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Tras los pasos de Ana y Mía: las webs que fomentan la anorexia son legales en España

Así se ven las pacientes de anorexia al mirarse al espejo

Laura Albor

Nadia tiene 14 años. Quienes la conocen aseguran que era una chica abierta y sociable hasta que el pasado enero comenzó a mostrarse continuamente enfadada e irascible. En sólo dos meses había perdido 14 kilos. “Su carácter cambió notablemente, cada vez quería menos cantidad de comida... Empecé a preguntar a sus amigas y me confirmaron que daba su desayuno en el instituto a otra niña, o bien lo tiraba, hasta que llegó un día en el que encontré un vómito en el baño”, relata Lidia Amella, su madre. “En una ocasión en la que estaba probándose ropa para una función del instituto, lloraba sentada en el suelo y frente al espejo exclamando que no le gustaba lo que veía”.

Fue en ese momento cuando esta madre decidió tomar cartas en el asunto. Llevó a su hija a un centro médico donde comenzó un tratamiento. Pronto fue ingresada. Tras 50 días en una unidad de trastornos alimenticios, Nadia ha recibido el alta hospitalaria, aunque sigue acudiendo al psicológico cada semana y está esperando a que haya plazas en un hospital de día. “Antes de ingresar yo hablaba con ella y quería comprender por qué había llegado ahí, y tras varias preguntas me dijo que había buscado en internet 'cómo vomitar fácilmente'. Cuando entré y leí las cuatro primeras líneas me asusté como nunca, me escandalicé, lloré. Toda yo temblaba de horror sólo pensando en hasta dónde había leído mi hija”.

Las páginas en las que Nadia encontraba 'trucos' para perder kilos son las llamadas 'Pro-Ana' (proanorexia) y 'Pro-Mía' (probulimia). De hecho, la Red está plagada de este tipo de publicaciones. Indignada, Amella decidió abrir una petición en Change.org (que cuenta ya con cerca de 4.000 firmas) pidiendo al ministerio de Justicia y Sanidad que las regule. La demanda de esta madre no es nueva, varios organismos llevan tiempo pidiendo al Gobierno que tome medidas.

“Nosotros llevamos años trabajando en el tema y pidiendo una regulación”, asegura Guillermo Cánovas, presidente de la asociación Protégeles. “Con la ley en la mano no podemos cerrar estas páginas, pero hemos conseguido, gracias a la colaboración de los servidores donde están alojadas, que unas 500 hayan sido eliminadas”.

Dietas, consejos, autoagresiones...

“Porque la comida es como el arte, existe sólo para mirarla”. “Si algo se te antoja y no te puedes resistir, mastícalo y luego escúpelo”. “Come hielo si sientes mucha hambre”. “Si quieres comer, coge fotos de gente que admiras por estar delgada y mírate en el espejo, compárate, busca siete errores en tu cuerpo”.

Afirmaciones de este calibre se pueden encontrar en estas webs, donde las blogueras ofrecen asesoramiento para adelgazar y llegar a ser 'princesas' (así se denominan entre ellas cuando consiguen su objetivo de perder kilos). Las páginas cuentan además con un sinfín de símbolos, eslóganes e iconografías surgidos alrededor de este mundillo. Así, es común encontrar en ellas lazos blancos virtuales o mensajes que animan a llevar pulseras rojas (Pro-Ana) y moradas o negras (Pro-Mía) para reconocerse unas a otras en cualquier lugar. Todas ellas son ilustradas además con fotos 'thinspiration' (del inglés, inspiración de delgadez), que promueven un ideal de belleza de aspecto frágil, con mujeres escualidas, vestidos vaporosos, mariposas, coronas de flores...

“Se da una jerarquía muy fuerte en estas páginas. En lo más alto están las 'Anas' [anoréxicas] restrictivas y en lo más bajo las 'Mías', las bulímicas. Las que están arriba denominan a las de abajo con términos despectivos como 'cerdas', y éstas aceptan ese trato porque su objetivo es conseguir que una 'Ana' restrictiva las ayude a dejar de comer porque la que no come es la reina”, señala Cánovas. “Ellas consideran que lo que hacen es un estilo de vida que consigue llevarlas hacia la perfección. Las relaciones que establecen son además extremadamente falsas, diciendo que se quieren mucho, pero raramente se ayudan entre ellas”.

Laura Kohlgrüber (el nombre es un seudónimo) es la responsable de uno de estos blogs. Tiene 26 años y lleva desde 2008 recopilando en su web dietas que prometen, por ejemplo, adelgazar cuatro kilos en tres días. Ella misma actúa como 'conejillo de indias', probando los 'consejos' que ofrece, y asegura haber pasado de los 80 a los 50 kilos en el tiempo que lleva con la página.

En un correo electrónico a HojaDeRouter.com, reconoce que a menudo recibe comentarios críticos, pero asegura no sentirse afectada porque “están hechos sin fundamento”. “Son personas que no han leído el blog y atacan pensando que mi intención es inducir a la anorexia y la bulimia, lo cual es 100% falso”, subraya.

Para Kohlgrüber, su página sólo está mostrando su “estilo de vida”. “No pretendemos por ningún motivo cambiar la mentalidad de los demás. Desde casa, los padres están en la obligación de explicarles a sus hijos lo bueno y lo malo, lo cual servirá de base para las malas o buenas decisiones que tomen en su vida. No pueden echar la culpa a los blogs y otros contenidos de la Red de los problemas que en realidad se encuentran en entornos más cercanos como el hogar o la escuela”.

En este sentido, Lidia Amella admite que, antes de llegar a esas webs, su hija “tenía que estar empezando a tener un problema”. Sin embargo, opina que éstas ayudaron a “dar el empujón definitivo”. “Mi hija ha llegado mucho más rápidamente y arraigadamente a la anorexia consultando estas páginas”, lamenta.

De hecho, los médicos comenzaron a tener conocimiento de este tipo de publicaciones al percibir que pacientes que se encontraban en fases iniciales del trastorno alimentario conocían “trucos” propios de enfermas crónicas. “De esta forma consiguen acelerar el descenso ponderal, tanto mediante la restricción alimentaria como con el ejercicio físico y conductas purgativas”, comenta Eva Lago, responsable de un estudio en torno a estas webs elaborado por la Unidad de Trastornos de la Conducta Alimentaria del Hospital Universitario Son Espases. “En estas páginas se promueven las denominadas ”carreras de kilos“, que son campeonatos para adelgazar, y de esta forma se motivan unas a otras para la pérdida de peso. Asimismo, el hecho de que las pacientes con anorexia o bulimia nerviosa consulten estas páginas nos da una idea del grado de obsesividad de las mismas y de la baja autoconciencia que tienen del trastorno”.

Aparte de la simbología, los consejos y las dietas, entre los contenidos más duros de estos 'sites' figuran las técnicas autoagresivas a las que denominan “Pro-Si” (pro- selfinjury) con las que “enseñan” a los usuarios a infringirse diversos grados de dolor con el objetivo de “quemar calorías” y “reforzar el autocontrol”. Asimismo, cuentan con una sección donde se intercambian nombres de medicamentos, diuréticos, adelgazantes... Se fomenta además el empleo de cocaína para disminuir y controlar el apetito, así como las anfetaminas, el tabaco, el alcohol o el éxtasis.

Sin embargo, pese a la dureza de algunos temas, hay investigaciones que aseguran que estas páginas pueden tener un lado positivo: ayudan a estudiar el comportamiento de las usuarias y las hacen sentir que forman parte de una comunidad. Estas conclusiones han sido bastante controvertidas y varios médicos y expertos se muestran totalmente contrarios. “Es un problema y no se puede ver como una ventaja ni un aspecto positivo”, afirma tajante Cánovas. “Gracias a esas comunidades se refuerza la enfermedad. Hasta ahora se conocían en un hospital, con una bata blanca y rodeadas de médicos. Ahora, en internet, establecen contacto las unas con otras al margen de la salud, se refuerza la idea de que es una opción de vida. Ese contacto a través de internet es brutal, de hecho lo primero que se hace en una terapia es impedir el acceso a esas páginas”.

De la misma opinión es la doctora Lago, que afirma que encontrar apoyo en internet “puede ayudar a mantener y cronificar más el trastorno, manteniéndose oculto en muchas ocasiones y postergando su tratamiento”.

La audiencia

Según datos de la Agencia de Calidad de Internet (IQUA), el 75% de los usuarios de estas páginas son menores de edad y el 80% son chicas. Además, según una encuesta realizada por Protégeles, publicada en diciembre de 2007 y realizada a menores con edades comprendidas entre 8 y 17 años, el 17% de los menores que usaban internet visitaban páginas 'Pro-Ana' y 'Pro-Mía' y el 26,2% de chicas y el 15% de los chicos accedían a ellas para perder peso.

“El grueso de las que visitan esas páginas son niñas de 14 a 16 años que están en un momento de desarrollo que son especialmente vulnerables a lo que hacen y dicen otras personas, sobre todo de su edad”, reflexiona Cánovas.

Desde el año 2005, el Defensor del Menor junto con los responsables de Protégeles denuncian su existencia. En España, estas páginas son legales. Su contenido no vulnera el Código Penal vigente, lo que hace más difícil su cierre, que depende directamente de la “buena voluntad” de los portales de alojamiento. A raíz de la petición en Change.org, este medio se ha puesto en contacto con los ministerios de Justicia y Sanidad para conocer si hay algún plan en marcha para ilegalizarlas, pero no ha obtenido ninguna respuesta.

Por el contrario, en Francia sí existe una regulación en torno a 'Pro-Ana' y 'Pro-Mía'. Desde 2008, los responsables de estas páginas pueden llegar a enfrentarse a tres años de cárcel y una multa de hasta 30.000 euros. Asimismo, en Italia se acaba de abrir el debate con la presentación de un proyecto de ley que prevé hasta dos años de cárcel y multas de entre 10.000 y 100.000 euros para quien instigue a la anorexia o la bulimia.

Los expertos aseguran que, en nuestro país, por cada página que se cierra se abren cinco nuevas. “Estamos delante de un fenómeno imparable si no se realiza mayor presión para que nuestro Gobierno reforme el actual Código Penal y podamos contar con amparo legal que permita actuar judicialmente contra los responsables de estas webs”, subraya Lago.

Por su parte, Cánovas lamenta: “No se puede acabar con estas páginas porque van buscando servidores distintos. Es una guerra diaria, pero tenemos que tener muy claro que es un contenido perjudicial para los menores, que se tiene que ilegalizar. Al igual que la apología del racismo o la xenofobia, la incitación de estas enfermedades debe estar tipificado también para que podamos actuar”.

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Las imágenes de este artículo proceden, por orden de aparición, de Luaxan, Change.org, una captura de la web de Pro-Ana, Benjamin Watson y Myriam Sanchez Foseca (y 2)

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