de la que era canciller.

El Huerto de Calixto y Melibea es un jardín de 2.500 metros cuadrados situado sobre la muralla y desde el que se pueden ver unas hermosas vistas de las Catedrales y de la ribera del río Tormes. En él se inspiró Fernando de Rojas para la escena en la que se enamoran Calixto y Melibea, los amantes de 'La Celestina'. En la actualidad es un parque con carácter romántico por la historia de amor de los personajes enamorados de la obra publicada en 1502.

En la entrada hay una estatua que representa a la alcahueta más famosa de la literatura española con una inscripción que dice: “Soy una vieja cual Dios me hizo, no peor que todas. Si bien o mal vivo, Dios es el testigo de mi corazón.”