Actores, músicos, futbolistas... todos quieren su parte del pastel tecnológico
California es una mina de oro, de eso no cabe la menor duda. Al sur, la 'Meca' del cine. Al norte, la de la tecnología. Hollywood y Silicon Valley, dos de las locomotoras económicas de la nación más opulenta del mundo, a veces poderosas aliadas (las estrellas del séptimo arte y los artesanos del código están condenados a entenderse) y otras veces feroces enemigas (sobre todo a cuenta de los derechos de autor). El caso es que en un radio de poco más de 500 km se sitúan dos de las industrias aparentemente más rentables de los Estados Unidos.
Aparentemente... Porque aquí viene la gran pregunta: ¿de veras son un buen negocio en el que invertir? No lo tiene tan claro Ilya A. Strebulaev, profesor de la Universidad de Stanford, que advierte a los nuevos inversores de que “ambas industrias son impredecibles e inestables”. Y es que, según un estudio confeccionado a partir de los datos que barajan los fondos de capital riesgo, nueve de cada diez nuevas empresas fracasan en sus dos primeros años de vida en el paraíso de los 'bits', al tiempo que siete de cada diez films de los estudios norteamericanos no convencen al público y, por tanto, no logran devolver la inversión original.
Al final, más allá de lo que quieran y puedan vendernos, “Hollywood y Silicon Valley existen gracias a contados grandes éxitos. Si coges al azar una película de Hollywood, pierde dinero. Esta industria hace dinero de sus grandes taquillazos. Igual que sucede con Silicon Valley”, asegura este experto en finanzas. Aunque claro, tampoco hemos de olvidar que, como apunta Bijan Sabet, fundador y principal socio de la importante inversionista Spark Capital, si una tecnológica consigue triunfar puede “devolver hasta tres veces la cantidad invertida”. Una situación más inusual en el caso de Hollywood.
Al final todo depende de los objetivos del inversor. Si está buscando obtener grandes ganancias, la mejor apuesta es Silicon Valley, mientras que si pretende recoger beneficios de forma constante, aunque en base a pequeños retornos de la inversión, debería decantarse por Hollywood. Pero si no está dispuesto a jugársela, como apunta Strebulaev, lo suyo es que se decante por el petróleo o de acero, que son mercados menos ‘cool’ pero ofrecen un rendimiento más constante.
El negocio está en lo ‘cool’
Por supuesto, no todo en esta vida es dinero, sobre todo para los que no viven con el agua hasta el cuello. Ahí está el caso de las 'celebrities', los ricos y glamourosos, que se han dejado llevar por otras consideraciones a la hora de manejar sus fondos. ¿Qué la tecnología está de moda? Allá que vamos. ¿Qué de cada diez inversiones tan solo una tiene garantizado ser rentable? No importa. Si con ello consigo aumentar mi popularidad...
Lejos quedan ya aquellos tiempos en los que actores, músicos, deportistas y demás personajes conocidos amasaban dinero en base a patrocinios, spots publicitarios y, en definitiva, poner su agraciado rostro al servicio de las marcas. Aquellos que antes aparecían delante de las cámaras ahora prefieren esconderse en los despachos y ceder el protagonismo a otros actores, unos tipos con pinta de 'frikis' que pueden colocar en su cuenta corriente tantas o más cifras como su antigua estrategia de marketing.
Uno de los primeros en darse cuenta del filón que podría tener esto de las 'start-ups' fue Ashton Kutcher. En los últimos años, el actor que encarnará a Steve Jobs en el ‘biopic’ independiente del cofundador de Apple se ha labrado un nombre entre los inversores cazatalentos que apuestan por jóvenes compañías tecnológicas. Aunque después de ver ‘Colega, ¿dónde está mi coche?’ cualquiera podría pensar lo contrario, “es uno de los más inversores perspicaces con los que he trabajado”, aseguraba David Lee, su socio en Ángel SV, una firma que aporta financiación a empresas de Silicon Valley en sus etapas iniciales.
Su interés por la tecnología se remonta a su paso por la universidad, donde se especializó en ingeniería bioquímica, antes de dejarlo para emprender su carrera como modelo y, más tarde, como actor. En el año 2000 dio el salto a la producción cinematográfica con Katalyst Network, que ya tenía muy en cuenta la importancia de las nuevas tecnologías. “Me di cuenta de que internet era lo suficientemente rápido como para permitir el crecimiento de la transmisión de vídeo y empecé a ahondar en eso”, explicaba recientemente el propio Kutcher.
“Luego me encontré con un montón de otras start-ups interesantes, especialmente en las redes sociales, lo que me atrajo porque fomentaba la comunicación entre personas y permitía implantar novedosas formas para comercializar ideas, productos, películas y música”. Tal fue la intriga que le produjo este descubrimiento que en 2007, junto a los multimillonarios Ron Burkle y Guy Oseary, creó A-Grade Investments, un fondo de capital riesgo para empresas de base tecnológica. Una apuesta que está respaldada por el acierto de sus inversiones y que, según los últimos datos, ahora tiene un valor de 100 millones de dólares.
Otra de las caras conocidas de Hollywood que dio el salto a Silicon Valley fue Leonardo DiCaprio. En 2011, el protagonista de ‘Titanic’ se inició en este mundillo con una inversión de 4 millones de dólares en la primera ronda de financiación de Mobli. Más allá del dinero, el actor dio un verdadero impulso a esta red social al crearse un perfil y empezar a compartir contenidos, lo que supuso un incremento de 8.000 usuarios.
El mundo de la música no se queda atrás
Sabedores de que los años acabarán por robarle el brillo a sus voces y su energía sobre el escenario, algunos músicos también han optado por invertir parte de sus beneficios en el mundo de la tecnología. Sin ir más lejos, podemos encontrar el extraño caso de Justin Bieber. El cantante canadiense, que saltó a la fama gracias a Youtube, ha sabido dejar en buenas manos la gestión de su fortuna y ya está encontrando recompensa.
Según las estimaciones de Forbes, Bieber habría invertido más de tres millones de dólares en diferentes 'start-ups' tecnológicas. Su popularidad en las redes sociales (en Twitter tiene más de 42 millones de seguidores) le llevó a participar en la ronda de financiación de Tinychat, una plataforma de mensajería instantánea, con una aportación de 1,5 millones de libras. Ahí, casualmente, coincidió con A-Grade, el fondo de inversión que dirige Ashton Kutcher.
Aunque estas inversiones no le están reportando el beneficio publicitario y de marca que gustaría a sus agentes, la estrategia del extravagante cantante de 19 años ha demostrado ser una auténtica mina de oro. Gracias a la venta de discos, los beneficios de los conciertos, los patrocinios e inversiones como la realizada en Spotify, Justin Bieber ha conseguido amasar una fortuna de 110 millones de dólares en tan solo dos años.
Junto a Bieber, otro de los artistas que destaca en los círculos de inversión es Paul David Hewson, más conocido como Bono. El cantante de la banda irlandesa U2, siempre comprometido con labores humanitarias, también ha hecho sus pinitos en esto de la inversión en compañías tecnológicas.
Aunque sus inicios no fueron los deseados, hasta el punto de que hubo quien le llegó a considerar “el peor inversor de América”, el irlandés consiguió virar el rumbo de su suerte y recuperar la estima perdida. En 2004 fundó el grupo de inversión Elevation Partners junto Fred Anderson, ex director financiero de Apple, y Roger McNamee, uno de los cofundadores de Silver Lake Partners. Tras sus primeros varapalos, con una inversión desacertada de 300 millones de dólares en Forbes Media y una apuesta arriesgada por el fabricante de dispositivos móviles Palm, el equipo remontó el vuelo gracias a una jugada redonda.
En 2009, la firma del cantante de U2 adquirió participaciones en Facebook por valor de 210 millones de dólares. Acto seguido, otro importante inversor vendió su parte de los activos de la red social impulsando el precio de las acciones, que aumentaron su valor en un asombroso 400%.
Los deportistas quieren su parte del pastel
No hace falta ser una lumbrera para darse cuenta de que la inversión tecnológica está de moda. No solo por el hecho de que nuestra sociedad está cada vez más necesitada de las herramientas digitales, sino porque, como comentaba el profesor de la Universidad de Stanford, permite obtener una rápida rentabilidad si tienes buen ojo y algo de suerte. Por eso, siguiendo los acertados consejos de sus asesores, varios futbolistas de la liga española han optado por destinar parte de su capital a financiar las propuestas de empresarios jóvenes.
Todos quieren su parte del pastel. Desde el astro portugués del Real Madrid, Cristiano Ronaldo, y su apuesta por una aplicación móvil portuguesa (Mobitto), hasta los internacionales españoles Juan Mata o Álvaro Arbeloa, que tiene un asesor de excepción en su hermano Yago, presidente de la Asociación de Inversores y Emprendedores de Internet.
Aunque, sin duda, la apuesta más arriesgada es la del defensa central del Barcelona y de la selección española Gerard Piqué, que no contento con ser el máximo accionista de Kerad Games también “ha participado en las decisiones creativas y funcionales del juego y supervisa los avances”, como explica el CEO de la firma, Alberto Guerrero. “Él no lo quiere posicionar como el juego de Gerard Piqué, aunque lógicamente por su perfil público tendrá un arrastre”, asegura.
Porque en España también se mueven cosas…
Al margen de estos 'golazos' tecnológicos, en nuestro país hay alguna que otra cara conocida de la televisión que se ha atrevido a apostar por las 'start-ups' nacionales. El caso más destacado es el de Andreu Buenafuente que participó, junto a la exministra de Ciencia e Innovación Cristina Garmendia, en la primera ronda de financiación de la red social Bananity. Una iniciativa arriesgada que, a la espera de conocer los resultados del lanzamiento de su aplicación móvil, ha pasado de ser candidata a la mejor iniciativa española online de 2011 a estar nominada a los Fiasco Awards 2013.
Como veis, poco importa que los expertos en finanzas apunten en la dirección del petróleo o el acero como las inversiones más seguras del momento. La tecnología tiene tirón y son pocos los que están dispuestos a dejar pasar este vertigionoso tren. Músicos, futbolistas, actores… Todos quieren su parte del pastel en el negocio de moda.