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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Del S-21 al Toul Sleng, el Museo del Genocidio de Camboya

La S-21 fue una prisión improvisada a base de barrotes y alambres de espinos.

Roberto Ruiz

Que Camboya es uno de los destinos más turísticos del sudeste asiático no es ningún secreto, pero la inmensa mayoría de sus visitantes no salen de las ruinas de los templos de Angkor Wat. Allí llegan unos 2,5 millones de turistas al año pero pocos visitan el resto del país, ni siquiera su capital.

Camboya es mucho más. Los templos de Angkor son una de las grandes maravillas del mundo pero este país tiene una historia tan trágica como reciente. Y es allí, visitando sus ciudades y sus museos, como mejor la puedes conocer.

La masacre de los Jemeres Rojos

Los Jemeres Rojos dejaron una cicatriz en la historia de Camboya durante la segunda mitad de los años 70. Y eso, o eres lo suficientemente mayor como para haber vivido en esa época, o puede que no lo descubras hasta que visitas Camboya.

En abril de 1975, lo que comenzó como una guerrilla camboyana tomó el poder al hacerse con la capital del país y fundó la Kampuchea Democrática, un sistema de gobierno autoritario que rápidamente se extendió por todo el Estado. Con Pol Pot al frente, su intención fue la de acabar con la civilización urbana, basarlo todo en la agricultura y destruir el país social y culturalmente para comenzar desde cero. Literalmente, con su “Año cero” incluido.

Para ello se evacuaron las ciudades y el control militar cayó con fuerza sobre la población, persiguiendo, arrestando, torturando y ejecutando a todo aquel que no fuera partidario del nuevo régimen. En resumen, un genocidio que terminó con la cuarta parte de los habitantes y donde perecieron no menos de dos millones de personas entre 1975 y 1979.

La prisión secreta S-21

En Phnom Penh, la capital del país, los Jemeres Rojos establecieron una base secreta de concentración, tortura y ejecución aprovechando el edificio del que hasta entonces había sido un prestigioso instituto. Donde antes había aulas se construyeron celdas, el recinto se cerró con alambres de espinos y las ventanas se cubrieron con barras de hierro. Allí los “enemigos del estado” eran torturados hasta confesar para seguidamente ser enviados a campos de exterminio. Aunque los registros son confusos y escasos dado el secretismo de la S-21, se calcula que hasta allí llegaron más de 13.000 prisioneros.

Fue en 1979 al entrar las tropas vietnamitas en el país y al liberar Phnom Penh cuando la S-21 salió a la luz y con ella sus atrocidades. Sólo encontraron siete personas con vida y el tiempo desveló que cinco niños más sobrevivieron escondidos. Muy poco después, en 1980, la propia prisión pasó a ser el Museo del Genocidio de Camboya.

Toul Sleng: el Museo del Genocidio de Camboya

El museo Toul Sleng está ahí para mantener viva la memoria de las víctimas y recordar los errores del pasado. Está abierto al público en general y cualquiera puede visitarlo. El museo conserva la estructura de la S-21 y recorriendo los pasillos y las salas de sus edificios no cuesta hacerse una idea de lo que fue. Las salas de hacinamiento, las de tortura, las de celdas individuales, barrotes… todos y cada uno de sus rincones hablan de la barbarie de los Jemeres Rojos.

Cientos de fotografías tomadas a los prisioneros a su llegada dejan ver rostros de diferentes edades y orígenes. Los retratos parecen innumerables. Archivos, cadenas, testimonios, aparatos de tortura… la visita a Toul Sleng es dura, pero igualmente necesaria para entender la historia contemporánea del país. Un mapa de Camboya confeccionado con cráneos de prisioneros rematan la sala final junto a un busto semidestruido de Pol Pot.

Visitar el Museo del Genocidio

A estas alturas ya comprenderás la importancia que tiene el museo Toul Sleng para comprender la historia de Camboya. Una vez en Phnom Penh, visitar la que fue la antigua S-21 es prácticamente imprescindible, tan básico o más que el propio Palacio Real.

Puedes recurrir a la propia página web del museo Toul Sleng para ampliar toda la información que necesites, una vez allí los no camboyanos deben pagar una entrada de 5 US$ y 3US$ más si se desea audioguía. El museo está abierto todos los días de 8:00 a 17:00 h. y calcula que puedes pasar allí al menos un par de horas.

Si quieres conocer más sobre la historia de los Jemeres Rojos apunta la siguiente película: “Los gritos del silencio” (The Killing Fields, Roland Joffé, 1984), te servirá de gran ayuda para comprender la Camboya de la segunda mitad de los años 70.

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