Un blog sobre leyes y tecnología por y para iLetrados digitales. Derecho para todos los públicos de la mano de Jorge Campanillas, Marina Franganillo, Miriam García, David Maeztu, Jorge Morell, Andy Ramos, Ruth Sala, Alejandro Sánchez, Alejandro Touriño y Roberto Yanguas.
Los dardos envenenados del Cupido 2.0: en el amor 'online' no todo es color de rosa
Cada vez son más populares las redes de contactos 'online' para buscar el amor. Sí, el amor. Al menos, eso es lo que publicitan: “Los solteros utilizan nuestra plataforma con la finalidad de alcanzar el amor verdadero. Son ya miles de solteros los que buscan encontrar el amor por internet”, asegura una de las más famosas. “Miles de parejas han surgido ya y nuestro equipo tiene una única misión: ayudar a nuestros usuarios a conocer gente, y, quién sabe, quizá encontrar el amor”, afirma otra, también muy conocida.
Estas plataformas pintan la soltería casi como una maldición, recurriendo a frases como “hemos conseguido que muchas parejas disfruten hoy de una relación estable y feliz” o “¿está cansado de no tener planes?”.
El proceder habitual de este tipo de páginas, y gancho de las mismas, es ofrecer un registro inicial gratuito, junto con la posibilidad de realizar un test de compatibilidad e incluso crear un perfil personal completo. Tras completar estos pasos, el usuario apenas puede interactuar con el resto de personas. Por ello, si quiere conocer a más gente o leer sus correos, por ejemplo, ha de suscribirse a un servicio de pago.
Probablemente, si el servicio de pago obligara a suscribir un año, la gente no lo aceptaría. ¿Quién querría pasar todo ese tiempo esperando a que aparezca su media naranja? Por este motivo, se ofrece al usuario la posibilidad de darse de alta por un periodo más breve, de uno o dos meses, y este, impulsado por una falsa sensación de fugacidad, decide probarlo a ver si tiene suerte.
Sin embargo, y aunque se especifica, se trata de contratos que se renuevan automáticamente sin previo aviso, y la broma puede salir bastante cara.
Una suscripción de un mes en el plan más exclusivo puede rondar los 55 euros, que se pagan facilitando los datos de la tarjeta bancaria. Dado que el usuario realiza esta operación una sola vez, no es descabellado pensar que puede olvidarse de la misma, lo que al año puede suponerle un desembolso de hasta 659 euros.
¿Cómo darse de baja?
Aquí empieza la pesadilla: cuando al usuario no le es posible darse de baja de las suscripciones automáticas de pago. Aunque se supone que puede hacerlo con un preaviso determinado - que establece la plataforma en cuestión -, e incluso por distintos medios (teléfono, formulario web, correo electrónico), no siempre es una tarea fácil, o al menos así lo afirman muchos que han tenido que pasar por el mal trago, llegando a ser una de las cuestiones más buscadas en Google en lo que a bajas se refiere (como indica la función 'autocompletar' del buscador).
Además, estas páginas tienen una sorpresa reservada para aquellos usuarios que, tras intentar darse de baja infructuosamente, dejan de pagar el servicio devolviendo los recibos o anulando su tarjeta: correos electrónicos en los que amenazan al usuario con iniciar acciones legales en caso de no recuperar el importe adeudado, añadiendo que estas acciones pueden incluir procesos judiciales de recobro de deuda y la inclusión de los datos personales en registros de morosos.
Para inducir aún mayor temor, le recuerdan que “como bien sabe, la inclusión en dicho registro afecta a su historial crediticio, dificultando con esto la obtención de créditos y préstamos al consumo”.
Toda una declaración de amor por parte de estas plataformas. Ante esta situación, es recomendable solicitar la baja a través de un medio fehaciente – como el burofax o la carta certificada con acuse de recibo - que permita acreditar que se llevó a cabo la gestión de cara a un posible procedimiento posterior.
Si tras solicitar la baja de este modo continúan cobrando recibos en la cuenta corriente del usuario, entonces lo recomendable es acudir al Centro Europeo del ConsumidorCentro Europeo del Consumidor, ya que, por lo general, estas plataformas de citas 'online' – o al menos las más populares - están ubicadas fuera de España pero dentro de la Unión Europea.
La moraleja de este historia de amor devenida en drama es que conviene no perder de vista las condiciones que uno acepta y a las que se adhiere al darse de alta en un servicio de suscripción de pago, ya que lo que se suscribe es un contrato con consecuencias reales para las partes en caso de incumplimiento. ¿A que ya no parece todo tan color de rosa?
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Las imágenes de este artículo son propiedad, por orden de aparición, de Lukasz Porwol y floodllama
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