The Wall Street Journal recomienda el libro de John J. Ross, un médico de Boston, titulado Shakespeare’s tremor and Orwell’s cough (El temblor de Shakespeare y la tos de Orwell). Se trata de un acercamiento en paralelo a la obra de grandes escritores y a su historial médico. Por la consulta del Dr. Ross van desfilando Shakespeare, Milton, Swift, las hermanas Brontë, Hawthorne, Melville, Yeats, Jack London, Joyce y Orwell. Como cabe esperar, las enfermedades infecciosas son las más comunes en aquella época sin antibióticos. A las consabidas sífilis (Shakespeare), gonorrea (Joyce) y tuberculosis (las Brontë y Orwell), se unen otras más exóticas, como las enfermedades tropicales que logró contraer Jack London. El crítico Raymond Tallis afirma que terminó el libro con una doble gratitud. En primer lugar, hacia los autores que, a pesar del sufrimiento, la fiebre, el pus, la náusea o la ceguera, hicieron el heroico esfuerzo de seguir escribiendo. Y en segundo lugar, al avance de la medicina, ya que en la mayoría de los casos no sólo fueron víctimas de la enfermedad, sino también del tratamiento. Si la pomada de cerebro de hombre muerto violentamente que se le administró a Milton era inútil para su ceguera, al menos no le hizo especial daño. No se puede decir lo mismo del arsénico, el plomo o el mercurio que recetaban para otras enfermedades.
El Dr. Ross evita establecer una relación directa entre las obras literarias y esas enfermedades que también padecieron quienes no escribieron una sola línea en su vida, así como también evita el riesgo de confiar demasiado en los diagnósticos retrospectivos. Sin embargo, según el diario norteamericano, sus conocimientos literarios unidos a su especialización en enfermedades infecciosas han producido un extraordinario libro que esperamos leer pronto traducido a nuestra lengua.