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Llevar a cabo un gran viaje, uno de esos que te tiene dando vueltas por el mundo durante meses o incluso años, siempre es una aventura. Estás a disposición de cualquier imprevisto, sabes que todo puede cambiar de un día para otro, pero desde luego lo que a nadie se le habría pasado por la cabeza es que una pandemia de un virus desconocido podría modificar radicalmente tus planes, a veces a miles de kilómetros de casa.
La propagación del Coronavirus durante los primeros meses de 2020 pilló al mundo por sorpresa, pero quienes se encontraban en un lugar remoto, en constante movimiento, lo vivieron de una forma especialmente complicada. Estefanía, Jaime, Juan, Tamara, Roberto y Jan son grandes viajeros que se vieron sorprendidos por la COVID, y estas fueron sus aventuras y desventuras para viajar con la pandemia y volver a casa como pudieron.
Estefi y Jaime lo dejaron todo para emprender un gran viaje en furgoneta que les llevase a India con sus tres perros, donde pensaban hacer un voluntariado. Pero la COVID les hizo cambiar los planes. Habían atravesado Francia, Suiza, Liechtenstein y Austria rápidamente, y se detuvieron un poco más en Eslovenia, Croacia, Bosnia y Montenegro, y más aún en Grecia y Turquía. Llegaron a Irán y cuando experimentaban la hospitalidad de su gente les sorprendió la llegada de la COVID, y todo se truncó.
“En el momento que cerraron las fronteras ya supimos que no podríamos seguir a Pakistán y llegar a India, y nos vimos encerrados en un país en el que no nos queríamos entretener mucho porque los perros no son muy bien vistos, y nosotros viajábamos con tres. Así que aprovechamos que Irán tiene muchas zonas despobladas de bosque, desierto y playas para ir haciendo cuarentenas. Nos juntamos con otros viajeros e íbamos comprando lo necesario para pasar periodos de 15 días alejados de la población. Así estuvimos varios meses y en octubre de 2020, cuando ya llevábamos allí nueve meses, a través de la embajada de Turquía conseguimos que nos abrieran la frontera para salir de Irán e ir avanzando de camino a España. Pero aún tardamos un año más en llegar a casa”, recuerda Estefi. “De hecho fuimos conscientes de la magnitud de la pandemia cuando llegamos a Europa, porque en Irán, más allá de nuestros tres meses de cuarentena, no vimos grandes restricciones y nos unimos, como los demás, a hacer vida normal”. Puedes seguir a Estefi y Jaime en su Instagram.
El viaje de Juan comenzó en verano de 2018, vivía con la ilusión de algún día hacer un gran viaje, y se compró una moto de segunda mano, que al principio apenas sabía usar, con la idea de llegar a India. Pero el viaje fue mucho más allá. Recorrió la costa del Adriático, pasó por el Kurdistán y compartió rutas por Pakistán. Atravesó India, cruzó Myanmar y pasó por Tailandia, Camboya y Malasia. Mandó la moto en barco a Sudáfrica y puso rumbo norte para llegar a Sudán, país en el que empezó a oír hablar sobre algo llamado COVID.
“En mi mente ya estaba de camino a casa, aunque no sabía cuánto me llevaría. Los problemas empezaron cuando se empezaba a hablar de la COVID y yo estaba a las puertas de Egipto, donde no me apetecía quedarme encerrado si es que cerraban el país conmigo dentro”, cuenta Juan. “Vi que Arabia Saudí justo había abierto sus fronteras y decidí ir para allá. Empezaba a ver que ese nuevo virus comenzaba a extenderse por Europa y que los países imponían cada vez más restricciones. Pasé a Jordania y de allí a Israel, con los trámites burocráticos típicos pero sin medidas que fueran más allá de tomarme la temperatura. Nada más entrar cerraron el país, pero para poder volver a casa pude viajar hasta Atenas. Salir de Grecia fue realmente difícil, probé todas las opciones y todo estaba cerrado. Pero un día, cuando menos lo esperaba, me enteré de que en un barco que viajaba a Galicia a por pescado me hacían el favor de enviar la moto. Yo no sabía si aquello era de fiar o no, pero era la única opción que tenía. Así que me las apañé para hacer una caja de madera en la que meter la moto, enviarla, y yo, tras cuatro difíciles escalas en avión, llegué a casa”. Puedes seguir a Juan en su Instagram.
Tamara se acogió voluntariamente a un ERE de la empresa en la que llevaba 12 años para cumplir uno de sus sueños: dar la vuelta al mundo. Comenzó en Sudáfrica y de allí fue a Madagascar, a lo que siguió Israel, India, Nepal y China. Continuó por Bali y de allí voló a Australia y Nueva Zelanda, desde donde cruzó para llegar a México. Continuó por Costa Rica, Panamá y Ecuador, y fue ahí cuando le sorprendió la pandemia que le hizo interrumpir su viaje.
Pero, tal y como recuerda Tamara, no le fue fácil volver a casa. “Cuando llegó la pandemia a mí me pilló en Ecuador, en la zona del Amazonas, concretamente en Puerto Misahuallí. Allí estaba haciendo una convivencia con indígenas y me invitaron a una ruta por la selva para conocer una zona virgen, y cuando volvimos tres días después nos encontramos que todo estaba en confinamiento. Todos los hostales estaban cerrados, crecía la desconfianza y más si eras extranjero, y la familia con la que hacía la convivencia me invitó a quedarme en su casa como una más. Y como al principio vi que las cosas se ponían muy mal en España, de primeras pensé que allí iba a estar mejor y no hice por irme. Pero pasados unos días decidí contactar con el consulado y ver qué opciones había para volar a España, y me ofrecieron un vuelo de repatriación que salía desde Quito. Pero llegar a tiempo fue toda una aventura. Primero tuve que salir de la aldea en la que estaba en canoa hasta llegar a Puerto Misahuallí, después un coche de policía, no sin problemas, me llevó hasta la ciudad de Tena, y allí conseguí que un camión de arroz que iba de vacío a Quito me llevase hasta la capital. Donde tras dos días de espera conseguí una plaza en ese vuelo de repatriación”. Puedes seguir a Tamara en su Instagram.
El viaje de Roberto y su perra Cocaí comenzó en marzo de 2019 y su objetivo estaba claro: llegar a China haciendo autostop. Pero tras pasar por Turquía, Georgia, Armenia, Irán y Pakistán la pandemia les sorprendió en India y se vieron forzados a cambiar sus planes. Pero eso sí, les dio tiempo a sumar una nueva viajera peluda al equipo en el desierto de Rajastán: Chai. En total fueron tres años de viaje. El primero de España a India. El segundo fue un año pandémico en India. Y el tercero fue el tiempo necesario para volver a España.
“A mí me tocó pasar la pandemia en India con mis dos perras, y aquello fue una locura. La pandemia en India, sobre todo durante los primeros meses, fue una situación extrema, con la policía pegando palos y poniendo castigos surrealistas. Los extranjeros nos sentíamos especialmente discriminados. Tras los dos o tres primeros meses de confinamiento estricto, en los que al menos yo sí podía salir a la calle porque tenía las dos perras, de un día para otro abrieron la mano y se pasó a hacer vida prácticamente normal, con los templos y los transportes llenos de gente. Eso sí, no se podía viajar entre estados. Nosotros no podíamos salir de Tamil Nadu, que fue uno de los estados más estrictos porque en Chennai, su capital, hubo un gran número de casos de COVID”. En total Roberto y sus perras Cocaí y Chai pasaron un año de pandemia en India, de marzo de 2020 a febrero de 2021, y desde allí vivieron una odisea llena de yincanas para volver a España. Puedes seguir a Roberto en su Instagram.
En la primavera de 2018 Jan decidió poner en marcha un proyecto con el que quería llegar a Australia caminando. Era su gran sueño y sabía que tenía por delante un viaje que le depararía muchos imprevistos. Durante los dos primeros años de ruta atravesó 13 países y acumuló en sus piernas 9.500 km, de manera que a principios de noviembre de 2019 llegó por fin al Cáucaso. Jan caminaba unos 30 km de media cada jornada. Viajaba con un carro en el que cargaba entre 40 y 50 kg, que le permitía ser autosuficiente en términos de alojamiento y comida, y llegó a Georgia. Donde le sorprendió la pandemia.
“Al principio me lo tomé como un alto en el camino, las fronteras se cerraron y yo no podía salir de Georgia a pie, pero no renuncié a mi sueño de llegar a Australia”, dice Jan, que se enamoró de Georgia y pasó todo un año allí esperando a que pasase la pandemia. “Los primeros compases de la pandemia los pasé en Tiflis y el ambiente era surrealista, porque aunque no nos prohibían salir a la calles la ciudad estaba vacía. Desierta. Junto a otros extranjeros cogí un piso y pasamos allí un par de meses, lo que para mí supuso una experiencia social tremenda porque los dos años anteriores había estado viajando en solitario. De manera que, cuando para todo el mundo la pandemia supuso no interactuar, para mí en mi pequeño grupo fue todo lo contrario”. Fue pasando el tiempo y Jan aprovechó para conocer el país a fondo y quedó cautivado de sus montañas, pero como no podía avanzar poco a poco fue viendo cómo su objetivo de llegar a Australia era cada vez más difícil. Esas dificultades, añadidas a las económicas y a un amor ruso que se cruzó en su vida, hicieron que cambiara de planes y pospusiera su viaje a Australia. De momento. Puedes seguir a Jan en su Instragram.
Aunque a ninguno de estos viajeros se les podría haber pasado por la cabeza que una pandemia iba a marcar sus viajes, todos se lanzaron al abismo en busca de un sueño que les llevase a conocer mundo. A vivir experiencias que nunca antes habían tenido, a conocer gente increíble y a vivir al límite lejos de sus rutinas habituales. Y al igual que a ellos les llegó la inspiración viajera a través de otros, ellos propagarán ese mismo espíritu viajero este año en las Jornadas IATI de los Grandes Viajes, que este año se celebran de nuevo tanto en Madrid, los días 22 y 26 de marzo, como en Barcelona, los días 26 y 30 de abril. Un evento que cada año hace de punto de encuentro para los amantes de los viajes y del que, cómo no, en cada edición nacen nuevos grandes viajeros que se animan a cumplir sus sueños.
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