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Así ven los ordenadores el porno ('spoiler': no es como te lo imaginas)

El 'software' de análisis de imagen tiene una visión muy particular de la pornografía

Lucía Caballero

A ningún humano le costaría reconocer una fotografía o un vídeo pornográficos. No necesitamos pararnos a pensar para distinguir cada parte del cuerpo que vemos (tampoco las pudendas); el cerebro lo hace automáticamente. Sabemos cómo es una nariz, una oreja y un pie, aunque no sean visibles unas etiquetas identificativas al estilo Terminator.

No ocurre lo mismo con los ordenadores: a los algoritmos de un programa de reconocimiento de imagen hay que enseñarles, entrenarles para que identifiquen unas u otras características de la instantánea y distingan los elementos que aparecen. Aun así, nunca interpretarán lo mismo que tú al analizar la foto de una persona desabrochando unos pantalones ajenos.

Para mostrarnos la particular visión que las máquinas tienen del sexo, el desarrollador alemán Samim Winiger (CEO de la empresa de videojuegos 2Beats) le ha dado la vuelta a la tortilla en su proyecto de investigación Sensual Machines. Además de utilizar una herramienta para escrutar una serie de imágenes, le ha pedido que le devuelva las representaciones creadas por el ‘software’ en el proceso interpretativo.

“Las fotografías son datos, combinaciones de ceros y unos, así que puedes tratarlas como un problema de aprendizaje y enseñar a un ordenador a entender su contenido”, asegura Winiger a HojaDeRouter.com. Con su trabajo, el alemán quiere demostrar la importancia no solo de la información de origen, sino también de la manera en que se procesa e interpreta.

El ciberreinado de la pornografía

Al principio, su experimento no tenía nada que ver con el universo pornográfico. Winiger comenzó (“inocentemente”) usando un rastreador o 'web crawler', con el que recopiló diez 'gigas' de fotografías de internet. Pero al visualizarlas se encontró con el reinado del desnudo: alrededor de un millar incluían contenido de carácter sexual, así que decidió centrarse en esta amplia parte de la muestra.

Le aplicó entonces varios programas de análisis de imagen basados en redes neuronales, modelos matemáticos que simulan el funcionamiento del cerebro. Como el órgano, este tipo de ‘software’ se estructura en neuronas artificiales agrupadas en capas interconectadas entre sí.

“En el caso del reconocimiento de imágenes, cada neurona de una capa analizaría una región pequeña del total, el mismo patrón que sigue el sistema visual humano”, indica Francisco Serradilla, investigador del Departamento de Inteligencia Artificial de la Universidad Politécnica de Madrid.

A su vez, cada lámina se encarga de procesar una serie de patrones diferentes y, cuando ha completado su labor, le pasa la información a la siguiente. De esta manera, los datos se van modificando etapa tras etapa hasta llegar al último estrato (puede haber alrededor treinta), que proporciona el resultado final.

Una disección reveladora

Entre otros sistemas de este tipo, el alemán ha utilizado RCNN, una herramienta de reconocimiento de objetos y rostros a la que ‘mostró’ el 'set' de fotografías pornográficas para enseñarle a distinguir los objetos. Primero, se le da todo bien mascado, indicándole la categoría a la que pertenece cada cosa (esto es una pierna, esto es un brazo, etc.) para después dejar que trabaje sola.

“Las redes neuronales se basan en un mecanismo matemático, así que no podemos entender del todo cómo funcionan”, nos dice Winiger. Es como si observáramos un pastel desde fuera: sabemos que tiene diferentes capas, los ingredientes y el resultado final, pero no cómo se han combinado dentro para darle sabor.

Por eso Winiger ha abierto la tarta capa a capa para mostrar el relleno y, con él, nos ha enseñado la distorsionada (y poco atractiva) visión que tienen los ordenadores del porno.

Las imágenes que se muestran bajo estas líneas son el resultado de los primeros estratos, en los que las neuronas artificiales reconocen los bordes, las formas y algunas partes de los objetos.

En las siguientes capas, los algoritmos comienzan a atar cabos y a completar el puzle hasta formar los objetos que componen la imagen. En las representaciones ya pueden intuirse los contornos de ciertas áreas corporales que seguramente reconozcas.

Finalmente, las últimas etapas corresponderían a la clasificación o etiquetado de las fotos pornográficas. Se trata del resultado, la verdadera perspectiva de la máquina. Un panorama que ni siquiera se parece a la versión codificada de una escena picante.

Por mucho que las imágenes no resulten demasiado atractivas, lo cierto es que el alemán no es el único interesado en profundizar en el funcionamiento de las redes neuronales aplicadas al análisis de fotografías. Google y Facebook también han hecho sus aportaciones, aunque fijándose en otros géneros.

Si estas herramientas pueden crear sus propios contenidos visuales, Winiger plantea un escenario futuro en el que “alguien utilice el ‘machine learning’ para generar imágenes y vídeos pornográficos a medida”. ¿Acabarán los algoritmos con las estrellas del porno?

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Las imágenes de este reportaje son propiedad de Samin Winiger

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