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“La decisión de migrar es personal y familiar. No somos nadie para elegir quién va y quién viene”

Un grupo de migrantes esperan en el monte Gurugú de Marruecos su oportunidad para cruzar a Europa. (© Anna Surinyach/ Médicos sin Fronteras)

Lydia Molina

Dice un proverbio africano que “cuando toca marcharse, quedarse es un deshonor”. Es decir, nos explica Amadou Bocar Sam, “cuando una persona es el soporte de su familia, no puede quedarse sentada a esperar que la situación mejore. Tiene que buscarse la vida”. Sam trabaja en ACISI, una de las organizaciones que en 2009 crearon el Centro de Orientación y Documentación de las Migraciones de Senegal, un lugar en el que informan y asesoran a los migrantes que quieren viajar a Europa. La idea de ponerlo en marcha comenzó a gestarse tras la (mal) llamada “crisis de los cayucos” de 2006, cuando más de 30.000 personas llegaron a las playas de Canarias. “En ese tiempo constatamos que la gente viajaba en cayuco con total desconocimiento de la realidad de España”, asegura.

Quienes acuden al centro reciben información sobre temas como las rutas, los riesgos del viaje o la situación actual de los países de destino. Todo partiendo de una premisa: las migraciones han existido siempre y seguirán existiendo. “La decisión de migrar es personal y familiar. No somos nadie para elegir quién va y quién viene, ni queremos ser el FRONTEX (agencia europea dedicada al control de las fronteras), pero cualquier persona que opte a ir o a volver debe tener la máxima información y para ello hay que crear una estructuras adecuadas. Nuestro objetivo es informar a nuestros compatriotas para que tengan la información cuando deciden salir”, afirma Sam.

Antes de ponerlo en marcha, lo primero que hicieron fue enviar a España, durante una temporada, a los técnicos que iban a atender a la gente en Senegal, para que conocieran la situación real en la que viven los inmigrantes sin papeles. Visitaron lugares como los centros de acogida o los asentamientos de Lérida, donde malviven centenares de inmigrantes esperando una oportunidad para trabajar en el campo. “Queríamos que vieran que la vida no era tan rosa como uno se planteaba desde allí y para que, cuando volvieran a Senegal, a la hora de asesorar tuvieran más material y conocimiento”.

El centro se abrió en la capital, Dakar, y posteriormente se inauguraron otras dos delegaciones en Kolda y Matam, dos regiones del sur y del norte de Senegal con altos índices de migración. En estos locales se han realizado cursos de formación para facilitar la inserción laboral de aquellos que deciden quedarse. “Antes, la gente acudía a los centros para obtener información sobre el proceso migratorio. Ahora lo hacen también para su reinserción o reorientación, como la elaboración de un currículum vitae o para buscar otras herramientas con las que adaptarse a la nueva realidad del país”. Los técnicos de los centros también se desplazan otras zonas donde vive gente con tendencia a emigrar para hacer reuniones informativas.

Europa ya no es El Dorado

La imagen de Europa ha cambiado. Las noticias sobre la crisis que atraviesa el continente llegan día tras día, ya sea a través de los medios de comunicación, Internet o los familiares y amigos que emigraron en el pasado. “Hay un descenso de personas que quiere irse y eso se debe a la coyuntura actual. Antes, todo el mundo viajaba porque había trabajo, pero ahora todo el mundo sabe que esas expectativas no son reales. Hay que tener en cuenta que la gente que viene tiene una red [de amigos y familiares] que le informa de las condiciones del país, y esa red es la que hoy le informa también de la crisis y de que aquí se vive muy mal, por eso terminan eligiendo otras vías, como quedarse en África”, asegura Sam. A pesar de todo, es complicado asumir la realidad. “A veces es difícil pensar que no va a ir bien cuando tienes un vecino que ha hecho el viaje a Europa y ha realizado cosas que a ti también te gustaría hacer. El Estado no ha cumplido su papel para que la gente encuentre la estabilidad que necesita, pero existen otros factores que influyen en la decisión de migrar, como los culturales o la imagen que transmiten otros que vienen de vuelta y que, generalmente, no comparte la realidad tal cual, esquivan hablar de cómo viven o cómo han vivido anteriormente”, reconoce Sam.

Para muchos de los que están en España lo que se abre ahora es la puerta del retorno. ACISI, junto a la organización CEPAIM, trabaja asesorando a quienes deciden poner fin a la migración y volver a su país. “Existe una primera etapa de acompañamiento a la que llamamos la etapa de preretorno. A la hora de volver a tu país, la decisión no es tan fácil como uno puede pensar. La persona puede vivirlo como un fracaso. Por ello le acompañamos en el proceso de entender y valorar todo lo que ha sido la experiencia migratoria, para que lo vean como una experiencia positiva. También tratamos el tema de la vuelta, de cómo abordar el aterrizaje en el país y cómo afrontar ese choque, sobre todo cuando vuelves sin conseguir los objetivos que te habías planteado. Es positivo, por haber vivido en otro mundo, haber conocido otra lengua... aunque eso a veces es difícil de entender”.

Una vez que llegan al país, la labor de los centros de Dakar, Kolda y Matam es orientarles y acompañarles en el proceso de reinserción. “Estas personas han estado durante años fuera del país, están desubicadas y tienen un desconocimiento de la realidad” y, añade Sam, “hay que recordar que, cuando salieron, no lo hicieron por turismo, sino con unas perspectivas laborables que hasta hace poco existían y que se han acabado. La migración siempre ha sido el regulador de la economía capitalista que tenemos en Europa. No nos engañemos”.

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