La Siberia extremeña, donde naturaleza y patrimonio van de la mano

Un terreno de 155.000 hectáreas plagado de rincones aún por explorar.

Roberto Ruiz

Allí donde Extremadura despliega todo su poderío natural y donde los pueblos conservan y celebran tradiciones ancestrales, la UNESCO puso en el mapa en 2019 la primera Reserva de la Biosfera de la provincia de Badajoz. Uno de esos lugares donde los paisajes te atrapan y donde la cultura hunde sus raíces en tiempos que nos llevan atrás. Muy atrás.

Conocida solo por unos pocos, La Siberia extremeña engloba un total de 11 municipios que salpican un terreno de 155.000 hectáreas plagado de rincones aún por explorar, donde cuatro embalses crean una inmensa costa de agua dulce que la disfrutan 209 especies animales, y cuya extraordinaria biodiversidad atesora corredores ecológicos con una amplia variedad de ecosistemas. 

Si a esto le añadimos un rico patrimonio cultural en el que siguen vivas decenas de tradiciones centenarias, en las que el folklore, la gastronomía y los modos de vida han marcado el saber vivir de su gente generación tras generación, tenemos entonces la combinación perfecta para disfrutar de unos días de desconexión en lo más profundo del corazón de Extremadura.

Una Reserva de la Biosfera para todos los gustos

De todo el espacio que ocupa esta Reserva de la Biosfera de La Siberia, 37.000 hectáreas corresponden a monte público donde sierras, llanos, valles y campiñas son los elementos más destacados del paisaje natural. Los embalses de Cíjara, García Sola, Orellana y La Serena son grandes protagonistas con sus enormes masas de agua, donde además se practican diversos deportes de agua.

Para encontrarnos con el entorno, La Siberia ofrece 34 rutas senderistas, 16 senderos BTT, dos observatorios desde donde presenciar la berrea y un total de 16 miradores. Para estirar las piernas, nada como optar por la exuberante vegetación de la senda garganta de los Acebos o la raña de los Lobos si preferimos zonas de monte bajo y abierto.

Los amantes de la ornitología tienen también un gran aliciente aquí, pues entre sus aves se encuentran grullas, cigüeñas negras, águilas imperiales, avutardas y sisones, e incluso cuenta con su propia app ‘Orniguía La Siberia’. Si lo tuyo son las estrellas, has de saber que la escasa contaminación lumínica y las buenas condiciones meteorológicas favorecen las observaciones astronómicas en La Siberia.

Si miramos con atención a nuestro alrededor, encontraremos las huellas que el ser humano ha ido dejando a su paso a lo largo de miles de años. Los restos más antiguos los encontramos en el dolmen y el castro de Valdecaballeros, así como en las pinturas rupestres de Risco, Peloche o Fuenlabrada de los Montes. Más adelante, llegó la ciudad romana de Lacimurga, y después los dos castillos que vigilan La Siberia: el de Herra del Duque y el de Puebla de Alcocer. Uno de los enclaves más llamativos y buscados es el puente de la Mesta, situado en Villarta de los Montes, una construcción medieval de 225 metros de largo que solo es posible ver cuando bajan las aguas del embalse de Cíjara. 

Y como la gastronomía también es cultura, en La Siberia no debemos pasar por alto platos como el escarapuche de peloche, a modo de ensalada con carne asada o pescado, así como la caldereta de cordero, las migas, el estofado de liebre o el tasajo, elaborado con carne de caza. Además, no debemos olvidar que aquí la apicultura sigue un modelo único de producción sostenible, con colmenas trashumantes uniendo poblaciones y favoreciendo el mantenimiento de los ecosistemas.

La tradición hecha fiesta

La Siberia puede presumir de numerosas fiestas tradicionales, muchas de ellas declaradas Bien de Interés Cultural. Y ahí es donde encontramos una buena cantidad de celebraciones que se han mantenido intactas desde tiempos inmemoriales. Fiestas populares, ceremonias ancestrales, ritos paganos y religiosos... En definitiva, historias y tradiciones que lo llenan todo de sabores y colores. 

- De fuego y danzaores

Para cuando llega La Candelaria el 2 de febrero, los jóvenes del municipio de Risco llevan ya un mes amontonando madera para que cuando caiga la noche el fuego de una gran hoguera se lleve los pecados de locales y turistas. Sus brasas son perfectas además para calentar unos embutidos que se acompañan con vino de pitarra.

Al día siguiente, San Blas, le llega el turno a los danzaores de Garbayuela. Su baile y el sonido de sus palos al chocar marcan el ritmo de una ceremonia declarada Bien de Interés Cultural, dando forma a esta colorida muestra de patrimonio inmaterial. Hasta cuarenta danzaores se unen para llevar a cabo una pieza de gran simbolismo que esconde una historia de lucha ahora llena de orgullo y belleza. 

- Carnaval en Villarta de los montes

El martes de Carnaval, el bien y el mal se ven las caras en la Fiesta de las Alabardas, en Villarta de los montes. La celebración toma su nombre de las lanzas que portaban los soldados de Flandes en el siglo XV para combatir a los árabes, y entre flores y bordados ‘los ciegos’ sacan a bailar a las damas en una tradición muy diferente al carnaval al que estamos acostumbrados.

- El Arco de los Quintos de Valdecaballeros

De cuando los mozos del pueblo eran llamados a filas, en Valdecaballeros se mantiene esta tradición en la que los quintos celebraban su paso de la infancia a la adultez. El Sábado Santo, a primera hora, los jóvenes comienzan a talar pinos para construir el conocido como ‘Arco de los Quintos’ y así ganarse el reconocimiento de los mayores. Flores, hortalizas y banderas bordadas engalanan el arco una vez terminado, en espera de ser atravesado por la Virgen Dolorosa, protectora de los quintos. Al día siguiente, tras la Procesión del Encuentro, los mozos venden casa por casa las flores y las hortalizas para celebrar una comida con el dinero recaudado.

De manera que ya sea por el esplendor de su encanto natural, su atractivo ecoturístico, su valor ornitológico, la belleza de su cielo nocturno, su gastronomía o por la riqueza y tradición de sus pueblos, La Siberia recibe a cada vez más y más visitantes que viajan a esta zona de Badajoz en busca de lo auténtico.

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