La cooperación al desarrollo concreta su nueva estrategia mundial: los siete temas más discutidos
Cuando lo que se ha probado hasta el momento no sirve, es necesario observar la realidad desde un lugar diferente. Eso es lo que los agentes de la Cooperación internacional hacen desde que se iniciaron los debates sobre los nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que tomen el relevo en este 2015 a los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM). Hasta el próximo mes de septiembre, fecha de partida de la nueva agenda mundial de cooperación, los agentes implicados discuten la estrategia de trabajo con un horizonte claro: erradicar la pobreza y crear modelos de vida sostenibles antes de 2030.
Los Objetivos de Desarrollo del Milenio se fijaron en el año 2000 con el fin de alcanzar ocho metas para luchar contra la pobreza hasta 2015: reducir el hambre, la pobreza, la mortalidad infantil, mejorar el acceso a la salud y a la educación, entre otros. En las discusiones que se mantienen en la actualidad, en las que se evalúan los logros y fracasos de la hoja de ruta de los últimos 15 años, la desigualdad y el desarrollo sostenible han cobrado un gran peso en las negociaciones.
“Estos nuevos objetivos atajan lo que falló en los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM): aúnan la acción social, el desarrollo y los problemas del medio ambiente para lograr un desarrollo inclusivo”, afirmó el presidente de la 69 Asamblea General de las Naciones Unidas, Sam Kutesa, durante las Jornadas Europeas de Desarrollo, que han congregado en Bruselas a más de 5.000 personas de 140 países durante esta semana. Los gobiernos, agencias de cooperación, instituciones y organizaciones del sector civil debaten cómo lograr cada una de las 17 metas (los denominados “Objetivos de Desarrollo Sostenible”).
Sobre la mesa está acabar con el hambre, asegurar el acceso a la salud y a una educación de calidad, conseguir la igualdad de género… pero también combatir el cambio climático, trabajos decentes, promover un desarrollo inclusivo y modelos de consumo sostenibles. A continuación, se recogen algunos de los principales temas en discusión para dar forma a la agenda final.
1) Punto final a la pobreza y el hambre
Muchos dicen que 17 objetivos son muchos; otros que ya costó reducirlos a este número. Cuesta priorizar cuando se trata de que la población continúe otros 15 años sin acceder los derechos que les pertenecen, pero si hay algo que está claro es que no puede haber justicia social sin alimentación.
Si en los ODM la meta estaba en reducir a la mitad la pobreza extrema, de personas que viven con menos de 1,25 dólares al día, ahora la misión es expulsarla del mapa, acabar con ella. Poner fin al hambre, como uno de los reflejos de la pobreza más dura, es otro de los nuevos ODS. Según el último informe al respecto de la ONU, en la actualidad cerca de 795 millones de personas pasan hambre en el mundo.
La Unión Europea anunció durante las Jornadas Europeas de Desarrollo un proyecto de 23 millones de euros para crear una plataforma que monitorice los datos de desnutrición infantil en 17 países y que asegure que en 2025 el número de menores con malnutrición crónica se reducirán a 7 millones; una cantidad que se suma a los 1.300 millones de euros que la UE ha comprometido estos días para otro programa con África y el Océano Índico destinado a promover la paz y la seguridad, el comercio y la gestión sostenible de los recursos naturales. El hambre, como apunta el último estudio de la ONU, puede ayudar a desatar conflictos y, al mismo tiempo, la permanencia de estos genera un círculo vicioso que evita su erradicación.
2) Qué poder de decisión ostentan los países empobrecidos
En la configuración de la nueva agenda se habla también de un cambio de paradigma, que implica activamente a todos los países para lograr una verdadera transformación global, porque la pobreza no está sólo en el Sur. “No se puede dividir el mundo entre donantes y receptores de ayuda. Tenemos problemas similares y los mismos derechos”, sentencia la activista Tanvi Girotra, que lidera la Fundación Becoming I para empoderar a jóvenes de comunidades marginales de la India.
Lo que se ha reclamado en el foro europeo es, precisamente, que los países desarrollados “exporten” menos ideas y den a los demás países, los de renta media y los empobrecidos, un papel activo en la definición de las políticas de desarrollo. Algunos se incorporarán a la lista de donantes y los receptores también piden la palabra en cuestiones que involucran a todos los estados.
3) La coherencia de políticas de los países participantes
La transversalidad de las políticas es otra de las cuestiones que se discuten con vistas a septiembre. Un engranaje de políticas, internas y externas, que contribuyan al desarrollo sostenible que los países apoyan en la teoría en este tipo de objetivos, pero que luego entran en contradicción con las realidades de algunos estados.
Las políticas migratorias de la UE, son un ejemplo de ello, según Concord, que va en detrimento del principio de solidaridad con las zonas más empobrecidas. Cuando su población llega a sus costas, la voluntad de acoger a las personas que están en peligro se difumina. Para el joven camerunés Birwe Habmo, que lidera la campaña por los derechos de los migrantes Mitrajectoires “la solución a los problemas de la migración de África hacia Europa pasa, en parte, porque Europa organice a la diáspora, que les de una estructura para sean ellos mismos quienes expliquen a los africanos que lo que hay detrás de la fortaleza no es un paraíso”.
El incremento de la desigualdad en el mundo, también en los llamados 'países ricos', como España, es otra perspectiva desde la que muchos cuestionan la coherencia de las políticasde y los compromisos para la nueva agenda post2015.
4) El desarrollo pasa por el cuidado mediambiental
La crisis alimentaria también tiene sus raíces en el cambio climático, un nuevo punto que por primera vez se incluirá en la agenda del desarrollo, así como el abastecimiento de energía, con una creciente demanda de biocombustibles que obliga a países en desarrollo a destinar grandes superficies de cultivo para su exportación. No se pretende alcanzar el crecimiento y la reducción de la desigualdad a toda costa; debe seguir un esquema de respeto a los recursos naturales y, ahí, las tareas pendientes afectan a todos los estados.
“La política europea en materia de energía está en contradicción con la de desarrollo. La UE tiene la obligación de que un 20% de nuestra energía sea renovable en 2020, lo que se basa en buena parte en los biocombustibles que se producen en países en desarrollo y esto genera un impacto negativo en su población”, denuncia el responsable de justicia económica de Oxfam en la UE.
5) El reto de la escasa financiación pública
Si miramos a la financiación, el análisis de la coherencia en los diferentes países tampoco es muy halagüeño. No se ha logrado el objetivo marcado por las Naciones Unidas del 0,7% de la renta anual destinada a la financiación de la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD), que en 2014 se ha quedado en el 0,41% del PIB de los países de la UE. “Es escandaloso e inaceptable que muchos países hayan corregido a la baja el nivel de su ayuda pública al desarrollo” debido a la crisis, sentenció el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, durante la inauguración de las Jornadas Europeas de Desarrollo.
Desde 2010, España ha reducido drásticamente su contribución hasta situarse en 2014 en el 0,14% de su PIB. En total, la Ayuda Oficial al Desarrollo cayó un 62% en los tres ejercicios previos a 2013.
La AOD contribuirá a una parte de la financiación de los nuevos ODS, pero el 85% de los asistentes al evento cree que el rol que jugará en los próximos años será menor, según la encuesta realizada por la organización. En las discusiones se contempla otra fuente de financiación: el dilema es cuáles y en qué condiciones. Una de las perspectivas que abordan las instituciones en este sentido pasa por atajar la evasión fiscal y la corrupción. “Es una de las grandes revoluciones de los ODS”, afirma la europarlamentaria Elly Schlein, ya que “el dinero de la evasión de impuestos es diez veces superior al de la cooperación”.
6) Los miedos a la inversión privada
El modelo de financiación se discutirá en una conferencia de las Naciones Unidad en Addis Abeba (Etiopía) el próximo mes. Ante la perspectivas de que los fondos públicos se reduzcan, el capital privado cobrará fuerza, un futuro que inquieta a algunas organizaciones sociales. “Que haya menos dinero público hace que el sector privado cobre más importancia –explica el responsable de incidencia de Oxfam–. La Unión Europea utiliza fondos públicos para invertirlos en empresas con fines de lucro, algo que nos preocupa porque los objetivos de uno y otro no siempre se pueden conciliar”.
La red de ONG ACT Alliance denuncia los efectos negativos del Latin American Investment Facility (LAIF), un mecanismo de cooperación que desde 2010 facilita fondos de inversión y un porcentaje del 10% de Ayuda al Desarrollo a proyectos empresariales en los países del Sur. “Las empresas ya manejan presupuestos millonarios por lo que creemos que no necesitan este dinero y, por otro lado, no está claro que los proyectos repercutan en el desarrollo. Generan empleo, sí, pero vemos ejemplos de proyectos en tierras comunitarias que no se destinan a la población, como abastecimiento eléctrico para que la propia compañía pueda iniciar su producción”, señala Julieta González, técnica de incidencia de esta red de ONG.
Para el especialista de Oxfam, “el papel de la ayuda pública debería ser mejorar la capacidad de la gobernanza local en lugar de apoyar económicamente a las empresas para que el poder de ambos sea equitativo”.
Desde la Comisión de Desarrollo, el portavoz Alexandre Polack defiende que estos proyectos están aprobados por el Parlamento, sometidos a evaluaciones y auditorías y que pueden llegar a multiplicar por diez la inversión de otras empresas en el país. “Para lograr los objetivos, necesitaremos una alianza global. En este sentido, la relación con entidades privadas tiene un impacto muy positivo”, valoró el comisario Mimica a este respecto, y recordó que el papel de las empresas en el desarrollo va más allá de este tipo de inversiones con fondos mixtos.
7) El comercio como eje de desarrollo en países empobrecidos
Acabar con el hambre que padecen 800 millones de personas, el 70% en zonas rurales, depende de los pasos que se den hacia la seguridad alimentaria, algo que en gran medida está en manos de los pequeños agricultores. “Actualmente, el 70-80% de la población africana está fuera de la economía. Si queremos un desarrollo inclusivo, tenemos que dar a los agricultores la oportunidad de ser parte del desarrollo”, señala la ruandesa Agnes Kalibata, presidenta de la entidad público-privada Africa for a Green Revolution (AGRA), creada por la Fundación Bill y Melinda Gates y la Fundación Rockefeller, con fondos de gobiernos e instituciones internacionales.
El comercio es una herramienta fundamental en esta nueva cooperación que, si bien promueve el desarrollo económico, está condenando a algunas regiones a especializarse, como el caso de América Latina donde la mayoría de las exportaciones son alimentos (especialmente soja) y petróleo, con la dependencia que ello conlleva.