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Las superestrellas de Snapchat tienen un grupo ultrasecreto y elitista en Facebook

Los 'snapchaters' durante un evento celebrado en Austin en marzo

Lucía Caballero

¿A quién no le ha pasado alguna vez? Creas un grupo de Whatsapp con amigos o compañeros de trabajo, en el que acabáis aceptando a algún nuevo integrante más bien por compromiso. ¿Por qué iba a ser una mala idea? Sin embargo, al tiempo os dais cuenta de que ese invitado se ha convertido en un intruso: ya no podéis compartir secretos, chistes internos o intimidades.

En esta situación, la única salida es abrir un nuevo grupo –esta vez, excluyendo a esa o a esas personas que os limitaban− para comentar todo lo que en el anterior está vetado.

La circunstancia puede darse también en Facebook, e incluso les ocurre a los quienes prácticamente viven en internet: por mucho que se deban a su público, las estrellas de Snapchat también necesitan un espacio privado en el que compartir experiencias. Pero no todo el mundo tiene cabida en su confesionario particular.

“Tenemos un grupo secreto, somos unas 30 personas”, confiesa a HojaDeRouter.com Cyrene Quiamco –más conocida como CyreneQ− una diseñadora gráfica de 26 años que, como algunos otros afortunados, se ha convertido en una auténtica ‘celebrity’ de la aplicación de contenidos efímeros.

Gracias a su popularidad, muchas marcas y empresas (desde Samsung hasta Pixar, pasando por Burger King) les pagan miles de dólares por anunciar sus productos o servicios en la plataforma. Ellos revisten sus campañas de simpatía y las aderezan con emoticonos, coloridos dibujos y bromas fáciles, en una forma de ‘marketing’ creativo enfocado al público más joven.

Una sala de reuniones en internet

“Se trata de una pequeña comunidad en Facebook de creadores de ‘Snapchat’”, tal y como define Evan Carber, otra estrella de la aplicación, su punto de encuentro en la red social. “Lo utilizamos para mantener el contacto, ayudarnos en nuestros proyectos y para cuestiones técnicas y compartir ideas”, prosigue.

“Hablamos sobre el número de seguidores que hemos conseguido, valoramos las nuevas actualizaciones de Snapchat, las reuniones o entrevistas que tenemos y comentamos artículos interesantes”, añade Quiamco a la descripción de sus tertulias virtuales. También usan el grupo para organizar encuentros y colaboraciones. “Si alguien va a estar, por ejemplo, en California, intentamos quedar para trabajar juntos”, indica la diseñadora.

La joven asegura que son muy selectivos con la admisión para evitar sorpresas. “De hecho hay dos grupos”, admite, una consecuencia del fenómeno social que transforma a los invitados en intrusos. “Al principio teníamos uno, también secreto, pero permitimos entrar a ciertas personas y dejamos de sentirnos cómodos”, nos cuenta Quiamco.

“No nos gusta que haya demasiada gente porque hablamos sobre las marcas y proyectos en los que estamos inmersos, cuánto ganamos y cómo creamos las historias en Snapchat”, dice la diseñadora.

Por eso crearon uno nuevo donde se han vuelto aún más estrictos y someten a votación las incorporaciones. “Solo lo conocen aquellos a quienes invitamos a unirse”, aclara la joven entre risas. Antes de realizar cualquier fichaje, deciden si el candidato merece estar en el exclusivo o le abren las puertas de otro, convertido en una especie de comodín: cuando no cumple con los requisitos, lo aceptan en ese grupo accesorio -secreto pero no tanto- que ha crecido considerablemente debido a los descartes.

En este “puede participar cualquiera que quiera compartir sus experiencias”, afirma Quiamco. “A veces invitamos a gente a unirse al grupo supersecreto, una vez que les conocemos y confiamos en ellos”.

También se citan ocasionalmente fuera de las redes. “El año pasado nos encontramos en Nueva York y discutimos algunos asuntos allí. Tuvimos una especie de reunión Snapchat y este año la hemos celebrado en Austin, Texas”, indica Quiamco. Celebraron esta última durante el Banana Bash organizado el 13 de marzo en la ciudad estadounidense: un evento patrocinado cuyo objetivo era congregar al mayor número posible de personas disfrazadas de fruta. “No todo el mundo era ‘snapchater’, pero había entre 30 y 40”, señala la joven.

Snapchat como forma de vida

“Ahora que las marcas se están percatando del potencial de utilizar la aplicación para interactuar con su audiencia, la incorporan a sus campañas de 'social media'”, afirma Garber. Por esta razón, hay decenas de ‘snapchaters’ que se ganan la vida en la plataforma.

Él es graduado en ingeniería mecánica y trabajó en la industria hasta hace un par de años, cuando se dio cuenta de que los beneficios que obtenía en la ‘app’ eran suficientes. Había comenzado a usarla únicamente para compartir sus originales composiciones y vídeos con familiares y amigos, pero “las empresas se dieron cuenta de que era una de las estrellas que más seguidores había conseguido, así que empezaron a contactar conmigo para proponerme proyectos”, nos explica.

“Al principio ni siquiera sabía que se podía ganar dinero en la aplicación”, confiesa Quiamco, que se dedicaba al diseño web. Empezó en la aplicación mostrando sus habilidades creativas y dibujos y siguiendo a sus artistas favoritos. La joven diseñadora decidió crear una página llamada ‘El decimoprimer segundo’ para que todas esas obras no se perdiesen tras los diez segundos que permanecen en la ‘app’ antes de desaparecer. Así consiguió contactos y seguidores. “La primera empresa con la que trabajé quería que hiciera un diseño artístico para el programa ‘La Voz’”, indica.

“Puedes ganar entre 10.000 y 100.000 dólares en una sola campaña en Snapchat”, asegura Garber. La firma le da unas pautas básicas sobre la idea y el mensaje que quiere transmitir, “pero después tengo todo el control creativo para desarrollar el contenido”, señala el ingeniero.

Tanto Garber como Quiamco tienen perfiles en Twitter y Youtube, en parte para mantener vivas sus obras y también para reforzar su marca personal fuera de la ‘app’. Snapchat está de moda, pero las modas son pasajeras.

“Estoy intentando aumentar mi presencia en otras plataformas. Me gustaría empezar también en Instagram para establecer una especie de identidad en internet”, explica Quiamco. Así, la desaparición de alguno de sus reflejos virtuales no se llevaría consigo su carrera. “Soy una diseñadora de contenidos creativos que pueden adaptarse a cualquier tipo de medio”.

Parecen reservar Facebook, eso sí, para asuntos personales. Aunque les hemos preguntado, no han querido desvelarnos el nombre de ese misterioso grupo ultrasecreto. Habrá que soportar la curiosidad.

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Las imágenes de este artículo son cortesía de Cyreen Quiamco y Evan Garber

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