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El laboratorio del Sovaldi, citado a declarar para explicar si innovó o copió en su medicina contra la hepatitis C

Afectados por la hepatitis C frente a la sede de Gilead en Madrid /PLAFHC

Raúl Rejón

La disputa legal para deshacer la posición privilegiada que el laboratorio Gilead disfruta sobre el tratamiento de la hepatitis C en Europa avanza: la Oficina Europea de Patentes ha convocado al laboratorio a una vista oral para que defienda que la famosa molécula sofosbuvir merece estar blindada comercialmente. Pero el proceso marcha a un ritmo que está permitiendo a la farmacéutica multiplicar los ingresos que sus fármacos Sovaldi y Harvoni les reportan en el continente. Ese blindaje es la clave del alto precio que Gilead pide por sus medicamentos. Y del incremento de sus cuentas que Europa ha sumado 3.400 millones de euros en 2015.

La patente que sustenta la exclusividad de estas medicinas fue solicitada en 2008 por la empresa Pharmasset que Gilead compró por 11.000 millones de euros años después. La Oficina Europea recibió en febrero de 2015 diez oposiciones diferentes a esta patente (una de ella a cargo de Médicos del Mundo) a las que tiene que responder el laboratorio. Se dirime si, realmente, sofosbuvir ha sido un hallazgo y un “paso innovador” o una mera aplicación de otros descubrimientos. La empresa norteamericana tenía, en principio, hasta agosto del año pasado para presentar sus argumentos por escrito. Finalmente, consiguió dilatar este trámite hasta el 11 de diciembre pasado.

El reloj de la burocracia europea se mueve lentamente. Tras la prórroga obtenida a finales de 2015, la vista se ha convocado para los días 4 y 5 de octubre en Munich, según la carta de citación firmada a finales de enero. Se han ido sumando meses mientras las ventas de Gilead seguían escalando.

La polvareda levantada por las manifestaciones de los pacientes que pedían acceso a estas medicinas a finales de 2014 se ha disipado. Y el flujo de ventas se ha mantenido constante ya que, según las cuentas presentadas por el laboratorio, en 2015, Sovaldi en Europa le reportó 1.438 millones de euros (49 más que en 2014). Y eso que esta pastilla se está viendo desplazada por la siguiente evolución de la empresa: una combinación todavía más cara llamada Harvoni. Esta otra píldora ingresó otros 1.978 millones en el mercado continental. El curso ha sido excelente para la farmacéutica, que ha ingresado un 31% más yéndose a más de 28.700 millones de euros en todo el mundo. “Sobre todo debido al Harvoni lanzado en octubre de 2014”, relata la memoria de la empresa. Y eso que los fármacos contra la hepatitis C ya le proporcionó un salto gigantesco 12 meses antes, cuando triplicó su ingresos.

Tratamientos de última generación

La aparición de Sovaldi a finales de 2013 convulsionó el tratamiento de la hepatitis C. Una patología a la que se le atribuyen unos 470.000 afectados en España y que, aunque de lenta evolución, termina por provocar la muerte. Estas nuevas pastillas eliminan el virus. Pero Gilead les puso un precio astronómico -se estima en 35.000 euros por paciente- lo que retrasó el acceso de los pacientes a este tratamiento. Esta conjunción de factores alimentó una marea de reivindicaciones: por un lado los médicos y los afectados reclamaban las medicinas. Por otro, el Ministerio de Sanidad trataba de que el precio no descabalase los equilibrios presupuestarios.

La presión de los enfermos terminó por hacer que el Ministerio ampliase el rango de afectados que se consideran prioritarios a la hora de dispensar las curas de última generación. Eso implicaba un mayor número de pacientes a los que recetar. El nuevo Plan Estratégico contra la Hepatitis C fue firmado el 21 de mayo de 2015.

Desde entonces, estas medicinas (la de Gilead y la de otros laboratorios que se han unido más tarde a los hallazgos sobre la hepatitis C) han ido prescribiéndose. Con todo, a algunos grupos de enfermos no les convence que haya restricciones económicas que les retrase el acceso al remedio. Tanto, que hasta una empresa ha visto un nicho de mercado para montar viajes a Egipto donde Gilead permite producir y vender sus píldoras a precios mucho más asequibles.

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